El 70% de los profesionales son autónomos y un tercio cobra menos de 15.000 euros
Publicado en La Vanguardia el 4 de mayo de 2020
Los proyectos que tenemos en marcha continúan pero nadie llama con nuevos encargos”, señala Assumpció Puig, decana del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, sobre la situación que vive
el sector de la arquitectura desde que la lucha contra la Covid-19 obligó a paralizar la actividad económica. Según una encuesta realizada por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), los encargos pendientes han caído de media un 69%, y los profesionales prevén ya una reducción de ingresos del 57% respecto al año pasado.
Para los arquitectos, además, llueve sobre mojado: la profesión no se ha recuperado del hundimiento que provocó la crisis inmobiliaria. “En el 2004 se proyectaban anualmente en España más de 900.000 viviendas y el año pasado estábamos en apenas 100.000, que es el nivel de 1960” asegura Puig.
Jordi Badia, socio de Baas Arquitectes, considera que el impacto se notará a medio plazo porque “el sector tiene una inercia, ya que un proyecto tarda 3 o 4 años”. En la anterior crisis inmobiliaria se paralizó en el 2010, aunque las ventas se detuvieron en el 2008.
No todos los subsectores de la edificación, además, van al mismo ritmo. Enric Batlle, socio fundador del estudio Batlle i Roig,destaca por ello el valor de la diversificación (“que ya nos fue muy bien la otra vez”, recuerda). Su estudio, uno de los mayores de España, diseña viviendas, oficinas, edificios públicos, paisajes, parques y proyectos urbanísticos.
La atomización impide entrar en las nuevas tecnologías y en proyectos de sostenibilidad
Batlle i Roig cuenta con 110 arquitectos y una facturación anual de 12 millones de euros. Este perfil, sin embargo, es excepcional en la arquitectura española: según los datos del CSCAE los estudios tienen de media 6,7 empleados, y en el 57,2% de los casos cuentan con un solo arquitecto. La caída de la actividad de los últimos años y la atomización hace que la facturación media sea de 29.527 euros anuales(cuando se realizó el estudio en el 2018). Los ingresos medios de los arquitectos son incluso inferiores, de sólo 22.265 euros anuales, con un tercio de los profesionales con ingresos inferiores a los 15.000. “El 70% de los arquitectos son autónomos y no tienen músculo financiero para aguantar un parón prolongado”, dice Puig.
La atomización hace que la principal actividad hoy de los arquitectos sea la rehabilitación (57%), y sus clientes más frecuentes familias. “No hay un tejido empresarial y eso nos hace ser muy débiles”, reconoce la decana catalana.
Badia considera que los bajos honorarios llevan a la atomización, porque “muchos profesionales para ganar encargos a precios muy bajos no pueden asumir costes de estructura, como un local o contratar a otra persona. Trabajan desde casa y subcontratan apoyo, a veces en el límite de la legalidad. Hay trabajos que se están haciendo con tarifas de economía sumergida”, lamenta.
Batlle coincide que la atomización es uno de los principales problemas del sector. “Cuando un promotor quiere construir un edificio quiere un único interlocutor” de manera que a menudo contrata un ingeniería, que emplea a algunos arquitectos y subcontrata a especialistas las tareas más técnicas o más vistosas, como la fachada, lo que ahonda más en la precarización de la profesión. Además, “si un arquitecto lidera el proyecto el edificio es diferente. Y el cliente lo agradece”.
La falta de estructura empresarial es un lastre para que los profesionales puedan hacer frente a los nuevos retos que están transformando el sector, especialmente la incorporación de nuevas tecnologías, la asunción de los principios de la arquitectura verde y la internacionalización.
Batlle explica que su estudio fue pionero en Catalunya en incorporar la metodología BIM, en el 2013, con un instituto en Molins de Rei que fue la prueba piloto de la Generalitat. “Hoy esta tecnología es imprescindible en todos los proyectos grandes”, recuerda. Los pequeños estudios no asumen los costes y el esfuerzo de formación que requiere implementarla porque muchos de sus clientes no la utilizan, pero eso a su vez les deja fuera de obras más grandes.
La arquitectura verde es otra de las revoluciones que vive el sector, para hacer “edificios pasivos”, en los que el consumo de energía sea cero. “Es un cambio completo en la manera como construimos” reconoce Batlle, y obliga a entrar en un proceso más complejo para obtener las certificaciones correspondientes. “Con certificaciones de sostenibilidad pasará como con el BIM: en unos años lo pedirá todo el mundo”, asegura.
El tamaño favorece también la internacionalización. Según los datos del consejo, actualmente el 5,7% de los arquitectos que residen en España tiene actividad en el extranjero, y otro 16,5% ha tenido proyectos fuera en algún momento. “Cuando la crisis paralizó el mercado español fue una salida muy buscada”, señala Puig, que recuerda que muchos emigraron, y algunos se han quedado fuera, en estudios o en la docencia.
La decana de los arquitectos catalanes pide que las administraciones prioricen las necesidades de vivienda de la población para mantener activo el sector, principalmente la rehabilitación, para la que España da muchas menos ayudas que otros países. “Ya preveíamos una desaceleración este año pero ahora, con el freno de los promotores y las administraciones, temo que no volvamos al nivel de actividad del 2019 hasta al menos el año que viene. Este es un sector que no se debe dejar morir”.