Publicado el jueves, 12 de junio del 2014 en EL PAIS
Un congreso con figuras del arte de construir edificios marca el fin de la edad de las obras faraónicasPublicat el dijous, 12 de juny del 2014 a EL PAIS
Un congreso con figuras del arte de construir edificios marca el fin de la edad de las obras faraónicas
Como si de la torre de Babel se tratara, fracasada por la desmesurada ambición de sus constructores, la arquitectura estrella, la de las obras faraónicas de costes desorbitados, ha quedado enterrada gracias a la crisis y a la reacción del gremio de los arquitectos. Esa es la idea dominante del congreso Arquitectura necesaria, que se celebra en Pamplona, empezó ayer miércoles y finalizará el viernes, con la presencia de grandes nombres, que no celebridades, del arte de construir edificios. “Las superestrellas son como niños con demasiados juguetes”, aseguró sobre esos colegas el sudafricano Peter Rich (Johanesburgo, 1945). “Solo piensan en la forma de la obra que van a levantar, entonces se dedican a hacer su proyecto loco y luego quieren colocarlo a todo costa donde sea, sin pensar en el contexto, en lo que rodea a ese edificio”, dice uno de los artífices del proyecto Light Earth Design que construye edificios sostenibles en África.
“La crisis ha matado a esas superestrellas para ir hacia una arquitectura más normal. Un buen ejemplo es Dominique [Perrault, que escucha a Rich a su lado]. Él hace grandes obras pero logra que sea una arquitectura invisible, que se difumina en el paisaje”, añade. Un planteamiento contrario al de las megaconstrucciones es el que defendió en el primer día del congreso la india Anupama Kundoo (Pune, 1967). A ella le gusta “experimentar e investigar” con los modestos materiales que hay en su país para “levantar una arquitectura de bajo impacto ambiental”. Kundoo, que impartirá clases en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Camilo José Cela, en Madrid, a partir de septiembre, subrayó que lo suyo es “sacar lo máximo de lo pequeño” y dejó una poética definición de su arte: “Es como unir los agujeros de una red de pescar, se puede hacer y da igual el material que se utilice”.
‘Wall house’, un proyecto que la arquitecta Anupama Kundoo presentó en la Bienal de Venecia de 2012.
Menos bellas fueron las palabras de Dominique Perrault (Auvernia, 1953) sobre si la recién inaugurada Bienal de Venecia, comisariada por el holandés Rem Koolhaas, también se ha rebelado contra las vedettes. El autor de la Biblioteca Nacional de Francia o la Caja Mágica de Madrid, entre otros, disparó: “¿Koolhaas? Él ha pasado de ser una superestrella a ser un superdios a cuyo alrededor hay como una secta, todo gira a su alrededor. Es el nuevo anticristo”.
Sobre esta acometida, el director de este congreso auspiciado por la Fundación Arquitectura y Sociedad, Luis Fernández-Galiano, señaló que se debe en parte a que “no ha gustado el lema de la Bienal, Arquitectura, no arquitectos, y ni que Koolhaas no haya invitado a ningún colega para mostrar sus trabajos, como es habitual. Fernández-Galiano aboga por acabar con la época de “las obras absurdamente caras y los museos y aeropuertos vacíos”. Según este catedrático de la Politécnica de Madrid, “desde hace poco ha surgido una reacción” de los propios profesionales “en defensa de la dignidad de la arquitectura” porque se ha metido injustamente a todo el gremio en el mismo saco. Lo apoya el navarro Francisco Mangado: “No se nos puede demonizar a todos porque haya habido algunos que han confundido arquitectura con la construcción sin escrúpulos”.
La Caja Mágina levantada por Dominique Perrault en Madrid.
En la primera jornada de este congreso, que cumple su tercera edición, Perrault señaló que los tijeretazos y recortes también han provocado algo beneficioso. “Al tener menos medios, se ha acelerado el proceso que va desde que se diseña una obra en el ordenador hasta que se fabrica. Esto se ha dado gracias a los países emergentes. Antes, todo era más lento y pesado”. Además, hizo hincapié en la nueva relación de los estudios con los clientes que quieren un edificio. Antes se hablaba con personas, ahora con representantes de grandes corporaciones, es más impersonal. A lo que Fernández-Galiano suma: “Hace años, el cliente iba al estudio. Ahora es el arquitecto el que busca el solar y busca un cliente al que proponer su idea”.
Hablando de recortes, hablemos de España. “Es terrible lo que está pasando en nuestra profesión. Los jóvenes dejan el país, los mayores cierran el estudio y los demás están sufriendo porque han sido expulsados de la clase media”, lamenta Fernández-Galiano, que ilustra esta emigración de talentos con un ejemplo. “El cónsul español en Shanghái daba un cóctel cada vez que llegaba allí un arquitecto de España a trabajar. Ahora ha tenido que dejar de hacerlo porque en las compañías chinas hay un montón de españoles”. Del buen nivel de los arquitectos nacionales dio fe el sudafricano Rich: “Están muy bien formados, han recibido una buena educación y por eso tienen éxito”. Y lo contrapuso al caso de Estados Unidos: “Miles y miles de arquitectos, pero ¿son buenos?”.
Y un consejo de Fernández-Galiano a jóvenes como los que llenaban el palacio Baluarte pamplonés. “Si quieren quedarse en España, el trabajo no va a estar en la obra nueva sino en la rehabilitación, construir en lo construido, regenerar. También en la edificación de viviendas asistenciales porque somos un país cada vez más envejecido”. Y si los chavales quieren salir de España, la tierra prometida no es Sudamérica (“allí hay muchos buenos arquitectos y son países proteccionistas”), ni las potencias asiáticas (“ellos se lo hacen todo”). “Las oportunidades estarán en el África subsahariana, donde está todo por hacer”.
Foto portada: El centro de interpretación Mapungubwe diseñador por Peter Rich.
Como si de la torre de Babel se tratara, fracasada por la desmesurada ambición de sus constructores, la arquitectura estrella, la de las obras faraónicas de costes desorbitados, ha quedado enterrada gracias a la crisis y a la reacción del gremio de los arquitectos. Esa es la idea dominante del congreso Arquitectura necesaria, que se celebra en Pamplona, empezó ayer miércoles y finalizará el viernes, con la presencia de grandes nombres, que no celebridades, del arte de construir edificios. “Las superestrellas son como niños con demasiados juguetes”, aseguró sobre esos colegas el sudafricano Peter Rich (Johanesburgo, 1945). “Solo piensan en la forma de la obra que van a levantar, entonces se dedican a hacer su proyecto loco y luego quieren colocarlo a todo costa donde sea, sin pensar en el contexto, en lo que rodea a ese edificio”, dice uno de los artífices del proyecto Light Earth Design que construye edificios sostenibles en África.
“La crisis ha matado a esas superestrellas para ir hacia una arquitectura más normal. Un buen ejemplo es Dominique [Perrault, que escucha a Rich a su lado]. Él hace grandes obras pero logra que sea una arquitectura invisible, que se difumina en el paisaje”, añade. Un planteamiento contrario al de las megaconstrucciones es el que defendió en el primer día del congreso la india Anupama Kundoo (Pune, 1967). A ella le gusta “experimentar e investigar” con los modestos materiales que hay en su país para “levantar una arquitectura de bajo impacto ambiental”. Kundoo, que impartirá clases en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Camilo José Cela, en Madrid, a partir de septiembre, subrayó que lo suyo es “sacar lo máximo de lo pequeño” y dejó una poética definición de su arte: “Es como unir los agujeros de una red de pescar, se puede hacer y da igual el material que se utilice”.
‘Wall house’, un proyecto que la arquitecta Anupama Kundoo presentó en la Bienal de Venecia de 2012.
Menos bellas fueron las palabras de Dominique Perrault (Auvernia, 1953) sobre si la recién inaugurada Bienal de Venecia, comisariada por el holandés Rem Koolhaas, también se ha rebelado contra las vedettes. El autor de la Biblioteca Nacional de Francia o la Caja Mágica de Madrid, entre otros, disparó: “¿Koolhaas? Él ha pasado de ser una superestrella a ser un superdios a cuyo alrededor hay como una secta, todo gira a su alrededor. Es el nuevo anticristo”.
Sobre esta acometida, el director de este congreso auspiciado por la Fundación Arquitectura y Sociedad, Luis Fernández-Galiano, señaló que se debe en parte a que “no ha gustado el lema de la Bienal, Arquitectura, no arquitectos, y ni que Koolhaas no haya invitado a ningún colega para mostrar sus trabajos, como es habitual. Fernández-Galiano aboga por acabar con la época de “las obras absurdamente caras y los museos y aeropuertos vacíos”. Según este catedrático de la Politécnica de Madrid, “desde hace poco ha surgido una reacción” de los propios profesionales “en defensa de la dignidad de la arquitectura” porque se ha metido injustamente a todo el gremio en el mismo saco. Lo apoya el navarro Francisco Mangado: “No se nos puede demonizar a todos porque haya habido algunos que han confundido arquitectura con la construcción sin escrúpulos”.
La Caja Mágina levantada por Dominique Perrault en Madrid.
En la primera jornada de este congreso, que cumple su tercera edición, Perrault señaló que los tijeretazos y recortes también han provocado algo beneficioso. “Al tener menos medios, se ha acelerado el proceso que va desde que se diseña una obra en el ordenador hasta que se fabrica. Esto se ha dado gracias a los países emergentes. Antes, todo era más lento y pesado”. Además, hizo hincapié en la nueva relación de los estudios con los clientes que quieren un edificio. Antes se hablaba con personas, ahora con representantes de grandes corporaciones, es más impersonal. A lo que Fernández-Galiano suma: “Hace años, el cliente iba al estudio. Ahora es el arquitecto el que busca el solar y busca un cliente al que proponer su idea”.
Hablando de recortes, hablemos de España. “Es terrible lo que está pasando en nuestra profesión. Los jóvenes dejan el país, los mayores cierran el estudio y los demás están sufriendo porque han sido expulsados de la clase media”, lamenta Fernández-Galiano, que ilustra esta emigración de talentos con un ejemplo. “El cónsul español en Shanghái daba un cóctel cada vez que llegaba allí un arquitecto de España a trabajar. Ahora ha tenido que dejar de hacerlo porque en las compañías chinas hay un montón de españoles”. Del buen nivel de los arquitectos nacionales dio fe el sudafricano Rich: “Están muy bien formados, han recibido una buena educación y por eso tienen éxito”. Y lo contrapuso al caso de Estados Unidos: “Miles y miles de arquitectos, pero ¿son buenos?”.
Y un consejo de Fernández-Galiano a jóvenes como los que llenaban el palacio Baluarte pamplonés. “Si quieren quedarse en España, el trabajo no va a estar en la obra nueva sino en la rehabilitación, construir en lo construido, regenerar. También en la edificación de viviendas asistenciales porque somos un país cada vez más envejecido”. Y si los chavales quieren salir de España, la tierra prometida no es Sudamérica (“allí hay muchos buenos arquitectos y son países proteccionistas”), ni las potencias asiáticas (“ellos se lo hacen todo”). “Las oportunidades estarán en el África subsahariana, donde está todo por hacer”.