LA CONSERVACIÓN “Los grandes espacios naturales de la región son joyas a preservar”
Richard Forman
LA CONSERVACIÓN “Los grandes espacios naturales de la región son joyas a preservar”Richard Forman
Publicado el 31 de març de 2014 a La Vanguardia
Richard Forman, el prestigioso ecólogo de Harvard, propone interconectar los grandes parques con corredores verdes.
Lleva diez años sin pisar Barcelona y su área metropolitana y lo primero que pregunta es si el Besòs y el Llobregat siguen llevando agua sucia hasta el mar. Cuando se le dice que en el último de los dos ríos se ha visto a algún que otro pescador no se lo cree. Dice que es imposible una recuperación tan rápida de su ecosistema. También se interesa por cómo se ejecutó finalmente la ampliación del aeropuerto y de qué manera afectó al delta. Un lugar privilegiado al que el padre de la ecología del paisaje y profesor de la Universidad de Harvard, Richard Forman, se refiere como la huerta de Barcelona por su ecosistema, su fauna y también por su importancia social y económica. Forman está de visita en la capital catalana para participar en uno de los talleres relacionados con la redacción del Plan Director Urbanístico (PDU) que deberá sustituir al antiguo Plan General Metropolitano (PGM).
El profesor Forman desgrana las principales amenazas para la calidad de vida de los habitantes de la región de Barcelona, entendida en un sentido amplio que abarca desde la desembocadura del Tordera hasta el límite con la provincia de Tarragona. Una de sus preocupaciones está relacionada con la escasa calidad de nuestras aguas. Las de lluvia y las residuales fluyen por la misma tubería. Considera que deberían estar separadas, y tiene ideas para frenarlas y evitar inundaciones. “El suelo, la tierra, regeneran el agua e impiden que discurra llevándose residuos nocivos hasta el mar. La misma playa -dice- donde luego los ciudadanos se bañan”. Por eso, este sabio propone crear pequeñas depresiones que darían lugar a zonas húmedas que actuarían como esponja y reducirían el riesgo de inundaciones y también de contaminación. En Barcelona, sostiene, todas estas ideas son aplicables. “Un sólo árbol puede hacer mucho. No sólo por el verde que aporta, también da sombra, humedad y detiene el agua de la lluvia”, dice.
El profesor de Harvard explica que hay cuatro modelos de ciudad: dos buenos y dos malos. Las urbes concéntricas o rodeadas de ciudades satélite, como Barcelona, serían las mejores; mientras las lineales, que siguen el curso de grandes conexiones viarias, y las dispersas al estilo de Estados Unidos, serían las más deficitarias. “El patrón estadounidense es insostenible, porque pierde el equilibrio entre los sistemas naturales y humanos y sus ciudadanos se convierten en esclavos del vehículo”.
Para Forman, el territorio es como una especie de mosaico en el que cada pieza cumple una determinada función. No todo sirve para todo, y sería un error que así fuera. Por eso, ante el rápido crecimiento desordenado vivido durante los años de expansión inmobiliaria, y el riesgo de que las grandes localidades del entorno de Barcelona acaben formando una especie de “megaameba que no hace ciudad”, propone crear pasillos verdes en torno a las fronteras de cada municipio.
Serían cinturones que deberían enlazar con los grandes espacios naturales de la región metropolitana, y donde se podrían ubicar zonas de paseo y deporte, y pequeñas explotaciones agrícolas. Y, en este punto, vuelve a recordar el delta del Llobregat, al tiempo que recomienda que, para “garantizar la salud de sus aguas”, se debería empezar a minimizar la presencia de pequeñas industrias junto a su curso.Propone que en el entorno de los ríos sólo se concentren corredores (verde-azules) de vegetación y fauna.
¿Y qué pasa con los grandes espacios naturales de la región metropolitana? Forman tiene claro que el Montseny, Collserola, Montserrat, o el Montnegre son auténticas joyas que conservar, porque de ellas depende el futuro de la región. “Barcelona sería mundana sin Collserola”, sostiene. Considera vital la preservación de este gran espacio verde para las supervivencia de las ciudades. Para controlar su clima y aportar humedad, para dotar de vegetación y fauna al área metropolitana, y también como lugar privilegiado para sus ciudadanos. “Barcelona no se caracteriza por ser una ciudad con grandes parques y zonas verdes; no es como Londres u otro tipo de urbe europea. De ahí la importancia de este parque natural que se convierte, a su vez, en nexo de unión con otras localidades limítrofes”, apunta Forman.
Publicado el 31 de març de 2014 a La Vanguardia
Richard Forman, el prestigioso ecólogo de Harvard, propone interconectar los grandes parques con corredores verdes.
Lleva diez años sin pisar Barcelona y su área metropolitana y lo primero que pregunta es si el Besòs y el Llobregat siguen llevando agua sucia hasta el mar. Cuando se le dice que en el último de los dos ríos se ha visto a algún que otro pescador no se lo cree. Dice que es imposible una recuperación tan rápida de su ecosistema. También se interesa por cómo se ejecutó finalmente la ampliación del aeropuerto y de qué manera afectó al delta. Un lugar privilegiado al que el padre de la ecología del paisaje y profesor de la Universidad de Harvard, Richard Forman, se refiere como la huerta de Barcelona por su ecosistema, su fauna y también por su importancia social y económica. Forman está de visita en la capital catalana para participar en uno de los talleres relacionados con la redacción del Plan Director Urbanístico (PDU) que deberá sustituir al antiguo Plan General Metropolitano (PGM).
El profesor Forman desgrana las principales amenazas para la calidad de vida de los habitantes de la región de Barcelona, entendida en un sentido amplio que abarca desde la desembocadura del Tordera hasta el límite con la provincia de Tarragona. Una de sus preocupaciones está relacionada con la escasa calidad de nuestras aguas. Las de lluvia y las residuales fluyen por la misma tubería. Considera que deberían estar separadas, y tiene ideas para frenarlas y evitar inundaciones. “El suelo, la tierra, regeneran el agua e impiden que discurra llevándose residuos nocivos hasta el mar. La misma playa -dice- donde luego los ciudadanos se bañan”. Por eso, este sabio propone crear pequeñas depresiones que darían lugar a zonas húmedas que actuarían como esponja y reducirían el riesgo de inundaciones y también de contaminación. En Barcelona, sostiene, todas estas ideas son aplicables. “Un sólo árbol puede hacer mucho. No sólo por el verde que aporta, también da sombra, humedad y detiene el agua de la lluvia”, dice.
El profesor de Harvard explica que hay cuatro modelos de ciudad: dos buenos y dos malos. Las urbes concéntricas o rodeadas de ciudades satélite, como Barcelona, serían las mejores; mientras las lineales, que siguen el curso de grandes conexiones viarias, y las dispersas al estilo de Estados Unidos, serían las más deficitarias. “El patrón estadounidense es insostenible, porque pierde el equilibrio entre los sistemas naturales y humanos y sus ciudadanos se convierten en esclavos del vehículo”.
Para Forman, el territorio es como una especie de mosaico en el que cada pieza cumple una determinada función. No todo sirve para todo, y sería un error que así fuera. Por eso, ante el rápido crecimiento desordenado vivido durante los años de expansión inmobiliaria, y el riesgo de que las grandes localidades del entorno de Barcelona acaben formando una especie de “megaameba que no hace ciudad”, propone crear pasillos verdes en torno a las fronteras de cada municipio.
Serían cinturones que deberían enlazar con los grandes espacios naturales de la región metropolitana, y donde se podrían ubicar zonas de paseo y deporte, y pequeñas explotaciones agrícolas. Y, en este punto, vuelve a recordar el delta del Llobregat, al tiempo que recomienda que, para “garantizar la salud de sus aguas”, se debería empezar a minimizar la presencia de pequeñas industrias junto a su curso.Propone que en el entorno de los ríos sólo se concentren corredores (verde-azules) de vegetación y fauna.
¿Y qué pasa con los grandes espacios naturales de la región metropolitana? Forman tiene claro que el Montseny, Collserola, Montserrat, o el Montnegre son auténticas joyas que conservar, porque de ellas depende el futuro de la región. “Barcelona sería mundana sin Collserola”, sostiene. Considera vital la preservación de este gran espacio verde para las supervivencia de las ciudades. Para controlar su clima y aportar humedad, para dotar de vegetación y fauna al área metropolitana, y también como lugar privilegiado para sus ciudadanos. “Barcelona no se caracteriza por ser una ciudad con grandes parques y zonas verdes; no es como Londres u otro tipo de urbe europea. De ahí la importancia de este parque natural que se convierte, a su vez, en nexo de unión con otras localidades limítrofes”, apunta Forman.