‘Bajarte’ tu casa e imprimirla

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Alastair Parvin impulsa el proyecto Wikihouse de arquitectura en código abiertoAlastair Parvin impulsa el proyecto Wikihouse de arquitectura en código abierto

Publicado el lunes, 14 de julio del 2014 en EL MUNDO

 

Andrea Pelayo Herrera | No es fácil que un David cualquiera venza a Goliat. Pongamos que David se llama, en esta ocasión, Alastair y Goliat es, en realidad, sector de la construcción. Parece claro que un sólo hombre no podrá cambiar todo un sector que lleva años anclado en la tradición. Pero siempre dicen que la unión hace la fuerza y el diseñador Alastair Parvin también lo cree. Por ello propone «democratizar la construcción», un concepto que este joven inglés considera que va mucho más allá de hacerla accesible. En palabras de Parvin, «utilizamos el open source para sacar todo el conocimiento que tiene la gente sobre cómo hacer las cosas y desarrollarlo en comunidad».

Como no podía ser de otra manera, en el siglo que invita a los ciudadanos a dar el cambio de consumidores a productores, la arquitectura y el diseño también quieren unirse al gran salto que han permitido tecnologías como la impresión 3D y, claro, todo el movimiento casi vecinal que mueve a menudo a las masas en internet. Lo que propone Parvin, a través de su proyecto pionero Wikihouse surgido del estudio Zero Zero de Londres, es crear un sistema de construcción de código abierto que utilice la fabricación digital para facilitar que todo el mundo, incluso sin conocimientos previos ni demasiado tiempo libre, pueda bajarse, adaptar e imprimir estructuras en máquinas CNC (de Control Numérico Computarizado), que cortan las piezas modularmente en madera u otros materiales para posteriormente ensamblarlas.

Por el momento, Wikihouse -que fue, según Parvin, «la colisión de nuestros estudios sobre la crisis de la vivienda y el auge de los datos y la tecnología»- está en fase de desarrollo pero dice el inglés que «están muy cerca de la línea de salida» y, por lo tanto, de la popularización del sistema que, eso sí, no pensaban que fuese a calar tan rápido. «Lo único que tengo claro es que quien se implica en Wikihouse es porque ya pensaba en algo como esto antes y, los que son diseñadores, ya buscaban una forma nueva de trabajar», opina.

Parvin habla constantemente en el plural inconsciente de quien se siente realmente parte de un colectivo. En su caso, es el cofundador del proyecto junto a Nick Ierodiaconou, pero dos se han convertido en decenas y esperan ser miles en poco tiempo. «Ya hay 14 secciones de Wikihouse en el mundo», explica Parvin, quien continúa: «Pero lo importante es ver dónde están los equipos: uno de ellos está en Christchurch (Nueva Zelanda), donde se quiere demostrar que la economía social puede guiar la recuperación, hay otro maravilloso en Francia, Mongolia, Holanda e incluso en las favelas de Río», resume, convencido de que el modelo es un éxito que no entiende de fronteras, ni territoriales ni económicas. Parvin reitera en su discurso una idea: «los arquitectos trabajan únicamente para el 1% de la población, los que pueden pagarlo».

Y Wikihouse lo que quiere es acabar con la distinción de «viviendas para pobres y viviendas para ricos». De hecho, el inglés insiste en que su proyecto no lucha contra un sistema ni pretende echar a nadie del negocio. «Precisamente de lo que va Wikihouse es de que todo el mundo esté implicado en él porque nuestros problemas son comunes», sentencia alguien que se reconoce admirador de la expansión de marcas como Cocacola. «Tienes que haber sido muy, muy, muy rico o muy, muy, muy pobre para no haberte bebido nunca una». Desde luego, por la cabeza de Parvin también pasa a menudo Ikea. «El reto es hacer lo mismo que ellos con los muebles yendo un paso más allá pero siempre de forma segura».

La democratización de algo a menudo pasa por la pedagogía, por lo que Parvin se ha convertido en conferenciante estrella que ha pasado por TED y, recientemente por el FADFest y el Fab10 de Barcelona hablando, como no podía ser de otra forma, de las bondades de la fabricación digital. «No tengo problema en pensar que la impresión 3D pueda ser una moda porque que la gente lo haga de forma habitual aunque sólo sea por diversión podría derivar en que de repente saliera algo realmente grande y útil», sonríe sin rastro de dudas.

Foto portada: A. MORENO

Publicado el lunes, 14 de julio del 2014 en EL MUNDO

 

Andrea Pelayo Herrera | No es fácil que un David cualquiera venza a Goliat. Pongamos que David se llama, en esta ocasión, Alastair y Goliat es, en realidad, sector de la construcción. Parece claro que un sólo hombre no podrá cambiar todo un sector que lleva años anclado en la tradición. Pero siempre dicen que la unión hace la fuerza y el diseñador Alastair Parvin también lo cree. Por ello propone «democratizar la construcción», un concepto que este joven inglés considera que va mucho más allá de hacerla accesible. En palabras de Parvin, «utilizamos el open source para sacar todo el conocimiento que tiene la gente sobre cómo hacer las cosas y desarrollarlo en comunidad».

Como no podía ser de otra manera, en el siglo que invita a los ciudadanos a dar el cambio de consumidores a productores, la arquitectura y el diseño también quieren unirse al gran salto que han permitido tecnologías como la impresión 3D y, claro, todo el movimiento casi vecinal que mueve a menudo a las masas en internet. Lo que propone Parvin, a través de su proyecto pionero Wikihouse surgido del estudio Zero Zero de Londres, es crear un sistema de construcción de código abierto que utilice la fabricación digital para facilitar que todo el mundo, incluso sin conocimientos previos ni demasiado tiempo libre, pueda bajarse, adaptar e imprimir estructuras en máquinas CNC (de Control Numérico Computarizado), que cortan las piezas modularmente en madera u otros materiales para posteriormente ensamblarlas.

Por el momento, Wikihouse -que fue, según Parvin, «la colisión de nuestros estudios sobre la crisis de la vivienda y el auge de los datos y la tecnología»- está en fase de desarrollo pero dice el inglés que «están muy cerca de la línea de salida» y, por lo tanto, de la popularización del sistema que, eso sí, no pensaban que fuese a calar tan rápido. «Lo único que tengo claro es que quien se implica en Wikihouse es porque ya pensaba en algo como esto antes y, los que son diseñadores, ya buscaban una forma nueva de trabajar», opina.

Parvin habla constantemente en el plural inconsciente de quien se siente realmente parte de un colectivo. En su caso, es el cofundador del proyecto junto a Nick Ierodiaconou, pero dos se han convertido en decenas y esperan ser miles en poco tiempo. «Ya hay 14 secciones de Wikihouse en el mundo», explica Parvin, quien continúa: «Pero lo importante es ver dónde están los equipos: uno de ellos está en Christchurch (Nueva Zelanda), donde se quiere demostrar que la economía social puede guiar la recuperación, hay otro maravilloso en Francia, Mongolia, Holanda e incluso en las favelas de Río», resume, convencido de que el modelo es un éxito que no entiende de fronteras, ni territoriales ni económicas. Parvin reitera en su discurso una idea: «los arquitectos trabajan únicamente para el 1% de la población, los que pueden pagarlo».

Y Wikihouse lo que quiere es acabar con la distinción de «viviendas para pobres y viviendas para ricos». De hecho, el inglés insiste en que su proyecto no lucha contra un sistema ni pretende echar a nadie del negocio. «Precisamente de lo que va Wikihouse es de que todo el mundo esté implicado en él porque nuestros problemas son comunes», sentencia alguien que se reconoce admirador de la expansión de marcas como Cocacola. «Tienes que haber sido muy, muy, muy rico o muy, muy, muy pobre para no haberte bebido nunca una». Desde luego, por la cabeza de Parvin también pasa a menudo Ikea. «El reto es hacer lo mismo que ellos con los muebles yendo un paso más allá pero siempre de forma segura».

La democratización de algo a menudo pasa por la pedagogía, por lo que Parvin se ha convertido en conferenciante estrella que ha pasado por TED y, recientemente por el FADFest y el Fab10 de Barcelona hablando, como no podía ser de otra forma, de las bondades de la fabricación digital. «No tengo problema en pensar que la impresión 3D pueda ser una moda porque que la gente lo haga de forma habitual aunque sólo sea por diversión podría derivar en que de repente saliera algo realmente grande y útil», sonríe sin rastro de dudas.

 

Foto portada: A. MORENO