Barcelona se ha consolidado en los últimos años como uno de los polos europeos de la investigación científica y tecnológica. Esto tiene su derivada arquitectónica, plasmada ya en edificios de referencia, concebidos para facilitar y estimular la tarea de los investigadores.
Publicat a La Vanguardia el 18 de març de 2019 | Foto José Hevia
Barcelona se ha consolidado en los últimos años como uno de los polos europeos de la investigación científica y tecnológica. Esto tiene su derivada arquitectónica, plasmada ya en edificios de referencia, concebidos para facilitar y estimular la tarea de los investigadores. Por ejemplo, el Parc de Recerca Biomèdica levantado junto al hospital del Mar, obra de Brullet, De Luna, De Pineda (socios d’AxA) y Llambrich terminada en el 2006.
A medida que la ciudad y su área metropolitana amplían su compromiso con la investigación, van sumando nuevos equipamientos arquitectónicos que les dan servicio. El último es la sede del Centre de Medicina Comparativa i Bioimatge de Catalunya (CMCiB), que entró en servicio el pasado verano en el extremo superior del Campus de Salut i Recerca de Can Ruti, en Badalona, junto al verde parque de la Serralada de Marina. Facilitar la investigación puntera y convivir con la naturaleza han sido pues los dos grandes desafíos de este proyecto, que firma el estudio Calderón Folch (socios d’AxA), autores de la meritoria biblioteca La Ginesta en Begues.
Para adecuar este edificio al entorno natural, los arquitectos han revestido su parte superior con una celosía de madera, que matiza la dureza de su volumen cúbico mediante aristas redondeadas y un gesto acogedor en la zona de acceso. Este aire forestal desaparece por completo en el interior, donde prevalecen atmósferas de otro orden, reflejo de la complejidad de las instalaciones reunidas en el edificio. Una de sus plantas, impoluta, en la que se ingresa con bata, mascarilla y fundas para el calzado, y que está segmentada en áreas con distintos niveles de seguridad, evoca escenografías de películas de ciencia ficción; otra está reservada para el mantenimiento y es un dédalo de conducciones que sirven a los laboratorios de otros niveles; otra, exterior, es una acumulación de maquinaria de servicios, primorosamente ordenada e invisible desde el exterior; hay también galerías de servicios verticales que conectan distintas plantas, y en las que la ingeniería ha puesto el control de todos los mecanismos al alcance de la mano.
En esta obra con estructura de hormigón, de 4.500 metros cuadrados, han trabajado codo con codo arquitectos, ingenieros, científicos y veterinarios. El resultado de su esfuerzo común es una instalación de última generación, cuyo exterior se integra en el entorno verde, y en cuyo interior la complejidad tecnológica se manifiesta con distintos lenguajes y cuidando de la eficiencia energética.