Reconversión de Can Batlló

Reconversión de Can Batlló

Licitada la urbanización del recinto, que en tres años acogerá las oficinas de Hábitat UrbanoLicitada la urbanización del recinto, que en tres años acogerá las oficinas de Hábitat Urbano

Publicado el jueves, 16 de octubre de 2014 en LA VNAGUARDIA

 

SILVIA ANGULO / JAUME V. AROCA | El Ayuntamiento de Barcelona ha adquirido la gran nave central de Can Batlló, una de las mejores piezas de la arquitectura industrial de Barcelona, singulares, entre otros motivos por las rotundas columnas que coronaban la vieja fábrica de hilaturas de Juan Batlló.

El edificio, con una superficie de unos 21.000 metros cuadrados, lo ha comprado el Ayuntamiento a la Generalitat, su actual propietario, por unos 20 millones de euros. La nave debería albergar dentro de tres años y tras una inversión de no menos de 35 millones de euros las oficinas, hoy repartidas por la ciudad, del área de Hábitat Urbano.

La adquisición se descuenta de la deuda que la Generalitat mantiene con el Ayuntamiento, estimada a finales de agosto de este año en 164 millones de euros. En realidad se trata de una especie de dación en pago. Junto a este edificio, el Ayuntamiento también adquiere en esta misma operación otro inmueble en la Via Laietana 8-9. Tres plantas de este edificio, también propiedad del Govern, valoradas en diez millones, pasan a las manos del Ayuntamiento también a cuenta de la deuda del Govern.

La compra fue presentada ayer por la segunda teniente de alcalde, Sònia Recasens, y por el concejal de Sants-Montjuïc, Jordi Martí, como una “operación estratégica”. Recasens explicó que no está claro todavía para qué se utilizarán estas tres plantas de Via Laietana, que suman en total unos 10.000 metros cuadrados, pero justificó ambas adquisiciones con el ahorro que a medio plazo significará para el Ayuntamiento disponer de edificios en propiedad en lugar de pagar alquileres. Recasens estimó que la ciudad se puede llegar a ahorrar 7,5 millones cada año cuando ambos edificios estén en funcionamiento. De hecho, el Ayuntamiento está a punto de adjudicar la urbanización de los espacios abiertos de Can Batlló mientras la promoción inmobiliaria del grupo Inmogaudir en el frente de esta finca en Gran Via sigue pendiente de financiación.

Pero también para la Generalitat es un muy buen negocio. En primer lugar, porque le permite reducir la deuda ante el cierre inminente de un año presupuestario horrible (de hecho, ayer la Generalitat lanzó una nueva subasta de propiedades; véase la página 63 de Economía). Y en segundo lugar, y todavía más importante, porque en realidad la Generalitat nunca pagó nada por este edificio. Por decirlo así, lo suyo es una ganancia neta en toda regla.

En resumidas cuentas, esta nave acabó en manos de la Generalitat merced a una operación -de hecho, era la segunda que se realizaba- de desplazamiento de edificabilidad a Can Batlló. Este terreno estaba calificado originalmente por el Plan General Metropolitano como equipamiento. El Ayuntamiento se hizo con la propiedad con el traslado de la edificabilidad de Eduardo Aunós y luego la Generalitat, que pretendía hacer en esta gran nave la sede del Departament de Medio Ambiente, repitió la operación aportando edificabilidad sobrante de la Ciutat de la Justícia. En suma, la adquisición, en primer lugar, de casi todos los terrenos y, luego, de la nave central se hizo del mismo modo. Quien se quedó con gran parte de la nueva edificabilidad fue la inmobiliaria Inmogaudir, propiedad de la familia Muñoz Ramonet, con la que el Ayuntamiento mantiene un largo contencioso por el legado artístico de Julio Muñoz Ramonet.

En paralelo, el Ayuntamiento está a punto de adjudicar los trabajos de reurbanización provisional del viejo recinto fabril, proceso previo para que se puedan empezar a construir las viviendas -públicas y privadas- y equipamientos y abrir definitivamente el recinto al barrio de la Bordeta con grandes espacios públicos. El proyecto llevaba años encallado y ha sufrido continuas transformaciones derivadas de la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria. De hecho, Inmogaudir busca capital para construir las promociones de pisos libres que deben alzarse entre las viejas industrias.

El ámbito de Can Batlló está semiabierto desde el 2011, momento en el que, tras un pacto entre el Ayuntamiento, las entidades vecinales y la promotora, se permitió ocupar algunos de los edificios para transformarlos en equipamiento de barrio.

La intención del Ayuntamiento, y así se muestra en el proyecto de licitación -valorado en 1,2 millones de euros-, es preservar la memoria industrial del recinto mediante el mantenimiento y la reutilización de algunas de las naves. No todas se conservan en buen estado y tienen el mismo futuro. Algunas se derribarán.

En este tiempo se han hecho pequeñas actuaciones, como la de asfaltar algunos caminos, construir un cercado temporal del recinto o colocar un mínimo de iluminación. El resto del recinto permanece cerrado al público y el estado de la urbanización ha quedado completamente obsoleto tras años sin mejoras y sin una red de servicios. Y es aquí donde incidirá la urbanización provisional, dotando a la zona de iluminación pública, alcantarillado y agua potable.

Estas obras provisionales tendrán una duración de seis meses y definirán una serie de caminos por el interior del antiguo complejo industrial que ha de mejorar la movilidad peatonal con los barrios limítrofes. Estos nuevos itinerarios preservarán la actual vegetación y la revalorizarán con huertos urbanos y también grandes jardines.

La actuación también permitirá recuperar las puertas históricas del recinto “como iconos de nuevo espacio público”. La de la Gran Via se rehabilitará integralmente para dar entrada a Can Batlló desde esta avenida. También se reaprovecharán las antiguas farolas que están integradas en las fachadas de las naves industriales y las viejas marquesinas que daban sombra a los vehículos de los empleados. Estas estructuras se podrían convertir en puntos de luz o zonas de juegos infantiles. Otra de las ideas en las que trabajan los técnicos es que los muros exteriores puedan ser utilizados para albergar exposiciones de arte urbano y que otras paredes interiores sirvan para practicar boulder, un tipo de escalada.

Los trabajos comportarán el traslado del aparcamiento a un nuevo emplazamiento situado entre los bloques 11 y 12 con capacidad para más de 300 vehículos.

Foto portada extraida de LA VANGUARDIA

Publicado el jueves, 16 de octubre de 2014 en LA VNAGUARDIA

 

SILVIA ANGULO / JAUME V. AROCA | El Ayuntamiento de Barcelona ha adquirido la gran nave central de Can Batlló, una de las mejores piezas de la arquitectura industrial de Barcelona, singulares, entre otros motivos por las rotundas columnas que coronaban la vieja fábrica de hilaturas de Juan Batlló.

El edificio, con una superficie de unos 21.000 metros cuadrados, lo ha comprado el Ayuntamiento a la Generalitat, su actual propietario, por unos 20 millones de euros. La nave debería albergar dentro de tres años y tras una inversión de no menos de 35 millones de euros las oficinas, hoy repartidas por la ciudad, del área de Hábitat Urbano.

La adquisición se descuenta de la deuda que la Generalitat mantiene con el Ayuntamiento, estimada a finales de agosto de este año en 164 millones de euros. En realidad se trata de una especie de dación en pago. Junto a este edificio, el Ayuntamiento también adquiere en esta misma operación otro inmueble en la Via Laietana 8-9. Tres plantas de este edificio, también propiedad del Govern, valoradas en diez millones, pasan a las manos del Ayuntamiento también a cuenta de la deuda del Govern.

La compra fue presentada ayer por la segunda teniente de alcalde, Sònia Recasens, y por el concejal de Sants-Montjuïc, Jordi Martí, como una “operación estratégica”. Recasens explicó que no está claro todavía para qué se utilizarán estas tres plantas de Via Laietana, que suman en total unos 10.000 metros cuadrados, pero justificó ambas adquisiciones con el ahorro que a medio plazo significará para el Ayuntamiento disponer de edificios en propiedad en lugar de pagar alquileres. Recasens estimó que la ciudad se puede llegar a ahorrar 7,5 millones cada año cuando ambos edificios estén en funcionamiento. De hecho, el Ayuntamiento está a punto de adjudicar la urbanización de los espacios abiertos de Can Batlló mientras la promoción inmobiliaria del grupo Inmogaudir en el frente de esta finca en Gran Via sigue pendiente de financiación.

Pero también para la Generalitat es un muy buen negocio. En primer lugar, porque le permite reducir la deuda ante el cierre inminente de un año presupuestario horrible (de hecho, ayer la Generalitat lanzó una nueva subasta de propiedades; véase la página 63 de Economía). Y en segundo lugar, y todavía más importante, porque en realidad la Generalitat nunca pagó nada por este edificio. Por decirlo así, lo suyo es una ganancia neta en toda regla.

En resumidas cuentas, esta nave acabó en manos de la Generalitat merced a una operación -de hecho, era la segunda que se realizaba- de desplazamiento de edificabilidad a Can Batlló. Este terreno estaba calificado originalmente por el Plan General Metropolitano como equipamiento. El Ayuntamiento se hizo con la propiedad con el traslado de la edificabilidad de Eduardo Aunós y luego la Generalitat, que pretendía hacer en esta gran nave la sede del Departament de Medio Ambiente, repitió la operación aportando edificabilidad sobrante de la Ciutat de la Justícia. En suma, la adquisición, en primer lugar, de casi todos los terrenos y, luego, de la nave central se hizo del mismo modo. Quien se quedó con gran parte de la nueva edificabilidad fue la inmobiliaria Inmogaudir, propiedad de la familia Muñoz Ramonet, con la que el Ayuntamiento mantiene un largo contencioso por el legado artístico de Julio Muñoz Ramonet.

En paralelo, el Ayuntamiento está a punto de adjudicar los trabajos de reurbanización provisional del viejo recinto fabril, proceso previo para que se puedan empezar a construir las viviendas -públicas y privadas- y equipamientos y abrir definitivamente el recinto al barrio de la Bordeta con grandes espacios públicos. El proyecto llevaba años encallado y ha sufrido continuas transformaciones derivadas de la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria. De hecho, Inmogaudir busca capital para construir las promociones de pisos libres que deben alzarse entre las viejas industrias.

El ámbito de Can Batlló está semiabierto desde el 2011, momento en el que, tras un pacto entre el Ayuntamiento, las entidades vecinales y la promotora, se permitió ocupar algunos de los edificios para transformarlos en equipamiento de barrio.

La intención del Ayuntamiento, y así se muestra en el proyecto de licitación -valorado en 1,2 millones de euros-, es preservar la memoria industrial del recinto mediante el mantenimiento y la reutilización de algunas de las naves. No todas se conservan en buen estado y tienen el mismo futuro. Algunas se derribarán.

En este tiempo se han hecho pequeñas actuaciones, como la de asfaltar algunos caminos, construir un cercado temporal del recinto o colocar un mínimo de iluminación. El resto del recinto permanece cerrado al público y el estado de la urbanización ha quedado completamente obsoleto tras años sin mejoras y sin una red de servicios. Y es aquí donde incidirá la urbanización provisional, dotando a la zona de iluminación pública, alcantarillado y agua potable.

Estas obras provisionales tendrán una duración de seis meses y definirán una serie de caminos por el interior del antiguo complejo industrial que ha de mejorar la movilidad peatonal con los barrios limítrofes. Estos nuevos itinerarios preservarán la actual vegetación y la revalorizarán con huertos urbanos y también grandes jardines.

La actuación también permitirá recuperar las puertas históricas del recinto “como iconos de nuevo espacio público”. La de la Gran Via se rehabilitará integralmente para dar entrada a Can Batlló desde esta avenida. También se reaprovecharán las antiguas farolas que están integradas en las fachadas de las naves industriales y las viejas marquesinas que daban sombra a los vehículos de los empleados. Estas estructuras se podrían convertir en puntos de luz o zonas de juegos infantiles. Otra de las ideas en las que trabajan los técnicos es que los muros exteriores puedan ser utilizados para albergar exposiciones de arte urbano y que otras paredes interiores sirvan para practicar boulder, un tipo de escalada.

Los trabajos comportarán el traslado del aparcamiento a un nuevo emplazamiento situado entre los bloques 11 y 12 con capacidad para más de 300 vehículos.

Foto portada extraida de LA VANGUARDIA