Cuando he recibido la triste noticia, aunque parezca increíble estaba mirando una fotografía de Federico en su apartamento de Paseo de Gracia 99 en el que nos hemos visto entre amigas y amigos en repetidas ocasiones. Su fotografía se enmarcaba en la entrevista que le acaba de realizar Anatxu Zabalbeascoa para el País Semanal. Al retrato le acompañan sus dos señas de identidad, un precioso esbozo del Flash, proyecto que definió de manera magistral una época; recuerdo su inauguración el tres de julio de 1970 y junto al dibujo, la fotografía de una casita en Cadaqués que me ha hecho recordar mi obra preferida también en Cadaqués, la Casa Villavecchia, de 1955. Ambas imágenes sintetizan el espíritu de aquellos años.
En el pasado mes de diciembre presentamos en la ETSAB el núm. 20 de la Revista Palimpsesto, en el que rendíamos homenaje a las dos figuras que convirtieron en historia viva la Escuela de Barcelona. Recuerdo a Oriol y a Federico presentes ambos en primera fila y cuando me refería a Correa como el mejor profesor que habíamos tenido, Federico me llamó la atención con un “Carlos, vocaliza bien, casi no se te entiende”.
Creo que toda una generación de arquitectos y profesores de la Escuela le debemos una parte sustantiva de nuestra formación; su integridad intelectual y su coherencia inamovible a lo largo de los años lo han convertido en unos de nuestros maestros y referentes.
Más allá de aquellos brillantes y primerizos proyectos en el Cadaqués de los 50’s y 60’s, o sus icónicos restaurantes en la Barcelona de los 70’s, como el emblemático Giardinetto que sobrevive imperturbable a los ismos y las modas, me gusta ver asiduamente y recordar sus proyectos para la Avenida Diagonal de Barcelona: el Edificio Monitor (1968-70), la Torre Atalaya (1966-71) o la sede de la Diputación (1985-87), proyectos todos ellos en coautoría con Alfonso Milá.
Federico, discípulo devoto de José Antonio Coderch, se convirtió en profesor de una generación a través de su cátedra de composición de la que fue apartado en los años 60 por el régimen franquista.
En el núm. 4 la revista académica a la que he aludido, ante la imposibilidad de encontrar un solo escrito de Federico de sus años en la escuela, pues era siempre partidario de la transmisión oral, recurrimos a publicar como muestra de su trabajo académico y su ideario función-forma, tres ejercicios del famoso banco de los entonces alumnos Ignasi de SolàMorales, Manel Brullet i Albert Viaplana, como resumen de aquellos legendarios cursos de la asignatura de composición que impartió año tras año y que con su figura recordaremos para siempre.
Carlos Ferrater, Octubre de 2020