Oriol Bohigas, Barcelona 1925-2021
Publicado en Arquitectura Viva 163, 2014
Hijo único que después engendraría una familia numerosa, con un padre que expresó sus inquietudes sociales y sus convicciones nacionalistas a través del periodismo y la edición, el brillante estudiante de historia Oriol Bohigas transita por el Institut-Escola y el Menéndez y Pelayo —en las dos orillas de la Guerra Civil— para ingresar en la Escuela de Arquitectura de Barcelona junto a su inseparable Josep Martorell, cuya destreza matemática complementaría sus inclinaciones humanísticas, y con el que establecería una relación profesional que ha superado de largo el medio siglo.
Los años del Grup R
Durante los años cincuenta, los dos jóvenes socios —a los que pronto se une David Mackay, para formar las siglas MBM con las que serán conocidos— exploran diversos racionalismos residenciales, en el marco del Grup R que ponen en marcha junto a figuras como José Antonio Coderch o Josep Maria Sostres. La casa Guardiola, construida para un tío de Oriol en el Maresme, es un temprano manifiesto de modernidad seca y racional, en la estela de Sostres; la manzana Pallars, levantada para los obreros de una fábrica barcelonesa obligada por la ley a suministrar alojamiento para su mano de obra inmigrante, es la primera experiencia del estudio en vivienda colectiva —un terreno al que volverán reiteradamente— resuelta con urbanidad inteligente y estética neorrealista de ladrillo; y ya en el comienzo de los años sesenta, la colonia de vacaciones en Canyamars, de nuevo en el Maresme, interpreta el mundo oxigenado de los montañeros y las sociedades excursionistas con admirable naturalidad constructiva y topográfica. Pero durante esta etapa el eficaz estudio MBM inicia también los apartamentos Meridiana, con una característica fachada dentada, y dirigidos a una clase obrera y profesional acomodada; la fábrica Piher, que remodelarán y ampliarán con distintos proyectos en años sucesivos; y hasta tres iglesias —del Redentor, de San Sebastián y de la Sagrada Familia— que se completarán todas en la década siguiente.
Gramáticas del alojamiento
Los sesenta son los años del desarrollo económico y el comienzo del turismo masivo, y el despacho de Oriol Bohigas continuaría explorando las gramáticas del alojamiento en las costas y montañas de un país que experimenta un crecimiento acelerado. Los chalets en la mallorquina Costa de la Calma intentan integrar las casas aisladas en un paisaje construido con el enfoque neovernáculo del Corbusier tardío, para evitar escombrar el territorio con objetos exentos; los apartamentos para maestros en Pineda —obligados a dar vivienda a los enseñantes de las nuevas escuelas, un terreno en el que el estudio tenía ya algunas experiencias— proponen alternativas residenciales de una radicalidad inesperada; y la imponente casa Heredero en el Vall d’Aran utiliza su extenso programa para dotar de compacidad y contundencia escultórica al tipo de estancias articuladas en árbol por los descansillos sucesivos de una escalera central, que los arquitectos ya habían empleado en casas anteriores. Para Bohigas, esta es una etapa de intensa productividad intelectual y académica; en 1964 había comenzado a dar clase en la Escuela de Arquitectura, y un año antes había aparecido su primer libro, Barcelona, entre el Plan Cerdá y el barraquismo —evidenciando ya su compromiso con la transformación de la ciudad—, al que seguirían obras de síntesis histórica como Arquitectura modernista o Arquitectura de la Segunda República y libros de intervención crítica como Contra una arquitectura adjetivada o Proceso y erótica del diseño.
Tras la fundación del Grup R, y siempre en el seno del estudio MBM —con Josep Martorell y David Mackay—, durante
los años 50 y 60 Bohigas renovó el lenguaje y las morfologías residenciales con obras ejemplares
Lecciones de la Transición
En la turbulenta década de los setenta, España vivió una transición difícil e incierta que llevó al país hasta la democracia, tras la muerte de Franco en 1975 y un generoso acuerdo entre fuerzas políticas enfrentadas. Este periodo de mudanzas se expresó bien en la obra de MBM a través de realizaciones como la escuela Thau, que extendía experiencias anteriores de renovación pedagógica en las escuelas Garbi y Sant Jordi, y que aquí se manifestó con un lenguaje urbano e industrial; como los apartamentos de Sarriá, tres conjuntos que completan y dan continuidad a las trazas de la ciudad sin renunciar a la innovación tipológica y a la afirmación de un carácter singular; o como la casa Canovelles en Granollers, donde el sobrio realismo del estudio se enriquece con un cúmulo de citas de arquitecturas históricas, acaso como un guiño a las mutaciones estilísticas introducidas por la postmodernidad. Son estos también años en los que el compromiso intelectual de Bohigas le lleva a poner en marcha, junto con otros colegas y profesores, la revista Arquitecturas Bis, que será una plataforma de debate y formación con muy significativa influencia en la cultura arquitectónica del momento, y también a asumir, entre 1977 y 1980, la dirección de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, que experimentó bajo su batuta una fértil renovación.
Dietarios de combate
Los ochenta están inevitablemente asociados a la transformación de una Barcelona que se prepara para la cita olímpica con importantes proyectos urbanos y arquitectónicos, y el estudio de Bohigas ensaya sus tesis de regeneración ciudadana con obras como el Parque de la Creueta del Coll, que utiliza el arte y el paisajismo contemporáneo para recuperar una zona degradada; o como la manzana del Mollet del Vallés, que se beneficia de proyectos urbanos anteriores para la Maquinista barcelonesa y en la Friedrichstrasse de Berlín, y cuya estrategia morfológica viene a ser un ensayo de los principios que se aplicarán en la Villa Olímpica: la tercera obra destacada de esta etapa, y seguramente la más importante de la carrera de Bohigas, porque en su materialización se expresa nítidamente su compromiso arquitectónico y ciudadano con un urbanismo de la continuidad. Como Delegado del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona entre 1980 y 1984, Bohigas protagonizó una experiencia —resumida en el lema «higienizar el centro y monumentalizar la periferia»— que sería admirada en el mundo, y de la que daría cuenta en su libro Reconstrucción de Barcelona. Y su trabajo con los dos alcaldes sucesivos que prepararon los Juegos —Narcís Serra y Pasqual Maragall— permea también las páginas de sus volúmenes de dietarios, donde las vicisitudes de esos años se combinan con una sucesión de flashbacks biográficos que dan cumplida cuenta de su trayectoria vital, y que aparecieron en vísperas del gran momento olímpico de la ciudad.
El 92 y sus ecos
El annus mirabilis del 92 floreció también en Sevilla, y MBM tuvo ocasión de construir en la Expo el Pabellón del Futuro, una fachada escenográfica de arcos pétreos cuyos sillares sostienen ingrávidamente una liviana estructura metálica que fue uno de los últimos proyectos del prematuramente desaparecido Peter Rice; y ese mismo año la oficina recibió el encargo de remodelar unos viejos cuarteles junto al parque de la Ciudadela para albergar la Universidad Pompeu Fabra, y cuando el edificio Roger de Llúria se completó en 2001, el estudio celebró sus cincuenta años en el interior de su gran patio acristalado, sin duda una adecuada representación de su dedicación arquitectónica a Barcelona, a la continuidad y a la cultura; y durante los primeros compases del siglo xxi, el despacho MBM prosiguió la proyección internacional que había consolidado durante los últimos veinte años del siglo anterior, pero sin descuidar su vocación barcelonesa, que tiene un colofón provisional y desconcertante con el escultórico Museo del Diseño en la desafortunada Plaza de las Glorias, un vacío urbano de dimensiones colosales que se acomoda mal a la expresión de los valores característicos de la oficina. Bohigas, celebrado en 1990 con la Medalla de Oro de la Arquitectura, y que se desempeñó entre 1991 y 1994 como Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, sigue manteniendo en la vida pública catalana una presencia crítica que manifiestan sus artículos en prensa, y a la que ha dado una dimensión histórica la publicación de sus volúmenes de epistolario. Fundador de Edicions 62, y presidente que fue de la Fundación Joan Miró o el Ateneo barcelonés, la fértil y prolongada carrera de Oriol Bohigas desborda los límites de la arquitectura, y es inseparable de la cultura de Cataluña en la segunda mitad del siglo xx.