Centro Acuático, de un esqueleto abandonado a un espacio de ocio para los vecinos

Centro Acuático, de un esqueleto abandonado a un espacio de ocio para los vecinos

Un grupo de arquitectos de la Universidad Politécnica elabora un proyecto para recuperar el abandonado Centro AcuáticoUn grupo de arquitectos de la Universidad Politécnica elabora un proyecto para recuperar el abandonado Centro Acuático

Publicado el martes, 8 de julio del 2014 en EL MUNDO

 

ROBERTO BÉCARES | Diez años después del inicio de la construcción de una de las joyas del sueño olímpico de Madrid, el Centro Acuático, dentro de aquella quimérica Villa Olímpica que estaría situada en el distrito de San Blas, sólo se mantiene un enorme esqueleto de hormigón, vacío, abandonado.

El Centro Acuático debía albergar las pruebas de natación, saltos y waterpolo de las tres fracasadas candidaturas olímpicas de la ciudad (2012, 2016 y 2020). Las obras se iniciaron en noviembre de 2004 con un presupuesto de 137 millones de euros. Finalmente, tras varios parones y nuevos arreones, ésta se paró definitivamente en 2010 cuando el presupuesto rozaba los 192 millones, es decir, un sobrecoste del 40%. El Ayuntamiento de Madrid se gastó en él un total de 89 millones de euros. ¿Y cuál va a ser su futuro?

Desde el Consistorio no se ha tomado ninguna decisión, pero un grupo de arquitectos de la Universidad Politécnica de Madrid tiene un plan para rehabilitar para el ciudadano ese espacio.

Bajo el nombre Splash#Madrid, este grupo de profesionales, del Grupo de Investigación del Master de Proyectos de Arquitectura Avanzada de la UPM, quiere aprovechar la superficie ya construida «manteniendo su estética con un mínimo de inversión y resaltando el carácter arquitectónico de la obra inacabada como un valor estético». Una suerte de «testimonio cultural» de la crisis actual que vive el país en gran parte debido al ladrillazo.

Para ello, proponen una actuación en cuatro fases en los 120.000 metros cuadrados del espacio, incluidas las extensas parcelas anexas. «No es sólo reutilizar la infraestructura abandonada sino los terrenos aledaños», señala Jorge Caminero, uno de los impulsores del proyecto, en los que 20 profesionales llevan trabajando intensamente desde el pasado octubre.

Montar terrazas

«Tenemos varias opciones, una de ellas es montar terrazas para que la gente pueda salir, espacios para proyectar películas u organizar festivales al aire libre en verano», explica el arquitecto. En un principio, sería inviable dar uso a los niveles superiores de la estructura, «ya que no hay seguridad, ni escaleras terminadas, ni barandillas», pero obviamente sí que se daría uso a al menos dos de los tres vasos de las piscinas -uno de ellos, el destinado a las competiciones de trampolín, tiene 10 metros de profundidad, lo que le haría inviable recuperarlo-.

La intención de los arquitectos es abrir la instalación a los vecinos de Madrid, y más en concreto a los de San Blas. «Nuestra idea es darle la vuelta a toda esta frustración que hay en el barrio por tener el proyecto parado», señala Caminero.

Para los exteriores de la infraestructura, Splash#Madrid ha pensado en colocar grandes lonas y telas en las vigas de hormigón que cubriesen las inmediaciones del complejo, pudiendo montar allí «mercadillos» o terrazas con chiringuitos, por ejemplo. Éstos últimos también los plantean para el interior del espacio.

Los terrenos alrededor del centro acuático también serían usados para levantar jardines o huertos urbanos, zonas de esparcimiento para los vecinos en vez del secarral de tierras removidas que hay ahora. «Éste es un proyecto de ideas, de mínimos», razonan desde el colectivo, que considera viable estas actuaciones a un coste muy pequeño.

«Son actuaciones de carácter reversible y que pueden desarrollarse durante un periodo de tiempo indeterminado hasta que la administración decida cuál será el futuro del edificio y qué usos pueden darse en él», explican desde este grupo de arquitectos, que no dudó en visitar a la concejala del distrito, Almudena Maíllo, para explicarle el proyecto: «No nos dijo nada concreto, sino que era prematuro y que se lo daría a sus técnicos para que los miraran».

De acuerdo a Caminero, le ofrecieron a la edil hacer un evento público para dar a conocer el proyecto pero lo rechazó alegando «que no quería hacer un debate». El proyecto, en cualquier caso, abre la espita de la discusión por sí mismo.

Y es que una vez cometida la chapuza, ¿hay marcha atrás? «Yo creo que estamos un poco hartos de que los políticos gasten millones y todo se haga a puerta cerrada, en este caso ha habido negligencias a nivel de presupuesto, a nivel de obra, fallos en el proyecto, despilfarro enorme…», relata el profesor de Arquitectura, que insiste en que «es como si los políticos tuvieran vergüenza de lo que han hecho; ahora hay necesidad de que haya un debate hacia la transparencia, tenemos derecho a que se nos escuche».

En ese sentido, explican desde el colectivo, «nuestro proyecto ofrece propuestas muy sostenibles con una inversión mínima», y afirman además que se podría llevar a cabo con ayuda de patrocinadores.

Entretanto, desde el Ayuntamiento de Madrid afirman que en la actualidad se está desarrollando un plan de estudio para dar uso a la infraestructura, que podría ser deportivo o hacerlo en parte de uso comercial. «No se ha tomado ninguna determinación al respecto», señalan desde Urbanismo.

Pese a ser una de las joyas del proyecto olímpico, el Ayuntamiento ya indicó en la carrera para conseguir los Juegos de 2020 que el proyecto debía ser modificado, ya que había que ampliar el aforo hasta las 18.000 localidades desde las 15.000 que tenía el primer proyecto, tal y como revelaron informes municipales de la empresa pública Madridec. El coste de la reforma ascendería a 80 millones.

El proyecto se paró en julio de 2010 por «las circunstancias económicas» y los responsables que lo llevaron a cabo, la UTE Dragados-Ortiz, decidieron no continuar con la obra «dado que con el paso del tiempo puede sufrir un deterioro importante y no se puede determinar los daños, implicaciones y costes derivados de la suspensión», tal y como reveló en su día eldiario.es.

 

Foto portada: El Mundo

Publicado el martes, 8 de julio del 2014 en EL MUNDO

 

ROBERTO BÉCARES | Diez años después del inicio de la construcción de una de las joyas del sueño olímpico de Madrid, el Centro Acuático, dentro de aquella quimérica Villa Olímpica que estaría situada en el distrito de San Blas, sólo se mantiene un enorme esqueleto de hormigón, vacío, abandonado.

El Centro Acuático debía albergar las pruebas de natación, saltos y waterpolo de las tres fracasadas candidaturas olímpicas de la ciudad (2012, 2016 y 2020). Las obras se iniciaron en noviembre de 2004 con un presupuesto de 137 millones de euros. Finalmente, tras varios parones y nuevos arreones, ésta se paró definitivamente en 2010 cuando el presupuesto rozaba los 192 millones, es decir, un sobrecoste del 40%. El Ayuntamiento de Madrid se gastó en él un total de 89 millones de euros. ¿Y cuál va a ser su futuro?

Desde el Consistorio no se ha tomado ninguna decisión, pero un grupo de arquitectos de la Universidad Politécnica de Madrid tiene un plan para rehabilitar para el ciudadano ese espacio.

Bajo el nombre Splash#Madrid, este grupo de profesionales, del Grupo de Investigación del Master de Proyectos de Arquitectura Avanzada de la UPM, quiere aprovechar la superficie ya construida «manteniendo su estética con un mínimo de inversión y resaltando el carácter arquitectónico de la obra inacabada como un valor estético». Una suerte de «testimonio cultural» de la crisis actual que vive el país en gran parte debido al ladrillazo.

Para ello, proponen una actuación en cuatro fases en los 120.000 metros cuadrados del espacio, incluidas las extensas parcelas anexas. «No es sólo reutilizar la infraestructura abandonada sino los terrenos aledaños», señala Jorge Caminero, uno de los impulsores del proyecto, en los que 20 profesionales llevan trabajando intensamente desde el pasado octubre.

Montar terrazas

«Tenemos varias opciones, una de ellas es montar terrazas para que la gente pueda salir, espacios para proyectar películas u organizar festivales al aire libre en verano», explica el arquitecto. En un principio, sería inviable dar uso a los niveles superiores de la estructura, «ya que no hay seguridad, ni escaleras terminadas, ni barandillas», pero obviamente sí que se daría uso a al menos dos de los tres vasos de las piscinas -uno de ellos, el destinado a las competiciones de trampolín, tiene 10 metros de profundidad, lo que le haría inviable recuperarlo-.

La intención de los arquitectos es abrir la instalación a los vecinos de Madrid, y más en concreto a los de San Blas. «Nuestra idea es darle la vuelta a toda esta frustración que hay en el barrio por tener el proyecto parado», señala Caminero.

Para los exteriores de la infraestructura, Splash#Madrid ha pensado en colocar grandes lonas y telas en las vigas de hormigón que cubriesen las inmediaciones del complejo, pudiendo montar allí «mercadillos» o terrazas con chiringuitos, por ejemplo. Éstos últimos también los plantean para el interior del espacio.

Los terrenos alrededor del centro acuático también serían usados para levantar jardines o huertos urbanos, zonas de esparcimiento para los vecinos en vez del secarral de tierras removidas que hay ahora. «Éste es un proyecto de ideas, de mínimos», razonan desde el colectivo, que considera viable estas actuaciones a un coste muy pequeño.

«Son actuaciones de carácter reversible y que pueden desarrollarse durante un periodo de tiempo indeterminado hasta que la administración decida cuál será el futuro del edificio y qué usos pueden darse en él», explican desde este grupo de arquitectos, que no dudó en visitar a la concejala del distrito, Almudena Maíllo, para explicarle el proyecto: «No nos dijo nada concreto, sino que era prematuro y que se lo daría a sus técnicos para que los miraran».

De acuerdo a Caminero, le ofrecieron a la edil hacer un evento público para dar a conocer el proyecto pero lo rechazó alegando «que no quería hacer un debate». El proyecto, en cualquier caso, abre la espita de la discusión por sí mismo.

Y es que una vez cometida la chapuza, ¿hay marcha atrás? «Yo creo que estamos un poco hartos de que los políticos gasten millones y todo se haga a puerta cerrada, en este caso ha habido negligencias a nivel de presupuesto, a nivel de obra, fallos en el proyecto, despilfarro enorme…», relata el profesor de Arquitectura, que insiste en que «es como si los políticos tuvieran vergüenza de lo que han hecho; ahora hay necesidad de que haya un debate hacia la transparencia, tenemos derecho a que se nos escuche».

En ese sentido, explican desde el colectivo, «nuestro proyecto ofrece propuestas muy sostenibles con una inversión mínima», y afirman además que se podría llevar a cabo con ayuda de patrocinadores.

Entretanto, desde el Ayuntamiento de Madrid afirman que en la actualidad se está desarrollando un plan de estudio para dar uso a la infraestructura, que podría ser deportivo o hacerlo en parte de uso comercial. «No se ha tomado ninguna determinación al respecto», señalan desde Urbanismo.

Pese a ser una de las joyas del proyecto olímpico, el Ayuntamiento ya indicó en la carrera para conseguir los Juegos de 2020 que el proyecto debía ser modificado, ya que había que ampliar el aforo hasta las 18.000 localidades desde las 15.000 que tenía el primer proyecto, tal y como revelaron informes municipales de la empresa pública Madridec. El coste de la reforma ascendería a 80 millones.

El proyecto se paró en julio de 2010 por «las circunstancias económicas» y los responsables que lo llevaron a cabo, la UTE Dragados-Ortiz, decidieron no continuar con la obra «dado que con el paso del tiempo puede sufrir un deterioro importante y no se puede determinar los daños, implicaciones y costes derivados de la suspensión», tal y como reveló en su día eldiario.es.

 

Foto portada: El Mundo