Publicat el dimecres, 21 de maig del 2014, a La Vanguardia
La Fundación Maeght cumple 50 años con una exposición dedicada a su proyectista, una buena ocasión para recuperar diferentes vertientes de una figura vinculada al arte y al pensamiento, siempre desde posiciones sociales y progresistasPublicado el miércoles, 21 de mayo del 2014, en La Vanguardia
La Fundación Maeght cumple 50 años con una exposición dedicada a su proyectista, una buena ocasión para recuperar diferentes vertientes de una figura vinculada al arte y al pensamiento, siempre desde posiciones sociales y progresistas
A medida que vamos adquiriendo conciencia de que la arquitectura (o la ausencia de ella) nos atañe muy directamente, la figura de Josep Lluís Sert (Barcelona, 1902-1983) se consolida en el panorama cultural como uno de los grandes arquitectos del siglo XX. Después de Gaudí es el arquitecto más global del contexto español. Participó en los conflictos liberadores de su época, siempre con el puño en alto, desde sus años republicanos en Barcelona propagando las vanguardias artísticas en Adlan y luchando desde el Gatcpac por la introducción de materiales industriales, prefabricados, estandarizados y de bajo coste, y en los congresos del CIAM por una arquitectura preocupada por el problema de la vivienda en las clases desfavorecidas, el estudio de las viviendas en bloque y la planificación de las ciudades. Siempre desde una visión sureña, mediterránea, alegre y optimista, y dispuesta a resolver los problemas colectivos de vivienda en las ciudades. Todo un manifiesto ideológico de cambiar las condiciones de vida, a través de la construcción de escuelas, hospitales, vivienda obrera, ocio, defendiendo los postulados revolucionarios de Le Corbusier se inició en su taller) y frecuentando las tertulias conspiradoras de París cuando la ciudad era el centro del arte; o lanzando soflamas por la radio para luchar en el frente y encabezando manifestaciones contra la guerra de Vietnam, hasta sus últimas conferencias instando a los jóvenes a movilizarse por la salvación del paisaje, proponiendo dinamitar los disparates aberrantes de la construcción durante el franquismo.
Sert forma parte de la diáspora europea en busca de la libertad, de los exiliados y represaliados del franquismo. Acogido en la América de Roosevelt, y potenciado por sus mayores (Le Corbusier y Gropius) además de ser un punto de referencia en el urbanismo de su época, tuvo una enorme influencia sobre una generación y gozó de una autoridad entre sus colegas, más allá del ámbito arquitectónico. Después de unos años de olvido, su figura vuelve a emerger con empuje entre las nuevas generaciones ávidas de puntos de referencia más honestos y sostenibles. Su postura de intelectual de izquierdas hace de él un modelo en la ética de la profesión. El mensaje sertiano sigue vigente, gran parte de las procla mas no se han cumplido, y su compromiso moral con el ejercicio de la carrera, unido a la solidez de su arquitectura y de su trayectoria artística, son un ejemplo para enfocar los problemas de hoy.
El interés de Sert por el arte y su buena relación con los artistas es el tema que se expone en la elebración del cincuentenario de la Fundación Maeght en Sant-Paul-de-Vence, creada por los mecenas, el matrimonio Aimée y Marguerite Maeght, para acoger, recoger y exponer a sus artistas. Hoy es un lugar de culto donde paisaje, arquitectura y artes dialogan creando un microclima extraordinario.
El Pabellón De La República de la Exposición de París En 1937 abre la muestra dado que se trata de la obra que mejor argumenta la relación de Sert con el arte y la que culmina la etapa de racionalismo enrauxat, en donde las constantes más radicales del movimiento moderno se manifiestan con más pureza. Marca un hito en la historia por su compromiso conceptual y formal con las ideas que se estaban defendiendo con las armas en la Guerra Civil.
Aunque la obra que culmina su etapa de madurez es el propio edificio de la Fundación Maeght, cuyo precedente es el taller de Miró en Palma y su consecuente la Fundació Miró de Barcelona. Es allí donde puede expresar el urbanismo aprendido en Latino américa y la arquitectura mediterránea entendida como el dominio de la luz sobre el espacio. Se le reconoce en los múltiples modos de matizar la luz –claraboyas, medias lunas, celosías, persianas, estanques– en el empleo de materiales de bajo coste, en la construcción con los lugareños, en el respeto hacia el entorno utilizando los bancales de siempre e incorporando la vegetación, y en la colaboración estrecha con los artistas. Los enormes parasoles-impluvium que coronan el edificio y el laberinto de Miró son elementos que aluden al Minotauro.
A Sert siempre le gustó rodearse de artistas, de joven quiso ser pintor y tuvo una íntima relación con Miró (se consideraban como hermanos), Léger, Calder, Giacometti, Mondrian, Duchamp, Masson, Tanguy, Max Ernst o Richter.
A medida que vamos adquiriendo conciencia de que la arquitectura (o la ausencia de ella) nos atañe muy directamente, la figura de Josep Lluís Sert (Barcelona, 1902-1983) se consolida en el panorama cultural como uno de los grandes arquitectos del siglo XX. Después de Gaudí es el arquitecto más global del contexto español. Participó en los conflictos liberadores de su época, siempre con el puño en alto, desde sus años republicanos en Barcelona propagando las vanguardias artísticas en Adlan y luchando desde el Gatcpac por la introducción de materiales industriales, prefabricados, estandarizados y de bajo coste, y en los congresos del CIAM por una arquitectura preocupada por el problema de la vivienda en las clases desfavorecidas, el estudio de las viviendas en bloque y la planificación de las ciudades. Siempre desde una visión sureña, mediterránea, alegre y optimista, y dispuesta a resolver los problemas colectivos de vivienda en las ciudades. Todo un manifiesto ideológico de cambiar las condiciones de vida, a través de la construcción de escuelas, hospitales, vivienda obrera, ocio, defendiendo los postulados revolucionarios de Le Corbusier se inició en su taller) y frecuentando las tertulias conspiradoras de París cuando la ciudad era el centro del arte; o lanzando soflamas por la radio para luchar en el frente y encabezando manifestaciones contra la guerra de Vietnam, hasta sus últimas conferencias instando a los jóvenes a movilizarse por la salvación del paisaje, proponiendo dinamitar los disparates aberrantes de la construcción durante el franquismo.
Sert forma parte de la diáspora europea en busca de la libertad, de los exiliados y represaliados del franquismo. Acogido en la América de Roosevelt, y potenciado por sus mayores (Le Corbusier y Gropius) además de ser un punto de referencia en el urbanismo de su época, tuvo una enorme influencia sobre una generación y gozó de una autoridad entre sus colegas, más allá del ámbito arquitectónico. Después de unos años de olvido, su figura vuelve a emerger con empuje entre las nuevas generaciones ávidas de puntos de referencia más honestos y sostenibles. Su postura de intelectual de izquierdas hace de él un modelo en la ética de la profesión. El mensaje sertiano sigue vigente, gran parte de las procla mas no se han cumplido, y su compromiso moral con el ejercicio de la carrera, unido a la solidez de su arquitectura y de su trayectoria artística, son un ejemplo para enfocar los problemas de hoy.
El interés de Sert por el arte y su buena relación con los artistas es el tema que se expone en la elebración del cincuentenario de la Fundación Maeght en Sant-Paul-de-Vence, creada por los mecenas, el matrimonio Aimée y Marguerite Maeght, para acoger, recoger y exponer a sus artistas. Hoy es un lugar de culto donde paisaje, arquitectura y artes dialogan creando un microclima extraordinario.
El Pabellón De La República de la Exposición de París En 1937 abre la muestra dado que se trata de la obra que mejor argumenta la relación de Sert con el arte y la que culmina la etapa de racionalismo enrauxat, en donde las constantes más radicales del movimiento moderno se manifiestan con más pureza. Marca un hito en la historia por su compromiso conceptual y formal con las ideas que se estaban defendiendo con las armas en la Guerra Civil.
Aunque la obra que culmina su etapa de madurez es el propio edificio de la Fundación Maeght, cuyo precedente es el taller de Miró en Palma y su consecuente la Fundació Miró de Barcelona. Es allí donde puede expresar el urbanismo aprendido en Latino américa y la arquitectura mediterránea entendida como el dominio de la luz sobre el espacio. Se le reconoce en los múltiples modos de matizar la luz –claraboyas, medias lunas, celosías, persianas, estanques– en el empleo de materiales de bajo coste, en la construcción con los lugareños, en el respeto hacia el entorno utilizando los bancales de siempre e incorporando la vegetación, y en la colaboración estrecha con los artistas. Los enormes parasoles-impluvium que coronan el edificio y el laberinto de Miró son elementos que aluden al Minotauro.
A Sert siempre le gustó rodearse de artistas, de joven quiso ser pintor y tuvo una íntima relación con Miró (se consideraban como hermanos), Léger, Calder, Giacometti, Mondrian, Duchamp, Masson, Tanguy, Max Ernst o Richter.