Con motivo de la reciente publicación del Anteproyecto de Ley de Servicios Profesionales, la asociación AxA (Arquitectos por la Arquitectura) desea hacer público su más enérgico rechazo a la propuesta de modificación de las reservas de actividad previstas en la Ley de Ordenación de la Edificación de 1999, una modificación que, de confirmarse, supondría la práctica desaparición de la arquitectura como actividad cuyo objetivo esencial siempre ha sido, y es, la construcción de espacios propicios para la vida de las personas.
El mencionado Anteproyecto, elaborado por el Ministerio de Economía y Competitividad, suprime la reserva exclusiva de actividad propia de los arquitectos y habilita a ingenieros con competencias en edificación para proyectar y dirigir obras de edificios residenciales, culturales, docentes o religiosos.
El Ministerio justifica esta decisión argumentando que “Si un profesional – arquitecto o ingeniero – es competente para realizar una edificación, se entiende que también será capaz de realizar otras, con independencia de su uso.” Dicho en otras palabras, según el criterio ministerial, la competencia profesional para, por ejemplo, proyectar y dirigir la construcción de una nave industrial, habilita para proyectar y dirigir la obra de un hospital, un museo, una escuela o también, ¿porqué no?, una vivienda.
El legislador parece ignorar que los edificios no son máquinas, que son el entorno de nuestra vida, que sus condicionantes técnicos, funcionales y ambientales son inherentes a su uso y que la respuesta a estos requerimientos es específica de la arquitectura a través de la formación y titulación académica de los arquitectos.
Aún así, en el supuesto de que desde la ingeniería se garantizase una cierta corrección constructiva y económica, es seguro que difícilmente podría hacer frente a su síntesis con las otras variables funcionales, culturales, estéticas, sociológicas, etc. que la arquitectura engloba. Es precisamente esa palabra, síntesis, la que subraya la diferente formación entre un ingeniero, con sus rigurosas herramientas de análisis, y el arquitecto, formado para una aproximación transversal y humanística que hace de la diversidad de visiones su mejor estrategia.
Entendiendo el valor de la transversalidad disciplinar, de la necesaria y estrecha colaboración entre las distintas materias que participan en el complejo y rico proceso de construcción de todo hábitat humano, defendemos la especificidad de cada profesión definida por su formación, de acuerdo con la postura expresada por el CSCAE (Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España), a la que nos sumamos sin reservas.
Cuando nuestra arquitectura es reconocida en todo el mundo y cuando nuestros jóvenes son tan valorados en su obligada diáspora, es un dislate insuperable el recorte de su campo de trabajo a otras profesiones absolutamente diferentes. Precisamente es el momento de poner en valor la colaboración entre las diferentes colectivos profesionales, en vez de diluir los campos de trabajo propios de cada disciplina.
La junta de AxA en representación de sus asociados