Diseñadores, arquitectos y urbanistas valoran las medidas adoptadas por el Ayuntamiento para ganar espacio para los peatones en la ciudad
Publicado en El País el 26 de septiembres de 2020 | Clara Blanchar y José Angel Montañés
No se discute la necesidad de ganar espacio al coche para los peatones y ampliar terrazas cuando con la covid-19 es necesaria la distancia social. La cuestión está en el cómo. En si las actuaciones de urbanismo táctico ejecutadas en Barcelona por el Gobierno de la alcaldesa Ada Colau chocan con una ciudad reconocida por su diseño y calidad del espacio público. Las peatonalizaciones y carriles, ejecutadas desde urbanismo, en manos de los comunes, han provocado además malestar entre sus socios de Gobierno, el PSC, que ostenta la cartera de movilidad. Los socialistas comparten el qué, pero no el cómo.
Salvo en algunos casos que defienden la utilidad por encima de la estética, la mayoría de los diseñadores, arquitectos y urbanistas consultados por este diario lamenta la “improvisación”, la “frivolidad”, la “falta de criterio”, el “lenguaje simplista” y el “peligro” de la mayoría de las actuaciones. Incluso hay quien está convencido de que no superarían las exigencias del propio Ayuntamiento en materia de accesibilidad, caracterizada por un férreo control con los proyectos que buscan implementarse en el espacio urbano. La contundencia, el lenguaje belicista y la contaminación visual que se ha generado, que lejos de dar tranquilidad violenta y confunde al peatón, además del poco uso ciudadano de estas actuaciones, son otras de las consideraciones que apuntan los especialistas.
Antoni Arola. “Si lo quieren consolidar, que le den dos vueltas”. El Premio Nacional de Diseño compra “la teoría de dar espacio al peatón” y entiende la dificultad de actuar con rapidez. “No es fácil, pero es demasiado improvisado y rápido, el resultado no es el que esperaba”, apunta. “Igual hubiera sido menos aparatoso y más radical cortar una de cada dos calles”, sugiere y en el caso de las terrazas apuesta por “mejorarlas con tarimas de madera, algo que nivele con las aceras”. Con todo, ve en la apuesta una “jugada táctica, como de ajedrez, cuando colocas una pieza que condiciona el futuro”. “Pero si lo quieren consolidar”, pide “que le den dos vueltas”.
Enric Batlle. (AxA) “No hacerlo bien, pone en bandeja la crítica”. Este arquitecto y experto en paisajismo señala la dificultad de desligar la idea de ganar espacio al coche, que comparte “al 100%” con la necesidad de ejecutarlo bien. “Cuando una intervención no se hace bien, pones en bandeja la crítica, das ventaja al que está en contra y resta notoriedad a lo que quieres conseguir”, avisa. “En cambio”, añade, “en una actuación bien hecha con el tiempo se olvida la crítica”. Batlle lamenta también “cuando en algunos casos no se consigue la funcionalidad buscada”, y cita la pretendida ampliación de aceras en Via Laietana: ha restado espacio al coche y los peatones no la utilizan. Por último, cuestiona que, al buscar ocupar el asfalto, en las actuaciones hay demasiados elementos.
Oskar Guayabero. “Un buen diseño debe ser útil”. Se define como “paradiseñador”, porque asesora a otros en materia de diseño, y sobre las intervenciones alerta: “Un buen diseño debe ser útil, las vallas jersey [de cemento, pintadas de amarillo] no son agraciadas, se podrían mejorar, pero funcionalmente son un buen diseño”. Guayabero señala el esfuerzo histórico en Barcelona para “hacer del espacio público un lugar democrático” y entiende que ante la necesidad de distancia y ayudar a la restauración “se haya dado una respuesta funcional pensando en probar y ver qué pasa”.
Javier Mariscal. “Es una chapuza sin criterio”. El reconocido diseñador se muestra partidario de “humanizar la ciudad y priorizar al peatón”, pero lamenta cómo se han ejecutado las intervenciones. “Es una improvisación, probablemente por el coronavirus, pero el planteamiento es muy precipitado y el resultado es una chapuza, tendría que haber criterio y equipos técnicos, no pintarrajear y poner elementos de polígono barato”, afirma y señala las ampliaciones de terrazas. “Es la chapuza más grande del siglo, utilizar vallas de autopista desagradables y agresivas”. Mariscal, con todo, apela al “punto de señora mayor, potente y con gracia que tiene Barcelona”, pase lo que pase.
Daniel Mòdol: “Con el espacio público no se juega”. Al arquitecto y exregidor de Arquitectura y Paisaje Urbano Barcelona, estas intervenciones no le gustan “en absoluto”. Considera que todo lo que se haga en urbanismo ha de partir de la premisa de la necesidad, “pero estas zonas no las ha reclamado ningún vecino y la prueba es que están infrautilizadas sino vacías”. Para él, “los bloques de hormigón son peligrosos, por extraños en medio de una calzada”. Y le sorprende que “el Ayuntamiento que tiene 13 departamentos que han de aprobar cualquier intervención en el espacio público, realice intervenciones que, a mí, como arquitecto, no me dejarían hacer por peligrosas. El modelo Barcelona lo fijan esos 13 departamentos que determinan lo que se puede y lo que no se puede hacer”. Por eso, prosigue “es extraño que el Ayuntamiento los impulse de esa forma tan improvisada y con esa frivolidad. Se ha negado la voz a los técnicos”. “Con el espacio público no se juega. Se ha perdido el nivel de exigencia que existía”, dice. También apunta que “pese a que se diga que son nuevos espacios públicos sean inaccesibles, ya que hay que salvar un bordillo de más de 15 centímetros”. Para él, detrás de esta operación “hay una privatización y parcelación del espacio público. Con el tema del coche no vale todo. Hay mucho postureo, poca ciencia ninguna funcionalidad”.
Nacho Padilla. “Hay margen de mejora”. Este creativo, que trabajó para la alcaldía de Manuela Carmena en Madrid y ahora está en el equipo de Colau, avisa de que “las actuaciones de urbanismo táctico en todo el mundo sitúan el diseño sobre su pregunta principal que no es tanto cómo sino para qué”. “Beben tanto de la señalética como del movimiento Supergraphics de los 60 y 70, del diseño gráfico ambiental de Deborah Sussman…”, y entiende: “Aplicar un criterio sobre si gusta o no entra en la apreciación personal de cada uno”. Padilla asegura, en cualquier caso, que “son actuaciones que necesitaban y necesitan urgencia, y que no se ha hecho de cualquier forma”. “Muchas de las decisiones se han tomado para hacerlo más posible que perfecto”, alerta y recuerda que “el urbanismo táctico tiene de bueno que se puede mejorar hasta la implantación definitiva. Hay un margen de mejora sobre el que estamos trabajando en paralelo”, explica.
Claret Serrahima. “Los políticos no tiene conocimiento estético”. Para este diseñador y comunicador visual “la urgencia en cualquier intervención urbanística no es aconsejable, ya que de ella dependen un gran número de barceloneses. Soy un amante del riesgo, del derecho a equivocarse y hasta de los ‘excesos creativos’; pero el exceso aplicado a las necesidades colectivas puede resultar frívolo; y eso es lo que ha pasado”. Para el premio Nacional de Diseño 2010: “Ni la estética ni el diseño tienen sentido cuando no se ha pensado en lo esencial. Los diseñadores partimos de un proceso de análisis para, así, diagnosticar y actuar en consecuencia. La clase política no tiene un conocimiento estético adecuado a los tiempos contemporáneos. Y eso explica el desbarajuste en la comunicación gráfica e industrial de todos los elementos que componen la propuesta del Ayuntamiento.
Pau de Solà-Morales. “El lenguaje usado nos infantiliza a todos”. El arquitecto y presidente de Arquinfad (Asociación Interdisciplinaria de Diseño del Espacio del FAD) discrepa de las formas usadas en esta recuperación de espacios. “Barcelona tiene un espacio público de una calidad inmensa que ha costado muchos años de trabajo. El tipo de lenguaje utilizado es equivocado. Los códigos urbanos son pactos tácitos entre las personas, pero estos elementos inducen a error. Se han hecho de forma precipitada y mal”. Pero el mayor problema para él: “Es que esos códigos tienen un trasfondo de juego, cuando la calle es un espacio altamente político, porque de la disposición de los elementos se ordena, se educa y se coaccionan los usos. Y convertir esas normas en un lenguaje de niños nos infantiliza a todos”. No considera que sean actuaciones provisionales: “Las famosas superillas llevan dos o tres años así. Estamos ante una manera de hacer y de entender el espacio y la política entre el activismo y el jeje jiji”. Y concluye: “Hay muchas formas de ordenar el espacio público. Aquí se le ha dado mucho espacio a un supuesto peatón y al ciclista que seguramente no existe; se ha impuesto un cierto dogma y una cierta ideología”.
David Torrents. “Todos somos peatones, las mejoras son para todos”. Diseñador gráfico y autor de obras como la instalación lumínica BruumRuum! situada junto al Museo del Diseño, considera que el coche es un elemento muy nuevo por lo que “no es ningún ataque, sino volver a situar las cosas como habían estado hasta hace unos cien años. Darle la calle al coche fue un error”. Para él, “se le está dando al peatón un espacio que había perdido y por eso se hace de esta forma tan impactante. La agresividad no son los elementos colocados en la calzada, sino la situación que había hasta ahora. Se marca un espacio como hace un perro o un gato, para avisar al coche que este territorio no le pertenece. Por eso hay que ser contundente, con una simbología lúdica y bélica”. Torrent reconoce que “las mejoras son para todos, porque todos somos peatones”, pero “falta pedagogía”. Pero critica que “el punto débil es una buena red de transporte público que permita dejar los coches fuera de la ciudad”.
EL MODELO A SEGUIR ES EL DEL ENTORNO DE SANT ANTONI
Janet Sanz, teniente de alcalde de Urbanismo, Ecología y Movilidad, ha admitido que el diseño de las actuaciones de urbanismo táctico ejecutadas durante la emergencia sanitaria es mejorable. Se refiere a las piezas de cemento que delimitan las terrazas ubicadas en plazas de aparcamiento. Esta semana, durante la presentación del Plan de Movilidad Urbana 2020-2024 habló de la posibilidad de colocar plataformas para nivelarlas con las aceras. Y en el plano formal, aseguró que el modelo de espacio urbano a seguir es la actuación realizada en el entorno del mercado de Sant Antoni.