El estudio, obra del arquitecto Antonio Cayuelas (AxA), se levanta junto a uno de los secaderos de tabaco de la Vega de Granada
Publicado en La Vanguardia el 30 de enero de 2023
Una de las series más conocidas de la pintora Soledad Sevilla (València, 1944) es fruto de su fascinación por los secaderos de tabaco de la Vega de Granada. Dichos secaderos son edificaciones populares, humildes, a veces revestidas con tablones de madera y chapa de barriles desplegados. O, a veces, son naves de ladrillo con techo a dos aguas y unas características celosías de rasillas, dispuestas como un castillo de naipes, por las que circula el aire para secar las hojas de tabaco.
El estudio que Soledad Sevilla ocupa desde el pasado verano en Villa de Otura, muy cerca de Granada, se levanta precisamente junto a una de estas viejas naves. Las hechuras de tal estudio son parecidas a las de un cubo de hormigón, que alberga dos niveles, una inferior para almacén de cuadros y uno superior para estudio, despacho y otros servicios. La fachada principal se oculta tras una celosía que reproduce la geometría del castillo de naipes, y que está hecha con unos rasillones cuyo considerable tamaño le resta alguna delicadeza. Más sutiles son las perforaciones, de semejante ritmo, en la puerta y el portón de acceso al estudio. Como también lo son las sombras que una y otra proyectan sobre el suelo del pequeño patio de entrada.
La sencillez de las construcciones populares mencionadas más arriba se manifiesta en esta obra de Antonio Cayuelas, tanto en lo referente a sus dimensiones –la parcela es de tan solo 25 por 8 metros–, como en lo tocante a sus acabados. Esa es una de sus virtudes del proyecto. Como también lo es la fachada posterior, ocupada por un enorme ventanal con vistas al olivar colindante, que casi parece meterse dentro del estudio.
La modestia y el presupuesto ajustado caracterizan pues esta obra. Pero no la lastran: ver trabajar en su interior a Soledad Sevilla, con un ánimo y una ilusión que casi desmienten el paso del tiempo, nos indica que el pequeño edificio cumple su función de modo satisfactorio.