Publicat el 14 de novembre a el Periódico – OPINIÓN
En el sanatorio de Paimio, el arquitecto finlandés Alvar Aalto ya colocó luz indirecta en las habitaciones y pintó los techos de verde. Lo hizo para no deslumbrar al enfermo, quien a fin de cuentas se pasa la mayoría de horas acostado, mirando hacia arriba. Publicado el 14 de noviembre en el Periódico – OPINIÓN
En el sanatorio de Paimio, el arquitecto finlandés Alvar Aalto ya colocó luz indirecta en las habitaciones y pintó los techos de verde. Lo hizo para no deslumbrar al enfermo, quien a fin de cuentas se pasa la mayoría de horas acostado, mirando hacia arriba.Pero 85 años después la mayoría de los techos de los cuartos hospitalarios siguen siendo horrendos: enormes plafones blancos con terribles fluorescentes reflectantes. La misma iluminación que en el resto de la instalación. Pocos piensan en el enfermo. Y cada vez hay más. Todos lo hemos sido y lo vamos a seguir siendo, con un poco de suerte, durante muchos años. La esperanza de vida se alarga y aumenta exponencialmente la posibilidad de enfermar de forma más asidua e incluso crónica. Probablemente vamos a pasar muchas horas boca arriba.
Hay que repensar los espacios de los hospitales en beneficio de los propios enfermos
Uno de los sectores donde la arquitectura, el interiorismo, el diseño industrial, gráfico y de mobiliario debe reinventarse es precisamente este sector asistencial creciente. En España, a pesar de lo que se cuenta, faltan hospitales.
Según la OMS, tenemos 32 camas por cada 10.000 habitantes, menos que Eslovenia y al nivel de Albania, mientras que la ratio en Francia es de 69 y en Alemania de 82. Tenemos, pues, un largo recorrido por delante y una oportunidad para hacer las cosas mejor. Edificios acogedores con distribuciones no solo racionales sino orgánicas, señalizaciones claras y precisas, repensar las aparatosas camas, los amenazantes instrumentos, los angostos pasillos, las gélidas salas de espera… Un nuevo humanismo que acomode aquellos espacios donde uno se siente más frágil y vulnerable. Donde se pasa de la intimidad a cierta intimidación. Un apasionante mundo a reinventar desde la nueva sensibilidad participativa y el genio creativo. Donde la Administración pública debe volver a tomar la iniciativa que ha ido abandonando.
Pero 85 años después la mayoría de los techos de los cuartos hospitalarios siguen siendo horrendos: enormes plafones blancos con terribles fluorescentes reflectantes. La misma iluminación que en el resto de la instalación. Pocos piensan en el enfermo. Y cada vez hay más. Todos lo hemos sido y lo vamos a seguir siendo, con un poco de suerte, durante muchos años. La esperanza de vida se alarga y aumenta exponencialmente la posibilidad de enfermar de forma más asidua e incluso crónica. Probablemente vamos a pasar muchas horas boca arriba.Hay que repensar los espacios de los hospitales en beneficio de los propios enfermos
Uno de los sectores donde la arquitectura, el interiorismo, el diseño industrial, gráfico y de mobiliario debe reinventarse es precisamente este sector asistencial creciente. En España, a pesar de lo que se cuenta, faltan hospitales.
Según la OMS, tenemos 32 camas por cada 10.000 habitantes, menos que Eslovenia y al nivel de Albania, mientras que la ratio en Francia es de 69 y en Alemania de 82. Tenemos, pues, un largo recorrido por delante y una oportunidad para hacer las cosas mejor. Edificios acogedores con distribuciones no solo racionales sino orgánicas, señalizaciones claras y precisas, repensar las aparatosas camas, los amenazantes instrumentos, los angostos pasillos, las gélidas salas de espera… Un nuevo humanismo que acomode aquellos espacios donde uno se siente más frágil y vulnerable. Donde se pasa de la intimidad a cierta intimidación. Un apasionante mundo a reinventar desde la nueva sensibilidad participativa y el genio creativo. Donde la Administración pública debe volver a tomar la iniciativa que ha ido abandonando.