Publicado el viernes, 9 de mayo del 2014, en la revista El Cultural
La simultaneidad entre la exposición The Architect is Present, actualmente en la Fundación ICO de Madrid, y la edición de la esperada monografía del premio Pritzker Peter Zumthor brindan la oportunidad de analizar en paralelo dos códigos de comunicación arquitectónica muy diferentes entre sí y su divergente interés por llegar al público general.Publicado el viernes, 9 de mayo del 2014, en la revista El Cultural
La simultaneidad entre la exposición The Architect is Present, actualmente en la Fundación ICO de Madrid, y la edición de la esperada monografía del premio Pritzker Peter Zumthor brindan la oportunidad de analizar en paralelo dos códigos de comunicación arquitectónica muy diferentes entre sí y su divergente interés por llegar al público general.
Entran, al tiempo, dos libros por la puerta. Por un lado, un pequeño catálogo de la muestra de la Fundación ICO de Madrid. The Architect is Present (abierta hasta el 18 de mayo) exhibe el trabajo de un quinteto de oficinas que, en palabras del comisario Luis Fernández-Galiano “han hecho de la austeridad su referente ético y estético”. Por otro, la esperadísima monografía del Pritzker suizo Peter Zumthor (Basilea, 1943) –cinco tomos publicados por Scheidegger & Spiess y supervisados por su antiguo colaborador Thomas Durisch– destinada, con seguridad, al culto instantáneo. Curioso dilema: cinco arquitectos de una vez o un arquitecto cinco veces; cinco estudios que trabajan con los tejidos sociales del lugar –las del burkinés Diébédo Francis Kéré, los noruegos TYIN TegnestueArchitects, la hindú AnupamaKundoo,el paraguayo Solano Benítez y la germana Anna Heringer– frente a la lujosa pentalogía de un alarife exquisito. Quizá exposición y libro(s), tan distantes, ofrezcan claves de análisis común.
Como era previsible, Peter Zumthor 1985-2013. Buildings and Projects es intimidante: en sus cerca de 850 páginas y 6,5 kg están reflejados sólo 43 de sus proyectos, construidos o no. Del primer edificio aquí incluido (su propio espacio de trabajo en Haldestein, cerca de Coira) hasta el último (un futuro centro de arte en Rusia), lo que Zumthor quiere decirnos es fácil de descifrar: esto es arte y debe presentarse como tal. La narrativa de los proyectos es sistemática, en zoom de lo general a lo particular, y con pocos documentos por página: papel blanco a mansalva.
En su vena colorista y comiquera, The Architectis Present es un tanto lo contrario. Las paredes se abigarran con diagramas e ilustraciones que refuerzan el mensaje de colaboración local que subyace en la exposición. No es una muestra solemne, siquiera tan sólo una muestra: los arquitectos presentes realizan un taller en la propia galería –cuyos resultados se van acumulando, a la vista de cualquiera– y recorren las distintas escuelas de arquitectura de España, participando en las clases o talleres y dictando conferencias.
Reflexionar sobre ambas propuestas es hacerlo, por tanto, sobre las luces y sombras de un producto cultural intramuros y otro de vocación evangelizadora. El contenido de su monografía retrata a Zumthor como un camaleón más intuitivo de lo que pudiera pensarse, pero siempre perfectamente identificable. No es el caso de la edición: pasada la excitación inicial y vistos los trabajos menos conocidos –algunos muy notables, como el frustrado edificio de equipamientos públicos en Isnyim Allgäu (Alemania), una torre semejante a una muela vítrea– aparece el aburrimiento. Nada hay que objetar a la impecable caligrafía de su aspecto, pero sí a sumecánica superficialidad; la reiteracióndeimágenes exquisitas se acaba volviendo contra el propio volumen. “Represión” es la palabraquemejor define estas páginas en las que lo espontáneo no tiene cabida. No se incluye revelador ensayo crítico –sólo un par de banales textos del protagonista– ni tampoco información realmente inédita sobre los proyectos; puede imaginarse la sonora decepción de quien, tras el notable desembolso, se encuentre con los mismosplanos mil veces publicados de obras como las Termas de Vals. Pasar las hojas de los volúmenes deviene, ya extenuada la retina, en porno para arquitectos: vistoso, pero carente de profundidad e imposible de amar, justo al contrario que los edificios que se retratan.
EXCESO DE LIGEREZA
Aunque juegan con otros códigos, las imágenes en la exposición madrileña están igual de preparadas; un reportaje antropológicocon“ sutil” trasfondo arquitectónico: el edificio juega aquí un papel menor.El ojo entrenado se disgusta por el exceso de ligereza: hay pocos planos, difíciles de relacionar entre sí, y tampoco la arquitectura de los distintos equipos se antoja especialmente brillante, con la excepción de Solano Benítez, un maestro tectónico. Además, la muestra apela a labonhomía del espectador de forma un tanto incómoda y quizá se pasa un tanto de enrollada: por boca de un niño africanoquedice “¡me voy a marcar unos pasos a lo Michael Jackson!” habla demanera un tanto anacrónica quien piensa que éste es realmente significativo para un chaval de 10 años, y se nota. Pero todo este jaleo, justificado, es un tanto gratuito si se analiza a quién está destinado el mensaje. En las distintas visitas realizadas a la sala, se observa al visitante ignorar por completo las representaciones arquitectónicas convencionales; se detiene, sin embargo, en cómo los operarios del OrfanatoVolontariat en Pondicherri de AnupamaKundoousan de cimbra una rueda de bicicleta para trazar un óculo, o en cómo se enhebran las piezas de bambú de la escuela rural METI en Bangladesh de Anna Heringer. Todo eso no es exactamente arquitectura, por supuesto, pero quizá sea ahí donde subyace la diferencia esencial: mientras Peter Zumthor 1985-2013. Buildings and Projects sólo está interesada en la contemplación impermeable de su propio producto cierto, todos los formatos de The Architect is Present hablan de procesos y buscan la transversalidad porosa. Su intento de generar la conciencia de cierta ecología de la disciplina puede resultar edulcorada pero es, indudablemente, eficaz.
Más información sobre la exposición The Architect is Present
Entran, al tiempo, dos libros por la puerta. Por un lado, un pequeño catálogo de la muestra de la Fundación ICO de Madrid. The Architect is Present (abierta hasta el 18 de mayo) exhibe el trabajo de un quinteto de oficinas que, en palabras del comisario Luis Fernández-Galiano “han hecho de la austeridad su referente ético y estético”. Por otro, la esperadísima monografía del Pritzker suizo Peter Zumthor (Basilea, 1943) –cinco tomos publicados por Scheidegger & Spiess y supervisados por su antiguo colaborador Thomas Durisch– destinada, con seguridad, al culto instantáneo. Curioso dilema: cinco arquitectos de una vez o un arquitecto cinco veces; cinco estudios que trabajan con los tejidos sociales del lugar –las del burkinés Diébédo Francis Kéré, los noruegos TYIN TegnestueArchitects, la hindú AnupamaKundoo,el paraguayo Solano Benítez y la germana Anna Heringer– frente a la lujosa pentalogía de un alarife exquisito. Quizá exposición y libro(s), tan distantes, ofrezcan claves de análisis común.
Como era previsible, Peter Zumthor 1985-2013. Buildings and Projects es intimidante: en sus cerca de 850 páginas y 6,5 kg están reflejados sólo 43 de sus proyectos, construidos o no. Del primer edificio aquí incluido (su propio espacio de trabajo en Haldestein, cerca de Coira) hasta el último (un futuro centro de arte en Rusia), lo que Zumthor quiere decirnos es fácil de descifrar: esto es arte y debe presentarse como tal. La narrativa de los proyectos es sistemática, en zoom de lo general a lo particular, y con pocos documentos por página: papel blanco a mansalva.
En su vena colorista y comiquera, The Architectis Present es un tanto lo contrario. Las paredes se abigarran con diagramas e ilustraciones que refuerzan el mensaje de colaboración local que subyace en la exposición. No es una muestra solemne, siquiera tan sólo una muestra: los arquitectos presentes realizan un taller en la propia galería –cuyos resultados se van acumulando, a la vista de cualquiera– y recorren las distintas escuelas de arquitectura de España, participando en las clases o talleres y dictando conferencias.
Reflexionar sobre ambas propuestas es hacerlo, por tanto, sobre las luces y sombras de un producto cultural intramuros y otro de vocación evangelizadora. El contenido de su monografía retrata a Zumthor como un camaleón más intuitivo de lo que pudiera pensarse, pero siempre perfectamente identificable. No es el caso de la edición: pasada la excitación inicial y vistos los trabajos menos conocidos –algunos muy notables, como el frustrado edificio de equipamientos públicos en Isnyim Allgäu (Alemania), una torre semejante a una muela vítrea– aparece el aburrimiento. Nada hay que objetar a la impecable caligrafía de su aspecto, pero sí a sumecánica superficialidad; la reiteracióndeimágenes exquisitas se acaba volviendo contra el propio volumen. “Represión” es la palabraquemejor define estas páginas en las que lo espontáneo no tiene cabida. No se incluye revelador ensayo crítico –sólo un par de banales textos del protagonista– ni tampoco información realmente inédita sobre los proyectos; puede imaginarse la sonora decepción de quien, tras el notable desembolso, se encuentre con los mismosplanos mil veces publicados de obras como las Termas de Vals. Pasar las hojas de los volúmenes deviene, ya extenuada la retina, en porno para arquitectos: vistoso, pero carente de profundidad e imposible de amar, justo al contrario que los edificios que se retratan.
EXCESO DE LIGEREZA
Aunque juegan con otros códigos, las imágenes en la exposición madrileña están igual de preparadas; un reportaje antropológicocon“ sutil” trasfondo arquitectónico: el edificio juega aquí un papel menor.El ojo entrenado se disgusta por el exceso de ligereza: hay pocos planos, difíciles de relacionar entre sí, y tampoco la arquitectura de los distintos equipos se antoja especialmente brillante, con la excepción de Solano Benítez, un maestro tectónico. Además, la muestra apela a labonhomía del espectador de forma un tanto incómoda y quizá se pasa un tanto de enrollada: por boca de un niño africanoquedice “¡me voy a marcar unos pasos a lo Michael Jackson!” habla demanera un tanto anacrónica quien piensa que éste es realmente significativo para un chaval de 10 años, y se nota. Pero todo este jaleo, justificado, es un tanto gratuito si se analiza a quién está destinado el mensaje. En las distintas visitas realizadas a la sala, se observa al visitante ignorar por completo las representaciones arquitectónicas convencionales; se detiene, sin embargo, en cómo los operarios del OrfanatoVolontariat en Pondicherri de AnupamaKundoousan de cimbra una rueda de bicicleta para trazar un óculo, o en cómo se enhebran las piezas de bambú de la escuela rural METI en Bangladesh de Anna Heringer. Todo eso no es exactamente arquitectura, por supuesto, pero quizá sea ahí donde subyace la diferencia esencial: mientras Peter Zumthor 1985-2013. Buildings and Projects sólo está interesada en la contemplación impermeable de su propio producto cierto, todos los formatos de The Architect is Present hablan de procesos y buscan la transversalidad porosa. Su intento de generar la conciencia de cierta ecología de la disciplina puede resultar edulcorada pero es, indudablemente, eficaz.
Más información sobre la exposición The Architect is Present