Publicado el lunes, 27 de octubre de 2014 en LA VANGUARDIAPublicado el lunes, 27 de octubre de 2014 en LA VANGUARDIA
EDITORIAL | Para casi todos, la celebración de los Juegos de 1992 en Barcelona ha sido un hito del que la capital catalana sigue beneficiándose. Pero uno de los éxitos más trascendentales y probablemente menos celebrados es el de la Vila Olímpica del Poblenou, por la dificultad urbanística y social que supone construir un nuevo barrio y que 25 años después de la colocación de la primera piedra puede considerarse que ha superado el reto con nota alta.
Los solares sobre los que se asentó la Vila Olímpica del Poblenou formaban parte del llamado Manchester barcelonés porque en él radicaban desde finales del siglo XIX empresas textiles, metalúrgicasy de servicios, especialmente de transporte. Encajonado entre el mar y el parque de la Ciutadella, el antiguo barrio de Icària actuaba de muro a la expansión del plan Cerdà y, en muchos casos, incluso lo desvirtuaba, hasta el punto de ser objeto de barraquismoymarginación. La operación, por lo tanto, se proyectó básicamente con el objetivo de dar continuidad al clásico tejido urbano de Barcelona, el Eixample, para eliminar aquellas barreras físicas, al mismo tiempo que se aplicaba una revisión moderna al concepto de manzana cerradayde sutamaño; otro objetivo esencial era darle la vuelta a la tradicional desconexión de la ciudad con el mar; finalmente, se trataba de promover la mezcla de usos, de proyectos y de arquitectos para evitar la uniformidad y dar respuesta a la obvia complejidad social. Un cuarto de siglo después, se puede afirmar que el proyecto ha cumplido con los objetivos marcados.
En su momento, la futura Vila Olímpica levantó no pocas polémicas. Especialmente, dos: si el nuevo barrio tenía que ser básicamente destinadoavivienda social y cómo superar la tentación de la especulación, cuando no de la corrupción. El tiempo ha dado la razón al proyecto que se basó en la mezcla de viviendas de clase media urbana y vivienda social. El éxito de este barrio puede compararse con otros del mismo signo, por ejemplo la villa olímpica de Turín, construida para los Juegos de invierno del 2006 con el objetivo de vivienda únicamente social y que tan sólo ocho años después presenta unas deficiencias más que notables. Por otra parte, se frenó la especulación, mientras que la corrupción brilló por su ausencia, lo que es mucho para los tiempos que corren.
El éxito de la Vila Olímpica se ha convertido en un ejemplo de manual en la ciencia urbanística, no sólo por la forma en que Barcelona superó unas barreras físicas y sociales, sino por el fondo: construir ex novo un barrio lleno de vitalidad y sin el azote de la especulación.
Foto portada extraida de VIAJE A ICÀRIA
EDITORIAL | Para casi todos, la celebración de los Juegos de 1992 en Barcelona ha sido un hito del que la capital catalana sigue beneficiándose. Pero uno de los éxitos más trascendentales y probablemente menos celebrados es el de la Vila Olímpica del Poblenou, por la dificultad urbanística y social que supone construir un nuevo barrio y que 25 años después de la colocación de la primera piedra puede considerarse que ha superado el reto con nota alta.
Los solares sobre los que se asentó la Vila Olímpica del Poblenou formaban parte del llamado Manchester barcelonés porque en él radicaban desde finales del siglo XIX empresas textiles, metalúrgicasy de servicios, especialmente de transporte. Encajonado entre el mar y el parque de la Ciutadella, el antiguo barrio de Icària actuaba de muro a la expansión del plan Cerdà y, en muchos casos, incluso lo desvirtuaba, hasta el punto de ser objeto de barraquismoymarginación. La operación, por lo tanto, se proyectó básicamente con el objetivo de dar continuidad al clásico tejido urbano de Barcelona, el Eixample, para eliminar aquellas barreras físicas, al mismo tiempo que se aplicaba una revisión moderna al concepto de manzana cerradayde sutamaño; otro objetivo esencial era darle la vuelta a la tradicional desconexión de la ciudad con el mar; finalmente, se trataba de promover la mezcla de usos, de proyectos y de arquitectos para evitar la uniformidad y dar respuesta a la obvia complejidad social. Un cuarto de siglo después, se puede afirmar que el proyecto ha cumplido con los objetivos marcados.
En su momento, la futura Vila Olímpica levantó no pocas polémicas. Especialmente, dos: si el nuevo barrio tenía que ser básicamente destinadoavivienda social y cómo superar la tentación de la especulación, cuando no de la corrupción. El tiempo ha dado la razón al proyecto que se basó en la mezcla de viviendas de clase media urbana y vivienda social. El éxito de este barrio puede compararse con otros del mismo signo, por ejemplo la villa olímpica de Turín, construida para los Juegos de invierno del 2006 con el objetivo de vivienda únicamente social y que tan sólo ocho años después presenta unas deficiencias más que notables. Por otra parte, se frenó la especulación, mientras que la corrupción brilló por su ausencia, lo que es mucho para los tiempos que corren.
El éxito de la Vila Olímpica se ha convertido en un ejemplo de manual en la ciencia urbanística, no sólo por la forma en que Barcelona superó unas barreras físicas y sociales, sino por el fondo: construir ex novo un barrio lleno de vitalidad y sin el azote de la especulación.
Foto portada extraida de VIAJE A ICÀRIA