Publicat el dijous 17 d’abril del 2014 al diari El Mundo
“La arquitectura es traidora con sus amantes y como tal debemos tratarla, cogiéndola siempre de improviso. Se nos hace vieja en nuestro pensamiento, en nuestras manos, antes ya de construida“. Esta frase de Alejandro de la Sota da la bienvenida a una exposición retrospectiva del arquitecto gallego en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo cuando se ha cumplido el centenario de su nacimiento.Publicado el jueves 17 de abril de 2014 en El Mundo
“La arquitectura es traidora con sus amantes y como tal debemos tratarla, cogiéndola siempre de improviso. Se nos hace vieja en nuestro pensamiento, en nuestras manos, antes ya de construida“. Esta frase de Alejandro de la Sota da la bienvenida a una exposición retrospectiva del arquitecto gallego en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo cuando se ha cumplido el centenario de su nacimiento.
La exposición se convierte en la excusa para recapitular y recopilar la serie objetos, proyectos y vivencias que han marcado un antes y un después en la arquitectura española. Durante la presentación en Santiago, el comisario de la muestra, Moisés Puente, ha destacado precisamente que la revisión de su producción arquitectónica demuestra que todo su legado es “actualidad”.
Y es que la exposición está planteada como una sucesión de apuestas arriesgadas y valientes que se concretan con diferentes soluciones de modernidad. Su propio hijo, Juan de la Sota, destacó que su padre “siempre ha desmontado todos los encargos que recibió, retorciéndolos y convirtiéndolos en algo más interesante que el propio encargo”.
La exposición está planteada para observar la evolución del arquitecto y para comprobar qué hay detrás del resultado final. Precisamente la directora de la Fundación Alejandro de la Sota, Teresa Couceiro, ha explicado que se trata de una muestra con “material atípico”, ya que, además de bocetos y maquetas, contiene fotografías y caricaturas del arquitecto, por lo que ha asegurado que es “muy entretenida para todos los públicos”.
El itinerario y la propia selección del material expositivo permite observar el proceso de proyectos como la subdelegación del Gobierno en Tarragona (1957-1964) en la que experimentó “la dislocación volumétrica” o “la persecución de un tipo moderno perfecto que se ha convertido en canon”.
Con unos procesos de proyecto completamente diferentes creó el gimnasio del Colegio Maravillas de Madrid (1960-1962). El edificio, que no responde a un modelo perfecto de la ortodoxia moderna, permite una exhibición de “pericia disciplinar”, en palabras del comisario, que lleva las enseñanzas de lo moderno a unos extremos audaces sin necesidad de construir un prototipo.
La muestra permite comprobar también la sólida formación teórica del arquitecto. Apostó a finales de la década de los 60 por la prefabricación para evolucionar a fachadas ligeras de chapa metálica empleadas en el centro de cálculo de la Caja Postal de Madrid o en el edificio de Correos de León. De la Sota era un entusiasta de los materiales fáciles y presumía de que sus edificios podían montarse y desmontarse con un simple destornillador lo que le llevaba a decir que en sus obras “los obreros no sudaban”.
Junto a las explicaciones teóricas y las maquetas abundan detalles personales del autor. Y es que junto a la curiosidad por la técnica existen elementos que permiten comprobar como trabajaba el arquitecto. La exposición permite observar detalles como una silla diseñada por el autor, borradores a rotulador, pruebas realizadas en hierro o fotografías de sus propias creaciones. También cuelga su título de arquitecto conseguido en 1.944 o un retrato suyo realizado por el galleguista, Castealao.
La exposición ‘100 años con Alejandro de la Sota’, organizada en colaboración con la Fundación Alejandro de la Sota y la Fundación ICO, estará dabierta en la primera planta del museo hasta el 15 de junio de 2014
La exposición se convierte en la excusa para recapitular y recopilar la serie objetos, proyectos y vivencias que han marcado un antes y un después en la arquitectura española. Durante la presentación en Santiago, el comisario de la muestra, Moisés Puente, ha destacado precisamente que la revisión de su producción arquitectónica demuestra que todo su legado es “actualidad”.
Y es que la exposición está planteada como una sucesión de apuestas arriesgadas y valientes que se concretan con diferentes soluciones de modernidad. Su propio hijo, Juan de la Sota, destacó que su padre “siempre ha desmontado todos los encargos que recibió, retorciéndolos y convirtiéndolos en algo más interesante que el propio encargo”.
La exposición está planteada para observar la evolución del arquitecto y para comprobar qué hay detrás del resultado final. Precisamente la directora de la Fundación Alejandro de la Sota, Teresa Couceiro, ha explicado que se trata de una muestra con “material atípico”, ya que, además de bocetos y maquetas, contiene fotografías y caricaturas del arquitecto, por lo que ha asegurado que es “muy entretenida para todos los públicos”.
El itinerario y la propia selección del material expositivo permite observar el proceso de proyectos como la subdelegación del Gobierno en Tarragona (1957-1964) en la que experimentó “la dislocación volumétrica” o “la persecución de un tipo moderno perfecto que se ha convertido en canon”.
Con unos procesos de proyecto completamente diferentes creó el gimnasio del Colegio Maravillas de Madrid (1960-1962). El edificio, que no responde a un modelo perfecto de la ortodoxia moderna, permite una exhibición de “pericia disciplinar”, en palabras del comisario, que lleva las enseñanzas de lo moderno a unos extremos audaces sin necesidad de construir un prototipo.
La muestra permite comprobar también la sólida formación teórica del arquitecto. Apostó a finales de la década de los 60 por la prefabricación para evolucionar a fachadas ligeras de chapa metálica empleadas en el centro de cálculo de la Caja Postal de Madrid o en el edificio de Correos de León. De la Sota era un entusiasta de los materiales fáciles y presumía de que sus edificios podían montarse y desmontarse con un simple destornillador lo que le llevaba a decir que en sus obras “los obreros no sudaban”.
Junto a las explicaciones teóricas y las maquetas abundan detalles personales del autor. Y es que junto a la curiosidad por la técnica existen elementos que permiten comprobar como trabajaba el arquitecto. La exposición permite observar detalles como una silla diseñada por el autor, borradores a rotulador, pruebas realizadas en hierro o fotografías de sus propias creaciones. También cuelga su título de arquitecto conseguido en 1.944 o un retrato suyo realizado por el galleguista, Castealao.
La exposición ‘100 años con Alejandro de la Sota’, organizada en colaboración con la Fundación Alejandro de la Sota y la Fundación ICO, estará dabierta en la primera planta del museo hasta el 15 de junio de 2014