La maqueta del proyecto de Villanueva, estrella de las nuevas salas del Museo de Bellas Artes de San FernandoLa maqueta del proyecto de Villanueva, estrella de las nuevas salas del Museo de Bellas Artes de San Fernando
Publicado el viernes, 24 de octubre de 2014 en el ABC
JESÚS GARCÍA CALERO | El mismo día en el que uno de los más afamados arquitectos del mundo, Frank Gehry, levantaba desde Oviedo la polémica con un gesto grosero y la frase: «El 98% de los edificios que se construyen hoy es pura mierda», la Academia de Bellas Artes de San Fernando reivindicaba a los clásicos de la arquitectura. ¡Y de qué forma! Primero inaugurando dos salas en su museo dedicadas a la disciplina histórica con un recorrido por sus fondos que incluyen planos, maquetas y retratos desde Herrera al ensanche barcelonés de Cerdá. Y en ellas, desde ayer, podemos ver uno de los edificios más importantes de nuestro país tal y como fue pensado en un principio. Contemplamos aquel «Gabinete de Historia Natural y Academia de Ciencias» de Juan de Villanueva que no fue ideado para acoger un museo como el Prado.
El edificio lo vemos en maqueta, un modelo precioso con la topografía del XVIII y con los elegantes «pórticos cubiertos para el paseo público» que Villanueva dibujó. Siguiendo al milímetro aquellos planos que conserva la Real Academia de Bellas Artes, el equipo de Juan de Dios Hernández y Jesús Rey arroja nueva luz sobre la historia de la Arquitectura. El proyecto ha costado 45.000 euros y ha sido posible –en tiempos de crisis y ajustes presupuestarios– gracias a la generosidad del inversor y mecenas norteamericano Richard H. Driehaus, que ayer estaba feliz por varios motivos. Además de la presentación de la maqueta y las salas que la Academia de Bellas Artes de San Fernando inauguró ayer, Driehaus entregó el premio Internacional de Arquitectura Rafael Manzano a dos españoles, Javier Cenicacelaya e Íñigo Saloña. Es un galardón dotado con 50.000 euros y que tiene la peculiaridad de que se aleja de la más mediática arquitectura contemporánea.
Driehaus explicaba ayer cómo su amor por el patrimonio y la arquitectura histórica proceden de su infancia y también de su convicción, cada vez más fuerte, de que la arquitectura debe tener en cuenta el lugar y el contexto antes de destruir nada. Desde la Universidad de Notre Dame y la fundación que lleva su nombre, premia por todo el mundo la obra de arquitectos con esa vocación de clásicos.
Fot portada extraida de EL MUNDO | Isabel Permuy
Publicado el viernes, 24 de octubre de 2014 en el ABC
JESÚS GARCÍA CALERO | El mismo día en el que uno de los más afamados arquitectos del mundo, Frank Gehry, levantaba desde Oviedo la polémica con un gesto grosero y la frase: «El 98% de los edificios que se construyen hoy es pura mierda», la Academia de Bellas Artes de San Fernando reivindicaba a los clásicos de la arquitectura. ¡Y de qué forma! Primero inaugurando dos salas en su museo dedicadas a la disciplina histórica con un recorrido por sus fondos que incluyen planos, maquetas y retratos desde Herrera al ensanche barcelonés de Cerdá. Y en ellas, desde ayer, podemos ver uno de los edificios más importantes de nuestro país tal y como fue pensado en un principio. Contemplamos aquel «Gabinete de Historia Natural y Academia de Ciencias» de Juan de Villanueva que no fue ideado para acoger un museo como el Prado.
El edificio lo vemos en maqueta, un modelo precioso con la topografía del XVIII y con los elegantes «pórticos cubiertos para el paseo público» que Villanueva dibujó. Siguiendo al milímetro aquellos planos que conserva la Real Academia de Bellas Artes, el equipo de Juan de Dios Hernández y Jesús Rey arroja nueva luz sobre la historia de la Arquitectura. El proyecto ha costado 45.000 euros y ha sido posible –en tiempos de crisis y ajustes presupuestarios– gracias a la generosidad del inversor y mecenas norteamericano Richard H. Driehaus, que ayer estaba feliz por varios motivos. Además de la presentación de la maqueta y las salas que la Academia de Bellas Artes de San Fernando inauguró ayer, Driehaus entregó el premio Internacional de Arquitectura Rafael Manzano a dos españoles, Javier Cenicacelaya e Íñigo Saloña. Es un galardón dotado con 50.000 euros y que tiene la peculiaridad de que se aleja de la más mediática arquitectura contemporánea.
Driehaus explicaba ayer cómo su amor por el patrimonio y la arquitectura histórica proceden de su infancia y también de su convicción, cada vez más fuerte, de que la arquitectura debe tener en cuenta el lugar y el contexto antes de destruir nada. Desde la Universidad de Notre Dame y la fundación que lleva su nombre, premia por todo el mundo la obra de arquitectos con esa vocación de clásicos.
Fot portada extraida de EL MUNDO | Isabel Permuy