Publicat el 3 de març de 2014 a La Vanguardia
Barcelona, la ciudad de los arquitectos -de Gaudí a Miralles, pasando por Coderch o Bohigas-, ha confiado la transformación de la plaza de las Glòries a una profesional emergente y, por tanto, casi desconocida.Publicado el 3 de marzo de 2014 en La Vanguardia
Barcelona, la ciudad de los arquitectos -de Gaudí a Miralles, pasando por Coderch o Bohigas-, ha confiado la transformación de la plaza de las Glòries a una profesional emergente y, por tanto, casi desconocida. Ana Coello de Llobet, asociada con la firma francesa Agence Ter, ganó a mediados de febrero el concurso para convertir lo que ahora es un ruidoso nudo viario -y, durante siglo y medio, el punto no resuelto del Eixample de Cerdà- en un parque llamado a ser motor de la renaturalización de la ciudad que alienta el actual Ayuntamiento. Las tareas de derribo del viaducto circular se han iniciado ya, y la UTE formada por Agence Ter y Ana Coello trabaja en el anteproyecto, que espera tener listo antes del verano. La obra está pues en curso. Pero ¿quién es Ana Coello? ¿Cuáles son las ideas de esta joven figura a la que Barcelona ha encargado las Glòries?
Ana Coello, arquitecta y paisajista, nació en Girona en 1973. Su padre, Joaquim Coello, es ingeniero naval y entre el 2004 y el 2006 fue presidente del Puerto de Barcelona. Inició sus estudios de arquitectura en la Universidad de Navarra y los terminó en la UPC de Barcelona. A continuación, ya afincada en la capital catalana, trabajó dos años en el despacho de Cristian Cirici y otros dos en el de Nogué/Onzain/Roig. Pero su interés por el paisajismo propició un cambio de aires: se fue a la Universidad de Harvard donde, entre el 2003 y el 2005, cursó un máster sobre dicha disciplina, y aprovechó la estadía en EE.UU. para colaborar, por breves periodos, en los estudios de dos afamados paisajistas: Peter Walker y Martha Schwartz. “De Walker aprendí el rigor y la atención al detalle -recuerda Coello-. De Schwartz, una visión abierta, creativa y libre de la profesión”.
En el otoño del 2005 Coello se instaló en París para trabajar en la Agence Ter, con la que colaboró en proyectos para la Expo 2008 en Zaragoza y ha mantenido estrecho contacto. En el 2006 regresó a Barcelona y montó despacho con dos socios. Y, en el 2008, justo al inicio de la crisis, se estableció en solitario.
Estos años de formación académica y profesional en el extranjero han limitado la notoriedad de Coello en Barcelona, la ciudad donde vive con su esposo y su hijo de un año, y donde va a definir el futuro de Glòries. Tampoco ha tenido gran difusión su listado de proyectos, en el que dominan los destinados a otros países. “Los trabajos relacionados con el paisajismo fueron una de las primera víctimas de la crisis -reconoce Coello-. De manera que, en los últimos años, he intentado actuar, de nuevo, allende nuestras fronteras. He proyectado un parque de catorce hectáreas en Chengdu (China). Y he elaborado un proyecto de urbanismo y espacio público para un nuevo barrio con 2.400 viviendas en Nairobi (Kenia), por cuenta de ONU-Habitat”, la agencia de Naciones Unidas para asentamientos humanos que dirige el ex alcalde de Barcelona Joan Clos. Coello termina ahora una pequeña obra paisajística en una salida de autopista parisina, en Chatenay Malabry, junto al bosque de Verrières. Ha realizado también diversos jardines privados, y ha impartido clases en la IE University de Segovia.
“Lo que más me interesa -indica Coello esbozando su ideario profesional- es el paisajismo en tanto que diseño de espacios exteriores donde se combinan la arquitectura, el urbanismo, la vegetación y la ecología. Pienso que la naturaleza puede hallar su lugar en la ciudad, y hacerla más habitable. Creo que se puede construir con las herramientas del paisajismo, más que con las de la arquitectura o la edificación; es decir, con la vegetación, la topografía, el agua o las vistas. Asistimos a un cambio de paradigma. El concepto de las intervenciones exteriores ha variado mucho en pocos años. Se estima ahora que los paisajes urbanos no sólo exigen estar bien diseñados y construidos, sino que, sobre todo, deben forman sistemas complejos y dinámicos, favoreciendo simultáneamente a las personas, la naturaleza y la ecología. Estos son los auténticos protagonistas. No lo somos los proyectistas, que debemos trabajar con modestia y con economía de medios”.
Estas opiniones coinciden con las de Olivier Philippe, uno de los fundadores de Agence Ter, la potente firma francesa -tiene unos cuarenta empleados en sus despachos de París y Karlsruhe, mientras Coello tiene sólo dos-. “Durante muchos años hemos admirado las transformaciones urbanas de Barcelona -dice Philippe-. La calidad de su diseño es muy elevada. Pero también pensamos que Barcelona se ha mineralizado, se ha endurecido y se ha impermeabilizado, alejándose de la idea inicial de Ildefons Cerdà, que preveía manzanas abiertas con interiores verdes. En el propio concurso de las Glòries había propuestas muy duras. Quizás eso indicara que se estaba agotando una etapa, que había que renovarse y abrirse a propuestas exteriores. Tradicionalmente, se ha considerado la ciudad como una conquista sobre la naturaleza. Actualmente hay otra conciencia, otros desafíos, pensamos en la ciudad como una realidad híbrida, que debe integrar los fenómenos naturales y sacarles el mejor partido posible”.
Coello y Agence Ter tendrán ahora la oportunidad -y la responsabilidad- de aplicar sus criterios en la plaza de las Glòries. Su propuesta, titulada Canòpiae urbana, anuncia la creación de atmósferas naturales, con arbolado de hasta quince metros de altura, integrado en un 70% por especies mediterráneas, y se postula como el inicio de un cambio de época en las intervenciones públicas barcelonesas, durante decenios caracterizadas por las plazas duras.
Coello propone, además, otras ideas para Barcelona. “Los dos pulmones verdes de la ciudad, Montjuïc y Collserola, quedan desconectados de la urbe -se lamenta-. El parque de la Ciutadella tiene potencial como espacio central y de enlace con el este de la ciudad y el litoral, pero para ello debería liberarse del zoo y de las vías ferroviarias o rodadas que la limitan… En fin, en Barcelona, queda mucho por hacer”. Ana Coello de Llobet, asociada con la firma francesa Agence Ter, ganó a mediados de febrero el concurso para convertir lo que ahora es un ruidoso nudo viario -y, durante siglo y medio, el punto no resuelto del Eixample de Cerdà- en un parque llamado a ser motor de la renaturalización de la ciudad que alienta el actual Ayuntamiento. Las tareas de derribo del viaducto circular se han iniciado ya, y la UTE formada por Agence Ter y Ana Coello trabaja en el anteproyecto, que espera tener listo antes del verano. La obra está pues en curso. Pero ¿quién es Ana Coello? ¿Cuáles son las ideas de esta joven figura a la que Barcelona ha encargado las Glòries?
Ana Coello, arquitecta y paisajista, nació en Girona en 1973. Su padre, Joaquim Coello, es ingeniero naval y entre el 2004 y el 2006 fue presidente del Puerto de Barcelona. Inició sus estudios de arquitectura en la Universidad de Navarra y los terminó en la UPC de Barcelona. A continuación, ya afincada en la capital catalana, trabajó dos años en el despacho de Cristian Cirici y otros dos en el de Nogué/Onzain/Roig. Pero su interés por el paisajismo propició un cambio de aires: se fue a la Universidad de Harvard donde, entre el 2003 y el 2005, cursó un máster sobre dicha disciplina, y aprovechó la estadía en EE.UU. para colaborar, por breves periodos, en los estudios de dos afamados paisajistas: Peter Walker y Martha Schwartz. “De Walker aprendí el rigor y la atención al detalle -recuerda Coello-. De Schwartz, una visión abierta, creativa y libre de la profesión”.
En el otoño del 2005 Coello se instaló en París para trabajar en la Agence Ter, con la que colaboró en proyectos para la Expo 2008 en Zaragoza y ha mantenido estrecho contacto. En el 2006 regresó a Barcelona y montó despacho con dos socios. Y, en el 2008, justo al inicio de la crisis, se estableció en solitario.
Estos años de formación académica y profesional en el extranjero han limitado la notoriedad de Coello en Barcelona, la ciudad donde vive con su esposo y su hijo de un año, y donde va a definir el futuro de Glòries. Tampoco ha tenido gran difusión su listado de proyectos, en el que dominan los destinados a otros países. “Los trabajos relacionados con el paisajismo fueron una de las primera víctimas de la crisis -reconoce Coello-. De manera que, en los últimos años, he intentado actuar, de nuevo, allende nuestras fronteras. He proyectado un parque de catorce hectáreas en Chengdu (China). Y he elaborado un proyecto de urbanismo y espacio público para un nuevo barrio con 2.400 viviendas en Nairobi (Kenia), por cuenta de ONU-Habitat”, la agencia de Naciones Unidas para asentamientos humanos que dirige el ex alcalde de Barcelona Joan Clos. Coello termina ahora una pequeña obra paisajística en una salida de autopista parisina, en Chatenay Malabry, junto al bosque de Verrières. Ha realizado también diversos jardines privados, y ha impartido clases en la IE University de Segovia.
“Lo que más me interesa -indica Coello esbozando su ideario profesional- es el paisajismo en tanto que diseño de espacios exteriores donde se combinan la arquitectura, el urbanismo, la vegetación y la ecología. Pienso que la naturaleza puede hallar su lugar en la ciudad, y hacerla más habitable. Creo que se puede construir con las herramientas del paisajismo, más que con las de la arquitectura o la edificación; es decir, con la vegetación, la topografía, el agua o las vistas. Asistimos a un cambio de paradigma. El concepto de las intervenciones exteriores ha variado mucho en pocos años. Se estima ahora que los paisajes urbanos no sólo exigen estar bien diseñados y construidos, sino que, sobre todo, deben forman sistemas complejos y dinámicos, favoreciendo simultáneamente a las personas, la naturaleza y la ecología. Estos son los auténticos protagonistas. No lo somos los proyectistas, que debemos trabajar con modestia y con economía de medios”.
Estas opiniones coinciden con las de Olivier Philippe, uno de los fundadores de Agence Ter, la potente firma francesa -tiene unos cuarenta empleados en sus despachos de París y Karlsruhe, mientras Coello tiene sólo dos-. “Durante muchos años hemos admirado las transformaciones urbanas de Barcelona -dice Philippe-. La calidad de su diseño es muy elevada. Pero también pensamos que Barcelona se ha mineralizado, se ha endurecido y se ha impermeabilizado, alejándose de la idea inicial de Ildefons Cerdà, que preveía manzanas abiertas con interiores verdes. En el propio concurso de las Glòries había propuestas muy duras. Quizás eso indicara que se estaba agotando una etapa, que había que renovarse y abrirse a propuestas exteriores. Tradicionalmente, se ha considerado la ciudad como una conquista sobre la naturaleza. Actualmente hay otra conciencia, otros desafíos, pensamos en la ciudad como una realidad híbrida, que debe integrar los fenómenos naturales y sacarles el mejor partido posible”.
Coello y Agence Ter tendrán ahora la oportunidad -y la responsabilidad- de aplicar sus criterios en la plaza de las Glòries. Su propuesta, titulada Canòpiae urbana, anuncia la creación de atmósferas naturales, con arbolado de hasta quince metros de altura, integrado en un 70% por especies mediterráneas, y se postula como el inicio de un cambio de época en las intervenciones públicas barcelonesas, durante decenios caracterizadas por las plazas duras.
Coello propone, además, otras ideas para Barcelona. “Los dos pulmones verdes de la ciudad, Montjuïc y Collserola, quedan desconectados de la urbe -se lamenta-. El parque de la Ciutadella tiene potencial como espacio central y de enlace con el este de la ciudad y el litoral, pero para ello debería liberarse del zoo y de las vías ferroviarias o rodadas que la limitan… En fin, en Barcelona, queda mucho por hacer”.