Entrevista a Lluís Comerón

Entrevista a Lluís Comerón

Un arquitecto de los 60 hacía 100 casas al año; hoy hace dos

Publicado en El Mundo el 17 de julio de 2020 | Luis Alemany

Pregunta.– ¿Qué es una ley de la arquitectura como la que promueven?

Respuesta.– Igual que la salud y la educación son temas de interés general, legislados y reforzados, el entorno construido tiene que ver con la calidad de vida individual y colectiva y debe ser protegido.

P.– Entiendo que estamos hablando de que los pisos no sean cuchitriles, por ejemplo.

R.– Es algo más. El problema no es la habitación de seis metros cuadrados sino que los modelos en los que vivimos están pensados hace 30 años y ya no sirven. Cuando yo era niño, sólo entraba al dormitorio a dormir. Hoy, los hijos viven hasta los 25 con sus padres, tienen ordenadores… La ley, hasta ahora, atiende al continente de la arquitectura, a los materiales. Queremos que atienda al contenido.

P.– ¿Cómo trata España a su arquitectura?

R.– Hay magníficos arquitectos españoles por todo el mundo y hay muy buena arquitectura por toda España. Nos falta entenderlo que hay de interés colectivo… Puede que la pandemia ayude, que nos lleve a todos a ser críticos con los lugares que habitamos.

P.– La alcaldesa de París quiere expulsar los coches de la ciudad. ¿Es realista?

R.– Es una experiencia que acelera en un camino que es claro para todo el mundo. Todas las ciudades tienen una línea que va en esa dirección para ser más amables en los espacios públicos, para ser más compactas y complejas… Yo creo que el cambio se consigue paso a paso, más que con decretos revolucionarios, pero será interesante.

P.– ¿Afecta el populismo a la arquitectura?

R.– Si por populismo entendemos la toma de decisiones rápidas, sin reflexión, afecta muchísimo. Nuestras decisiones de hoy afectarán a nuestros nietos.

P.– El urbanismo fue la mejor imagen de la democracia en España. Hubo un momento en el que uno pensaba en cualquier ciudad: «Esto tenía fama de feo y ahora está muy bien».

R.– Más que edificar, España dignificó mucho sus equipamientos y sus espacios públicos… Y tuvimos mucho éxito: en todo el mundo se hablaba del Modelo Barcelona.

P.– Pero morimos de éxito. Ahora los barceloneses evitan el Gòtic si pueden.

R.– Son ciclos que están en la naturaleza humana. Pasamos de la excitación más creativa a la repetición y la caricatura. También ocurre que se nos olvida lo que había antes.

P.– Y esa idea de que un arquitecto es un señor que un mes es rico y al siguiente le tiene que pedir dinero prestado a su padre… ¿Eso sigue siendo real?

R.– Este era un oficio con riesgo y con ciclos pero que más o menos te permitía salir adelante. Ocurrió lo que en todas las profesiones universitarias, que subió mucho el número de titulados y, a partir de la crisis, se cayó la demanda. Si divide el número de viviendas que se hacían al año entre el número de arquitectos que había en España, hasta la crisis de 1973, le salía a 100 viviendas por arquitecto y año. Después, a 20; y tras la crisis de 2008, a dos. Obviamente, hay más trabajo que viviendas y se demanda mucho más del arquitecto… La pena es que estamos en un momento en el que la arquitectura es más estimulante y más útil que nunca. El cambio climático, el demográfico… Son temas en los que tenemos mucho que aportar.

P.– ¿Los clientes son mejores que en 1990?

R.– Los encargos son pequeños y el cliente está más presente. Es más exigente, para bien.

LA ÚLTIMA PREGUNTA, CUANDO ESTUDIABA COU, ¿CUÁL ERA LA ALTERNATIVA A ENTRAR EN ARQUITECTURA?

Me han contado que dije por primera vez que quería ser arquitecto a los tres años. Nunca pensé en otra cosa menos durante seis meses de COU, que me interesé por la electrónica y la informática. Vino y se me pasó.


LLUÍS COMERÓN. Mataró, 1960. Arquitecto y presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España. Desde su puesto, promueve una ley de la arquitectura que vigile la calidad del espacio construido, más que de la construcción.