Nueva Babilonia fue el gran proyecto vital de Constant. su idea urbanística mostraba un complejo y amplio laberinto que transformaba el mundo en una sola red
Viernes 16 de octubre en el suplemento del diario EXPANSIÓN
Su proyecto más emblemático fue su concepción sobre la ciudad del futuro. Durante casi veinte años (1956-1974), el artista holandés Constant Anton Nieuwenhuys (Ámsterdam, 1920 – Utrecht, 2005), más conocido como Constant, elaboró maquetas, pinturas, dibujos y collages que mostraban su idea urbanística de esa nueva ciudad, un complejo y amplio laberinto que transformaba el mundo en una sola red. La tierra sería de propiedad colectiva, el trabajo estaría automatizado y a cargo de robots, y las personas tendrían libertad para dedicar el tiempo al juego creativo.
Como homenaje, el Museo Reina Sofía (Madrid) le dedica desde el próximo 20 de octubre Nueva Babilonia, una muestra que podrá disfrutarse hasta el 29 de febrero del próximo año. La exposición, organizada junto al Gemeentemuseum Den Haag, reúne 150 obras, y pretende difundir entre el público este proyecto, por el que artistas, arquitectos y comisarios han manifestado un interés creciente en los últimos años. El núcleo principal es ver la Nueva Babilonia como obra de arte en el contexto social en el que se concibió. La exposición no sólo se circunscribe al período comprendido entre 1956 y 1974, en el que se suele enmarcar Nueva Babilonia; abarca también otras etapas, con el fin de mostrar que las ideas expresadas en este proyecto estaban ya presentes en su obra desde una época muy anterior y no desaparecieron por completo en los años posteriores a 1974.
Así, en 1956 asistió al congreso del Movimiento Internacional por una Bauhaus Imaginista en la ciudad italiana de Alba. Por este motivo, Constant y su familia residieron varios meses allí, donde observaron de cerca las penosas condiciones de vida de la comunidad gitana. Su primera maqueta de Nueva Babilonia, Proyecto de un campamento gitano en se inspiraba en el deseo de mejorar la situación de aquel colectivo.
La maqueta diseñada para Alba se inspiraba en la firme creencia romántica en el progreso. Las obras que desarrolló Constant durante los dos años siguientes ilustran este positivismo. Descubrió el espacio como tema y produjo las llamadas esculturas espaciales (construcciones sobre el tema del espacio), debido en gran parte al hecho de que el espacio empezaba a estar al alcance del hombre.
En 1958, Constant se integró en la Internacional Situacionista de su amigo Guy Debord. Alentado por éste, desarrolló la teoría del urbanismo unitario y empezó a producir toda una serie de maquetas de una nueva ciudad. iba a ser una estructura laberíntica sustentada por pilares. Los neobabilonios vivirían en la parte superior, mientras que el tráfico y los procesos productivos totalmente automatizados se desarrollarían abajo o bien en el espacio. Asimismo, tendrían la capacidad de modificar su entorno día a día. Serían nómadas, en constante desplazamiento de una parte a otra de la ciudad. Liberados de la necesidad de trabajar, dedicarían la vida al juego con un grupo cambiante de compañeros. Todo estaría concebido para favorecer la vida en libertad y el desarrollo del potencial creativo inherente a todos los seres humanos. Aunque Constant utilizó en sus maquetas los materiales más avanzados que tenía a su alcance (como plexiglás de colores), afirmaba que los habitantes de Nueva Babilonia definirían el aspecto físico de la ciudad.
La Nueva Babilonia de Constant se expuso por primera vez en el Stedelijk Museum de Ámsterdam en 1959, una muestra que indujo a los situacionistas a organizar una gran exposición colectiva en el mismo museo, pero las divisiones internas del grupo impidieron que se llevara a cabo este proyecto. Constant, decepcionado, se disoció del grupo.
Como mucha gente interpretaba sus ideas en un sentido demasiado literal e intentaba aplicarlas de manera sistemática, Constant acabó recurriendo cada vez más al dibujo. Elaboró bocetos y planos en los que sugería infinitas posibilidades y mostraba que Nueva Babilonia no era una simple ciudad, sino un nuevo orden mundial que ni siquiera él era capaz de imaginar en su totalidad.