Conferencia "La Belleza Pragmática" | Patxi Mangado

Conferencia "La Belleza Pragmática" | Patxi Mangado

Intervención de Patxi Mangado en su Conferencia del III Congreso ArquitecturaIntervención de Patxi Mangado en su Conferencia del III Congreso Arquitectura

 

Ayer hablaba en la presentación del congreso acerca de que la arquitectura es una actividad extraordinariamente necesaria. Hoy como ponente me toca empezar definiendo cual es a mi entender la “arquitectura necesaria”. Lo intentaré resumir en diez puntos. Estos puntos han sido una constante en mi manera de pensar, independientemente de las circunstancias y coyunturas, de las bonanzas o de las crisis. Hoy afortunadamente son muchos los que, al menos teóricamente, se suman en menor o mayor grado a lo que parece ser un discurso común sobre la contención defendida incluso por aquellos que hacían y pregonaban lo contrario. Todo sea por la arquitectura necesaria.

Quisiera igualmente pedir comprensión por las contradicciones que a buen seguro pueden encontrar entre lo dicho y lo hecho. Siempre es más fácil pregonar que dar ejemplo y los arquitectos abusamos en ocasiones de un lápiz fácil (otros de un ordenador fácil) que seguramente no siempre es compatible con una arquitectura necesaria.

¿Cuáles son estas diez características que nos aproximan según mi criterio a lo que debería ser una arquitectura necesaria?

1)En primer lugar creo que la arquitectura ha de huir del culto al “objeto” como producto del laboratorio endogámico del arquitecto. Pensar que los edificios son objetos ajenos a los contenidos que los justifican, a la realidad y a los problemas que se han de resolver o incluso a las aspiraciones ideológicas legítimas que deben estar detrás de cada proyecto en cuanto que estos aspiran a ser algo más que un simple hecho constructivo, nos conduce a una arquitectura vacía donde todo, incluso la manera en como se presenta el objeto (algo que yo valoro en su justa medida), se transforma en algo banal, en simples recursos gráficos repetidos hasta la saciedad y con seguro de caducidad. La arquitectura que se preocupa solo por el objeto, por la imagen más que por la forma arquitectónica en cuanto sujeto de contenidos, no deja de situarse en el ámbito de lo más comercial y trivial. Y por eso la arquitectura necesaria ha de poner su atención más que en el objeto autista, en las razones, procesos y contenidos que hacen que la decisión arquitectónica o urbana tenga sentido.

2)La arquitectura que necesitamos ha de ser más consciente del contexto entendido éste en todos sus términos, físicos, económicos, sociales y culturales. Es verdad que vivimos en un mundo donde el todo poderoso mercado y la capacidad técnica han igualado procesos y resultados en toda su extensión, pero también lo es que la arquitectura, por aquello a lo que sirve y representa, el hombre y la cultura, ha de estar atenta a lo específico. Solo así puede cumplir sus objetivos pues de lo contrario, siempre resultará una simplificación que los ciudadanos leerán como una imposición seguramente injusta. La falta de atención a lo específico es el primer paso para acabar en lo enunciado en el punto anterior: una producción de piezas solo preocupada por la manera como se presentan y no por resolver problemas ciertos. Igualmente en una arquitectura ajena a lo específico, el papel del arquitecto mismo empieza a ser menos necesario y menos creíble.

3)Como consecuencia de todo ello, la arquitectura necesariamente desarrollará otra característica indispensable una relación más sensata entre los medios y los fines. Utilizamos el manoseado término de sostenibilidad como algo que debe incorporarse a cualquier acción y por supuesto también a la arquitectura. En muchas ocasiones, esta preocupación se traduce solo en una serie de cumplimientos burocráticos o en decisiones de carácter seudotecnológico movidos más por decisiones de intereses económicos y políticos, que por una real preocupación por el medio. O peor aún, se ha desarrollado una suerte de “estilo” sostenible repleto de cánones aparentemente indiscutibles que resultan el colmo de la paradoja. Sin renunciar a los medios técnicos razonables de los que disponemos para desarrollar una arquitectura más responsable con el medio y los recursos, algo indiscutible, hace falta sencillamente más arquitectura, hecha con más inteligencia y sentido común, con más conocimiento, con más exigencia.

4)La arquitectura necesaria ha de ser más eficaz. Pero la eficacia no solo ha de entenderse en términos mecánicos, materiales o solo funcionales y económicos. Eso es algo que quizás resuelven muy bien las grandes compañías que no necesariamente producen arquitectura comprometida y cercana a los valores que nos resultan más sugerentes. En la eficacia, a mi entender, caben todos aquellos valores que van más allá de lo analítico para conformar esa otra base intuitiva que tiene la arquitectura. Valores como, capacidad de representar, de provocar sentimientos, de dignificar, de emoción,…. y otros muchos han de conformar lo que yo entiendo como una arquitectura eficaz y por tanto necesaria.

5)Creo que la arquitectura necesaria debe tener una dimensión ética. Ética en su aspecto social pero también y sobre todo personal por parte de los que la hacen. Los arquitectos que aspiramos a hacer una arquitectura que realmente resulte necesaria, hemos de preguntarnos continuamente respecto al sentido de lo que hacemos y a quien servimos. Porque la arquitectura y su ejercicio es servicio. Pero servicio no es servilismo. ¿Qué nos ha pedido desafortunadamente la sociedad hasta ahora? Producción o espectáculo. La arquitectura necesaria ha de ser en gran medida transgresora dando más de lo que se le solicita. Debe tratar de proponer, de ir más allá. Para ello, los arquitectos que la practiquen han de interpretar la realidad con sentido crítico, no dando nada por supuesto, alejándose del eslogan, de lo políticamente correcto y viendo la realidad como algo fantástico, el mejor recurso para hacer y soñar arquitectura. Y ello requiere más inteligencia para detectar los problemas, más sensibilidad para resolverlos y una cierta posición comprometida.

6)Esta actitud crítica ha de traducirse en los próximos años en una arquitectura de sustraer más que de añadir. De recuperar y mejorar lo existente más que en hacer nuevo. Es evidente que no podemos generalizar y que cada circunstancia y situación, cada país y contexto son diferentes. Pero, especialmente si nos referimos a España y Europa, lo es también que un análisis sensible de la realidad aconseja empezar por aprovechar más y mejor lo existente, transformando y limpiando lo que sea necesario, y haciendo posible que estructuras urbanas y construcciones más o menos obsoletas, más o menos desafortunadas, puedan incorporarse en condiciones de dignidad a la vida y el uso de los ciudadanos o desaparecer. Esto también es hacer arquitectura. ¿Por qué no es arquitectura derribar construcciones inútiles que abundan y destruyen nuestras costas? ¿No contribuiría esta limpieza a mejorar, por ejemplo, nuestro modelo turístico? Bienvenidas sean todas las acciones sobre la ciudad existente. Sobre una ciudad que para ser razonable en términos de uso de recursos ha de ser densa y concentrada. Aprovechar lo existente, quitar más que añadir, pensar más que dibujar.

7)La arquitectura necesaria ha de apostar por la investigación mucho más que por la especulación. Durante los últimos años muchos arquitectos han abusado del término especulación resultando este, en algunos casos, ser la simple búsqueda de nuevas “sorpresas” estilistas que permitieran poner al autor en el mapa de la arquitectura de éxito. Sorpresas estilísticas que no eran sino revisiones banales de una modernidad que ya había propuesto casi todo como consecuencia de una real, voluntad de mejorar, no solo de figurar. Todo está hecho y seguramente mejor. Por contra, la investigación nos refiere a una arquitectura que se compromete con la búsqueda de nuevos o revisados sistemas constructivos más eficaces; con la utilización de nuevos materiales o con tradicionales de nuevas maneras; con el análisis riguroso de nuevos tipos o a la revisión de los antiguos para adaptarlos a los nuevos programas, demandas, y necesidades; con las implicaciones sociales y políticas de la arquitectura; con el estudio de sistemas productivos que permitan hacer las cosas mejor con menos recursos, o lo que es lo mismo, con una mejor y más fructífera relación entre arquitectura e industria; con el estudio del espacio; con el conocimiento de la historia,… La arquitectura necesaria ha de conocer mejor la historia de la arquitectura hoy por desgracia tan poco considerada. Su conocimiento ahorra tiempo y sobretodo evita errores. Su desconocimiento hace que los resultados sean más débiles y cuajados de insensateces. La historia y su conocimiento nunca es un problema, algo que nos limita, por contra es un acicate que nos estimula a investigar.

8)La arquitectura necesaria ha de desarrollarse en el contexto de una fructífera interdisciplinariedad. Pero dicho esto, no ha de renunciar a dar soluciones a los problemas específicos de la arquitectura. Lo contrario es echar balones fuera. En gran medida es lo que pasa hoy y la arquitectura, con la excusa de esa necesaria interdisciplinariedad, renuncia a ser una disciplina y a dar respuesta a problemas específicos que ha de solucionar. La Fundación Arquitectura y Sociedad, ya en su nombre, reconoce la necesidad, la obligación diría yo, de esta relación con otras áreas de conocimiento, pero siempre para mejorar la nuestra, no para diluirla en ellas. Siempre para ser mejor en nuestras propuestas, no para evitarlas.

9)La arquitectura necesaria ha de valorar más el sentido de lo público. De la responsabilidad pública de la arquitectura, de su capacidad para representarnos y por tanto de su compromiso con la ciudad y el paisaje. Hablábamos el año pasado aquí de Lo Común. Ese compromiso con lo común es más necesario pues la hace más sólida y la dota de más sentido. Igualmente la convierte en un agente de equilibrio social más eficaz. Pero dicho esto, los arquitectos también han de recuperar otros conceptos que parecen olvidados en la medida que la visión objetiva a la que nos referíamos hace que la arquitectura se aprecie fundamentalmente en su apariencia exterior. Pertenecen estos en su mayoría a la esfera privada y reclaman una mayor preocupación por lo que ocurre en el interior. Los arquitectos se preocupan poco de los interiores. Comodidad, calidad de vida. Higiene. Luminosidad. Confortabilidad. Calidad espacial. etc., etc. Son conceptos que los profesores de arquitectura ya no utilizamos o lo hacemos poco en la relación con nuestros alumnos. Y no deberíamos olvidarlos si queremos hacer una arquitectura que sirva mejor.

10)La arquitectura necesaria ha de ser consciente del material más importante del que hoy dispone o mejor, no dispone la arquitectura, el tiempo. La arquitectura hecha rápida, sin tiempo para pensarse, sin tiempo para disfrutarse, resulta débil y fácilmente manipulable por los intereses del mercado. El antídoto más importante contra los efectos del mercado, de la banalidad, del consumo, es el tiempo. El tiempo dota de profundidad a la arquitectura. Si analizo las arquitecturas que menos me interesan todas tienen algo que ver con la falta de tiempo. Cuando los proyectos se repiten independientemente del lugar y las circunstancias, sospecho que sencillamente no han sido pensados con tiempo… Cuando los proyectos no son sugerentes, no emocionan, no son eficaces, no duran,… pienso que no se han realizado con y pensando en el tiempo… Por difícil que parezca conseguirlo en nuestras presentes circunstancias, la arquitectura necesaria requiere tiempo.

Me toca hablar de la arquitectura necesaria en relación con la belleza. Me resulta especialmente gratificante que el director me haya colocado en este epígrafe del congreso. Lo primero que he de decir es que todas estas condiciones de la arquitectura necesaria a las que me he referido someramente, y seguramente algunos más, nos conducen, a mi entender, a una arquitectura bella. Porque dos cosas son importantes. La primera es que la belleza en la arquitectura no es un lujo. No es algo que debe darse como un extra al que solo algunos tienen la posibilidad o la suerte de acceder, forma parte del objetivo intrínseco de nuestro trabajo. Es una obligación de la arquitectura y de los que la hacemos y tiene que ver con ese sentido transgresor que nos obliga a dar siempre más comprometiéndonos con lo que hacemos. Y la segunda es que la belleza no solo tiene un sentido sensorial, que también es importante, sino que ha de adquirir una dimensión ética, tanto en contenidos como en compromisos, algunos de los cuales seguramente no todos, ya hemos desgranado aquí.

Patxi Mangado

 

Fotografía de portada extraida de la web oficial del congreso. Autores: Juan Rodríguez y Montse Zamorano

 

Ayer hablaba en la presentación del congreso acerca de que la arquitectura es una actividad extraordinariamente necesaria. Hoy como ponente me toca empezar definiendo cual es a mi entender la “arquitectura necesaria”. Lo intentaré resumir en diez puntos. Estos puntos han sido una constante en mi manera de pensar, independientemente de las circunstancias y coyunturas, de las bonanzas o de las crisis. Hoy afortunadamente son muchos los que, al menos teóricamente, se suman en menor o mayor grado a lo que parece ser un discurso común sobre la contención defendida incluso por aquellos que hacían y pregonaban lo contrario. Todo sea por la arquitectura necesaria.

Quisiera igualmente pedir comprensión por las contradicciones que a buen seguro pueden encontrar entre lo dicho y lo hecho. Siempre es más fácil pregonar que dar ejemplo y los arquitectos abusamos en ocasiones de un lápiz fácil (otros de un ordenador fácil) que seguramente no siempre es compatible con una arquitectura necesaria.

¿Cuáles son estas diez características que nos aproximan según mi criterio a lo que debería ser una arquitectura necesaria?

1)En primer lugar creo que la arquitectura ha de huir del culto al “objeto” como producto del laboratorio endogámico del arquitecto. Pensar que los edificios son objetos ajenos a los contenidos que los justifican, a la realidad y a los problemas que se han de resolver o incluso a las aspiraciones ideológicas legítimas que deben estar detrás de cada proyecto en cuanto que estos aspiran a ser algo más que un simple hecho constructivo, nos conduce a una arquitectura vacía donde todo, incluso la manera en como se presenta el objeto (algo que yo valoro en su justa medida), se transforma en algo banal, en simples recursos gráficos repetidos hasta la saciedad y con seguro de caducidad. La arquitectura que se preocupa solo por el objeto, por la imagen más que por la forma arquitectónica en cuanto sujeto de contenidos, no deja de situarse en el ámbito de lo más comercial y trivial. Y por eso la arquitectura necesaria ha de poner su atención más que en el objeto autista, en las razones, procesos y contenidos que hacen que la decisión arquitectónica o urbana tenga sentido.

2)La arquitectura que necesitamos ha de ser más consciente del contexto entendido éste en todos sus términos, físicos, económicos, sociales y culturales. Es verdad que vivimos en un mundo donde el todo poderoso mercado y la capacidad técnica han igualado procesos y resultados en toda su extensión, pero también lo es que la arquitectura, por aquello a lo que sirve y representa, el hombre y la cultura, ha de estar atenta a lo específico. Solo así puede cumplir sus objetivos pues de lo contrario, siempre resultará una simplificación que los ciudadanos leerán como una imposición seguramente injusta. La falta de atención a lo específico es el primer paso para acabar en lo enunciado en el punto anterior: una producción de piezas solo preocupada por la manera como se presentan y no por resolver problemas ciertos. Igualmente en una arquitectura ajena a lo específico, el papel del arquitecto mismo empieza a ser menos necesario y menos creíble.

3)Como consecuencia de todo ello, la arquitectura necesariamente desarrollará otra característica indispensable una relación más sensata entre los medios y los fines. Utilizamos el manoseado término de sostenibilidad como algo que debe incorporarse a cualquier acción y por supuesto también a la arquitectura. En muchas ocasiones, esta preocupación se traduce solo en una serie de cumplimientos burocráticos o en decisiones de carácter seudotecnológico movidos más por decisiones de intereses económicos y políticos, que por una real preocupación por el medio. O peor aún, se ha desarrollado una suerte de “estilo” sostenible repleto de cánones aparentemente indiscutibles que resultan el colmo de la paradoja. Sin renunciar a los medios técnicos razonables de los que disponemos para desarrollar una arquitectura más responsable con el medio y los recursos, algo indiscutible, hace falta sencillamente más arquitectura, hecha con más inteligencia y sentido común, con más conocimiento, con más exigencia.

4)La arquitectura necesaria ha de ser más eficaz. Pero la eficacia no solo ha de entenderse en términos mecánicos, materiales o solo funcionales y económicos. Eso es algo que quizás resuelven muy bien las grandes compañías que no necesariamente producen arquitectura comprometida y cercana a los valores que nos resultan más sugerentes. En la eficacia, a mi entender, caben todos aquellos valores que van más allá de lo analítico para conformar esa otra base intuitiva que tiene la arquitectura. Valores como, capacidad de representar, de provocar sentimientos, de dignificar, de emoción,…. y otros muchos han de conformar lo que yo entiendo como una arquitectura eficaz y por tanto necesaria.

5)Creo que la arquitectura necesaria debe tener una dimensión ética. Ética en su aspecto social pero también y sobre todo personal por parte de los que la hacen. Los arquitectos que aspiramos a hacer una arquitectura que realmente resulte necesaria, hemos de preguntarnos continuamente respecto al sentido de lo que hacemos y a quien servimos. Porque la arquitectura y su ejercicio es servicio. Pero servicio no es servilismo. ¿Qué nos ha pedido desafortunadamente la sociedad hasta ahora? Producción o espectáculo. La arquitectura necesaria ha de ser en gran medida transgresora dando más de lo que se le solicita. Debe tratar de proponer, de ir más allá. Para ello, los arquitectos que la practiquen han de interpretar la realidad con sentido crítico, no dando nada por supuesto, alejándose del eslogan, de lo políticamente correcto y viendo la realidad como algo fantástico, el mejor recurso para hacer y soñar arquitectura. Y ello requiere más inteligencia para detectar los problemas, más sensibilidad para resolverlos y una cierta posición comprometida.

6)Esta actitud crítica ha de traducirse en los próximos años en una arquitectura de sustraer más que de añadir. De recuperar y mejorar lo existente más que en hacer nuevo. Es evidente que no podemos generalizar y que cada circunstancia y situación, cada país y contexto son diferentes. Pero, especialmente si nos referimos a España y Europa, lo es también que un análisis sensible de la realidad aconseja empezar por aprovechar más y mejor lo existente, transformando y limpiando lo que sea necesario, y haciendo posible que estructuras urbanas y construcciones más o menos obsoletas, más o menos desafortunadas, puedan incorporarse en condiciones de dignidad a la vida y el uso de los ciudadanos o desaparecer. Esto también es hacer arquitectura. ¿Por qué no es arquitectura derribar construcciones inútiles que abundan y destruyen nuestras costas? ¿No contribuiría esta limpieza a mejorar, por ejemplo, nuestro modelo turístico? Bienvenidas sean todas las acciones sobre la ciudad existente. Sobre una ciudad que para ser razonable en términos de uso de recursos ha de ser densa y concentrada. Aprovechar lo existente, quitar más que añadir, pensar más que dibujar.

7)La arquitectura necesaria ha de apostar por la investigación mucho más que por la especulación. Durante los últimos años muchos arquitectos han abusado del término especulación resultando este, en algunos casos, ser la simple búsqueda de nuevas “sorpresas” estilistas que permitieran poner al autor en el mapa de la arquitectura de éxito. Sorpresas estilísticas que no eran sino revisiones banales de una modernidad que ya había propuesto casi todo como consecuencia de una real, voluntad de mejorar, no solo de figurar. Todo está hecho y seguramente mejor. Por contra, la investigación nos refiere a una arquitectura que se compromete con la búsqueda de nuevos o revisados sistemas constructivos más eficaces; con la utilización de nuevos materiales o con tradicionales de nuevas maneras; con el análisis riguroso de nuevos tipos o a la revisión de los antiguos para adaptarlos a los nuevos programas, demandas, y necesidades; con las implicaciones sociales y políticas de la arquitectura; con el estudio de sistemas productivos que permitan hacer las cosas mejor con menos recursos, o lo que es lo mismo, con una mejor y más fructífera relación entre arquitectura e industria; con el estudio del espacio; con el conocimiento de la historia,… La arquitectura necesaria ha de conocer mejor la historia de la arquitectura hoy por desgracia tan poco considerada. Su conocimiento ahorra tiempo y sobretodo evita errores. Su desconocimiento hace que los resultados sean más débiles y cuajados de insensateces. La historia y su conocimiento nunca es un problema, algo que nos limita, por contra es un acicate que nos estimula a investigar.

8)La arquitectura necesaria ha de desarrollarse en el contexto de una fructífera interdisciplinariedad. Pero dicho esto, no ha de renunciar a dar soluciones a los problemas específicos de la arquitectura. Lo contrario es echar balones fuera. En gran medida es lo que pasa hoy y la arquitectura, con la excusa de esa necesaria interdisciplinariedad, renuncia a ser una disciplina y a dar respuesta a problemas específicos que ha de solucionar. La Fundación Arquitectura y Sociedad, ya en su nombre, reconoce la necesidad, la obligación diría yo, de esta relación con otras áreas de conocimiento, pero siempre para mejorar la nuestra, no para diluirla en ellas. Siempre para ser mejor en nuestras propuestas, no para evitarlas.

9)La arquitectura necesaria ha de valorar más el sentido de lo público. De la responsabilidad pública de la arquitectura, de su capacidad para representarnos y por tanto de su compromiso con la ciudad y el paisaje. Hablábamos el año pasado aquí de Lo Común. Ese compromiso con lo común es más necesario pues la hace más sólida y la dota de más sentido. Igualmente la convierte en un agente de equilibrio social más eficaz. Pero dicho esto, los arquitectos también han de recuperar otros conceptos que parecen olvidados en la medida que la visión objetiva a la que nos referíamos hace que la arquitectura se aprecie fundamentalmente en su apariencia exterior. Pertenecen estos en su mayoría a la esfera privada y reclaman una mayor preocupación por lo que ocurre en el interior. Los arquitectos se preocupan poco de los interiores. Comodidad, calidad de vida. Higiene. Luminosidad. Confortabilidad. Calidad espacial. etc., etc. Son conceptos que los profesores de arquitectura ya no utilizamos o lo hacemos poco en la relación con nuestros alumnos. Y no deberíamos olvidarlos si queremos hacer una arquitectura que sirva mejor.

10)La arquitectura necesaria ha de ser consciente del material más importante del que hoy dispone o mejor, no dispone la arquitectura, el tiempo. La arquitectura hecha rápida, sin tiempo para pensarse, sin tiempo para disfrutarse, resulta débil y fácilmente manipulable por los intereses del mercado. El antídoto más importante contra los efectos del mercado, de la banalidad, del consumo, es el tiempo. El tiempo dota de profundidad a la arquitectura. Si analizo las arquitecturas que menos me interesan todas tienen algo que ver con la falta de tiempo. Cuando los proyectos se repiten independientemente del lugar y las circunstancias, sospecho que sencillamente no han sido pensados con tiempo… Cuando los proyectos no son sugerentes, no emocionan, no son eficaces, no duran,… pienso que no se han realizado con y pensando en el tiempo… Por difícil que parezca conseguirlo en nuestras presentes circunstancias, la arquitectura necesaria requiere tiempo.

Me toca hablar de la arquitectura necesaria en relación con la belleza. Me resulta especialmente gratificante que el director me haya colocado en este epígrafe del congreso. Lo primero que he de decir es que todas estas condiciones de la arquitectura necesaria a las que me he referido someramente, y seguramente algunos más, nos conducen, a mi entender, a una arquitectura bella. Porque dos cosas son importantes. La primera es que la belleza en la arquitectura no es un lujo. No es algo que debe darse como un extra al que solo algunos tienen la posibilidad o la suerte de acceder, forma parte del objetivo intrínseco de nuestro trabajo. Es una obligación de la arquitectura y de los que la hacemos y tiene que ver con ese sentido transgresor que nos obliga a dar siempre más comprometiéndonos con lo que hacemos. Y la segunda es que la belleza no solo tiene un sentido sensorial, que también es importante, sino que ha de adquirir una dimensión ética, tanto en contenidos como en compromisos, algunos de los cuales seguramente no todos, ya hemos desgranado aquí.

Patxi Mangado

 

Fotografía de portada extraida de la web oficial del congreso. Autores: Juan Rodríguez y Montse Zamorano