Josep Bohigas cree que se está produciendo un cambio de paradigma en su profesión y califica el momento actual como de “trágico-dulce”Josep Bohigas cree que se está produciendo un cambio de paradigma en su profesión y califica el momento actual como de “trágico-dulce”
Publicado el viernes, 26 de septiembre de 2014
Rosario Fernández | Antes de crear su propio estudio, BOPBAA, junto a Francesc Pla e Iñaki Baquero, Josep Bohigas trabajó con Enric Miralles, Elias Torres o Martínez Lapeña, entre otros. Desde 2008 es profesor asociado de Proyectos de la ETSAB, labor que también combina con la de comisario de exposiciones –en la actualidad lo es de dos muestras, una en el Macba y otra en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB)–. Como arquitecto ha construido edificios como el café-concierto El Molino y ha ganado varios concursos como la ampliación del Museo Thyssen de Madrid, habitajes sociales en la zona del Fòrum y la museografía del Museo Marítimo, entre otros. A ello se suman numerosos premios FAD.
– ¿Qué momento vive su profesión?
Éste es un momento trágico-dulce. Trágico porque ves cómo poco a poco la gente con talento ha tenido que reestructurar su vida, no planificada, cerrando despachos y porque hay estudios que no saben en qué situación posicionarse, algo que genera ansiedad. Es gente dotadísima y con talento. Pero a la vez es dulce porque si antes vivíamos a la espera del encargo, el cambio de paradigma ha hecho que salgamos y nos preocupemos de cuál es nuestro papel. Hay una progresión hacia otros paradigmas sociales.
– ¿Y qué están haciendo los profesionales para paliar esta situación?
Salir fuera parece una obviedad. Tanto estudios como arquitectos estamos probando cosas fuera. Pero salir fuera requiere una inversión en tiempo, viajes, esfuerzos, concursos perdidos… Parece fácil decirlo, pero es difícil ejecutarlo. La solución es demostrar que el arquitecto es algo más o menos que un diseñador de edificios. Cada vez más, un arquitecto está capacitado para estar en la junta de un banco o en la gestión de un museo. Hay muchas áreas que necesitan de una gestión de la complejidad. El arquitecto es útil a la sociedad, no sólo haciendo edificios. Tenemos pendiente demostrarnos ser útiles a la sociedad.
– Y en este papel más social, ¿qué piensa de los arquitectos estrella?
No estoy en contra del talento ni de los edificios estrella. La historia de la arquitectura se ha escrito con hitos, pero es una pena que cuando se llama a estos arquitectos sea para resolver problemas que no son tales. Llamar a una persona, al talento exterior, no puede estar prohibido, pero su trabajo podría ser más eficaz si su experiencia fuera para establecer un diálogo con la complejidad del lugar donde trabajan.
– ¿Cómo trabajan en su estudio?
Hemos ido formando un entorno con tres partes: práctica profesional, práctica docente e investigación. Intentamos que estas tres partes estén entrelazadas y establecer vasos comunicantes. Imprimimos y hacemos un esfuerzo extra para llegar a acuerdos y detectar la oportunidad de retorno a la sociedad. Esta es la gran asignatura pendiente de los arquitectos. Tenemos que demostrar y demostrarnos nuestra utilidad.
– ¿En qué proyectos están ahora inmersos?
En cuanto a museografía, estamos trabajando en seis o siete exposiciones, como la de Pixar que está recorriendo Madrid, Zaragoza y Barcelona. En arquitectura, estamos a la espera de la financiación de una estación de cercanías en Barcelona enmarcada dentro del proyecto de La Sagreda. Y en urbanismo, hemos propuesto una serie de actuaciones efímeras para acabar de recuperar el río Besós y convertirlo en un espacio público fantástico.
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Publicado el viernes, 26 de septiembre de 2014
Rosario Fernández | Antes de crear su propio estudio, BOPBAA, junto a Francesc Pla e Iñaki Baquero, Josep Bohigas trabajó con Enric Miralles, Elias Torres o Martínez Lapeña, entre otros. Desde 2008 es profesor asociado de Proyectos de la ETSAB, labor que también combina con la de comisario de exposiciones –en la actualidad lo es de dos muestras, una en el Macba y otra en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB)–. Como arquitecto ha construido edificios como el café-concierto El Molino y ha ganado varios concursos como la ampliación del Museo Thyssen de Madrid, habitajes sociales en la zona del Fòrum y la museografía del Museo Marítimo, entre otros. A ello se suman numerosos premios FAD.
– ¿Qué momento vive su profesión?
Éste es un momento trágico-dulce. Trágico porque ves cómo poco a poco la gente con talento ha tenido que reestructurar su vida, no planificada, cerrando despachos y porque hay estudios que no saben en qué situación posicionarse, algo que genera ansiedad. Es gente dotadísima y con talento. Pero a la vez es dulce porque si antes vivíamos a la espera del encargo, el cambio de paradigma ha hecho que salgamos y nos preocupemos de cuál es nuestro papel. Hay una progresión hacia otros paradigmas sociales.
– ¿Y qué están haciendo los profesionales para paliar esta situación?
Salir fuera parece una obviedad. Tanto estudios como arquitectos estamos probando cosas fuera. Pero salir fuera requiere una inversión en tiempo, viajes, esfuerzos, concursos perdidos… Parece fácil decirlo, pero es difícil ejecutarlo. La solución es demostrar que el arquitecto es algo más o menos que un diseñador de edificios. Cada vez más, un arquitecto está capacitado para estar en la junta de un banco o en la gestión de un museo. Hay muchas áreas que necesitan de una gestión de la complejidad. El arquitecto es útil a la sociedad, no sólo haciendo edificios. Tenemos pendiente demostrarnos ser útiles a la sociedad.
– Y en este papel más social, ¿qué piensa de los arquitectos estrella?
No estoy en contra del talento ni de los edificios estrella. La historia de la arquitectura se ha escrito con hitos, pero es una pena que cuando se llama a estos arquitectos sea para resolver problemas que no son tales. Llamar a una persona, al talento exterior, no puede estar prohibido, pero su trabajo podría ser más eficaz si su experiencia fuera para establecer un diálogo con la complejidad del lugar donde trabajan.
– ¿Cómo trabajan en su estudio?
Hemos ido formando un entorno con tres partes: práctica profesional, práctica docente e investigación. Intentamos que estas tres partes estén entrelazadas y establecer vasos comunicantes. Imprimimos y hacemos un esfuerzo extra para llegar a acuerdos y detectar la oportunidad de retorno a la sociedad. Esta es la gran asignatura pendiente de los arquitectos. Tenemos que demostrar y demostrarnos nuestra utilidad.
– ¿En qué proyectos están ahora inmersos?
En cuanto a museografía, estamos trabajando en seis o siete exposiciones, como la de Pixar que está recorriendo Madrid, Zaragoza y Barcelona. En arquitectura, estamos a la espera de la financiación de una estación de cercanías en Barcelona enmarcada dentro del proyecto de La Sagreda. Y en urbanismo, hemos propuesto una serie de actuaciones efímeras para acabar de recuperar el río Besós y convertirlo en un espacio público fantástico.