Publicat el dimecres, 18 de juny del 2014 a LA VANGUARDIA
La autoría se diluye en el proceso y el colectivo, y la obra, que antes sólo se reconocía en lo construido, ahora se amplía a los procesosPublicat el dimecres, 18 de juny del 2014 a LA VANGUARDIA
La autoría se diluye en el proceso y el colectivo, y la obra, que antes sólo se reconocía en lo construido, ahora se amplía a los procesos
En la búsqueda de alternativas cada vez tienen más protagonismo los colectivos de arquitectos y arquitectas, en los que, además, aumenta la interdisciplinariedad. Estos grupos creativos y activistas buscan posibilidades para realizar sus propuestas y las de su entorno social, avanzando en la búsqueda de lo que sería la ciudad de una nueva subjetividad, en las coordenadas de un urbanismo alternativo. El objetivo que caracteriza a estos colectivos es proyectar y hacer cosas útiles y significativas, con pocos medios y economía de recursos, autoorganizadamente y en estrecha relación con su contexto; en definitiva, promover procesos participativos para la construcción del hábitat.
Posiblemente lo que más defina a estos grupos de arquitectos es el rechazo a los mitos y convenciones profesionales: la pretendida autonomía de la arquitectura y el predominio de la forma por encima de todo; la aceptación del sadismo de los maestros y del constante sacrificio siguiendo los códigos para entrar en la tribu, uno de los cuales es vender liebre por gato, es decir trabajar más y mejor por lo poco que pagan los clientes, lo cual, contrariamente a lo que se cree, ha llevado al desprestigio y desvalorización de la profesión.
El pionero en este activismo en España fue el arquitecto sevillano Santiago Cirugeda, quien desde 1996 realiza una práctica crítica de la arquitectura y que en el 2004 fundó el grupo Recetas Urbanas, que ha tenido un papel muy destacado como dispositivo para inspirar a estos colectivos, tanto en nuestro país como en Latinoamérica. Pionera también fue la propuesta lanzada por Ecosistema Urbano en el 2000 para trabajar en red y con bases colaborativas, defendiendo y divulgando los principios de un urbanismo sostenible: con su blog y sus promociones de crowdfunding, sus proyectos, sus obras realizadas y su capacidad de acción. Está liderado por Belinda Tanto y José Luis Vallejo.
También en el contexto andaluz destaca la red de cooperación formada por Esteban de Manuel que, con sedes en Granada y Sevilla, trabaja en procesos de rehabilitación participativa del hábitat, en España, Marruecos y diversos países latinoamericanos.
En Madrid proliferan los colectivos, como Todo por la Praxis (1999), equipo de carácter multidisciplinar, con activistas radicales de resistencia cultural, que va dejando constancia de sus acciones en manuales y blogs, enfatizando los procesos de comunicación; Basurama (creado en el 2001); Observatorio Metropolitano (2006); Paisaje transversal (2007) y Esto es una plaza (2009), red de huertos urbanos en Lavapiés. Algunos de los lugares de mayor actividad de estos colectivos han sido la plaza de la Latina, rebautizada como el Campo de la Cebada, y el antiguo conjunto de La Tabacalera.
En Catalunya destacan iniciativas de promoción del arte social, como el proyecto colectivo de arte Idensitat, iniciado en 1999 en Calaf, con la coordinación de Ramon Parramon, y que se ha ido expandiendo hacia muchos lugares y actividades; o como la plataforma de proyectos colaborativos Sitesize, fundada en el 2002 por los artistas Elvira Pujol y Joan Vila-Puig. Y, además, hay muchos colectivos alternativos, el más representativo de los cuales es LaCol, formado en el 2009 por una veintena de jóvenes entonces estudiantes y hoy arquitectos-activistas, del que ya hemos hablado en esta serie.
Otros colectivos muy activos en Barcelona son Straddle 3, liderado por David Juárez, que suma arquitectura y nuevos medios y cuya metodología es próxima a la de Recetas Urbanas; como el Col·lectiu Punt6, creado en el 2005 para realizar acciones, talleres y publicaciones por la igualdad de género en urbanismo; como Raons Públiques, asociación especializada en educación y participación; como Makea Tu Vida (2007), expertos en micro-intervenciones en edificios y espacios públicos; como la multiartística La Fundició; o como Encajes urbanos, formado por seis mujeres, entre ellas Elena Climent y Tania Magro, una red activa tanto en Barcelona como en Valencia. Sin olvidar ONGs de larga trayectoria, como Arquitectes sense fronteres; el nuevo Sindicat d’Arquitectes; o el grupo activista vecinal Recreant Cruïlles, en el que participa el ingeniero y profesor Francesc Magrinyà, que defiende la recuperación de solares vacíos en el Eixample y la peatonalización de las calles, y que ha conseguido, mediante el Pla Buits, ocupar y transformar un solar, el Espai Germanetes, en el que confluyen diversos colectivos y asociaciones de vecinos.
Hay, además, muchos grupos en Valencia, como el multidisciplinar Desayuno con viandantes (2008), o como Mixuro, estudio de arquitectura que combina el trabajo profesional con las acciones reivindicativas. El grupo valenciano más activo ha sido la Plataforma Salvem el Cabanyal, incansable en sus acciones políticas y artísticas y en sus alegaciones y publicaciones.
En Euskadi destaca Hiria Kolectivoa. En Galicia está Ergosfera que estudia el rururbano gallego. Y en Zaragoza, Esto no es un solar, grupo multidisciplinar que se dedica a la recuperación de solares vacío para convertirlos en huertos y centros sociales del vecindario.
Puntos en común
Todos estos grupos tienen diversos puntos en común: colaboran en red; aprovechan las herramientas del sistema global de comunicaciones; utilizan un nuevo vocabulario; se basan en la experiencia como información de partida que mapean y registran; defienden y practican la participación con el objetivo de la construcción social del hábitat, tomando como referencia de los proyectos a las personas; tienen a la ecología y el medio ambiente como referente; y la mayoría desarrollan un trabajo colectivo en el que se diluye la idea de autoría. También es cierto que la calidad y profundidad de estos grupos es dispar y algunos pueden resultar efímeros: los hay más radicales y comprometidos, constantes y auténticos, y los hay más circunstanciales y sólo preocupados por encontrar un nicho profesional de financiación y promoción.
La celebración desde 1999 del Festival Internacional de Arquitectura EME 3 de Barcelona contribuyó a visibilizar estos colectivos. Y la mayor parte de estos grupos españoles están relacionados dentro de la red de Arquitecturas Colectivas. Precisamente este año, del 6 al 13 de julio, se celebrará en Barcelona y su área metropolitana el 7.º encuentro de Arquitecturas Colectivas, de esta red que trabaja por una arquitectura y un urbanismo participativos e igualitarios.
El cambio en las coordenadas del trabajo de los profesionales que aportan estos grupos es muy significativo. Se transforman los dos elementos básicos tradicionales: la autoría se diluye en el proceso y en el colectivo, rechazando el predominio individualista del ego del autor; y la obra, que antes sólo se reconocía en los objetos y espacios construidos, ahora se amplía a procesos, que pueden concretarse en programaciones, asesorías, mediaciones, acciones reivindicativas, organización de itinerarios, rehabilitaciones, curadurías, ediciones, filmaciones, expresión en webs y blogs, y muchas otras actividades. Las acciones de estos colectivos reivindican la necesidad de la arquitectura y el urbanismo participativos y demuestran que se puede desarrollar en la exploración de muy diversos caminos.
En la búsqueda de alternativas cada vez tienen más protagonismo los colectivos de arquitectos y arquitectas, en los que, además, aumenta la interdisciplinariedad. Estos grupos creativos y activistas buscan posibilidades para realizar sus propuestas y las de su entorno social, avanzando en la búsqueda de lo que sería la ciudad de una nueva subjetividad, en las coordenadas de un urbanismo alternativo. El objetivo que caracteriza a estos colectivos es proyectar y hacer cosas útiles y significativas, con pocos medios y economía de recursos, autoorganizadamente y en estrecha relación con su contexto; en definitiva, promover procesos participativos para la construcción del hábitat.
Posiblemente lo que más defina a estos grupos de arquitectos es el rechazo a los mitos y convenciones profesionales: la pretendida autonomía de la arquitectura y el predominio de la forma por encima de todo; la aceptación del sadismo de los maestros y del constante sacrificio siguiendo los códigos para entrar en la tribu, uno de los cuales es vender liebre por gato, es decir trabajar más y mejor por lo poco que pagan los clientes, lo cual, contrariamente a lo que se cree, ha llevado al desprestigio y desvalorización de la profesión.
El pionero en este activismo en España fue el arquitecto sevillano Santiago Cirugeda, quien desde 1996 realiza una práctica crítica de la arquitectura y que en el 2004 fundó el grupo Recetas Urbanas, que ha tenido un papel muy destacado como dispositivo para inspirar a estos colectivos, tanto en nuestro país como en Latinoamérica. Pionera también fue la propuesta lanzada por Ecosistema Urbano en el 2000 para trabajar en red y con bases colaborativas, defendiendo y divulgando los principios de un urbanismo sostenible: con su blog y sus promociones de crowdfunding, sus proyectos, sus obras realizadas y su capacidad de acción. Está liderado por Belinda Tanto y José Luis Vallejo.
También en el contexto andaluz destaca la red de cooperación formada por Esteban de Manuel que, con sedes en Granada y Sevilla, trabaja en procesos de rehabilitación participativa del hábitat, en España, Marruecos y diversos países latinoamericanos.
En Madrid proliferan los colectivos, como Todo por la Praxis (1999), equipo de carácter multidisciplinar, con activistas radicales de resistencia cultural, que va dejando constancia de sus acciones en manuales y blogs, enfatizando los procesos de comunicación; Basurama (creado en el 2001); Observatorio Metropolitano (2006); Paisaje transversal (2007) y Esto es una plaza (2009), red de huertos urbanos en Lavapiés. Algunos de los lugares de mayor actividad de estos colectivos han sido la plaza de la Latina, rebautizada como el Campo de la Cebada, y el antiguo conjunto de La Tabacalera.
En Catalunya destacan iniciativas de promoción del arte social, como el proyecto colectivo de arte Idensitat, iniciado en 1999 en Calaf, con la coordinación de Ramon Parramon, y que se ha ido expandiendo hacia muchos lugares y actividades; o como la plataforma de proyectos colaborativos Sitesize, fundada en el 2002 por los artistas Elvira Pujol y Joan Vila-Puig. Y, además, hay muchos colectivos alternativos, el más representativo de los cuales es LaCol, formado en el 2009 por una veintena de jóvenes entonces estudiantes y hoy arquitectos-activistas, del que ya hemos hablado en esta serie.
Otros colectivos muy activos en Barcelona son Straddle 3, liderado por David Juárez, que suma arquitectura y nuevos medios y cuya metodología es próxima a la de Recetas Urbanas; como el Col·lectiu Punt6, creado en el 2005 para realizar acciones, talleres y publicaciones por la igualdad de género en urbanismo; como Raons Públiques, asociación especializada en educación y participación; como Makea Tu Vida (2007), expertos en micro-intervenciones en edificios y espacios públicos; como la multiartística La Fundició; o como Encajes urbanos, formado por seis mujeres, entre ellas Elena Climent y Tania Magro, una red activa tanto en Barcelona como en Valencia. Sin olvidar ONGs de larga trayectoria, como Arquitectes sense fronteres; el nuevo Sindicat d’Arquitectes; o el grupo activista vecinal Recreant Cruïlles, en el que participa el ingeniero y profesor Francesc Magrinyà, que defiende la recuperación de solares vacíos en el Eixample y la peatonalización de las calles, y que ha conseguido, mediante el Pla Buits, ocupar y transformar un solar, el Espai Germanetes, en el que confluyen diversos colectivos y asociaciones de vecinos.
Hay, además, muchos grupos en Valencia, como el multidisciplinar Desayuno con viandantes (2008), o como Mixuro, estudio de arquitectura que combina el trabajo profesional con las acciones reivindicativas. El grupo valenciano más activo ha sido la Plataforma Salvem el Cabanyal, incansable en sus acciones políticas y artísticas y en sus alegaciones y publicaciones.
En Euskadi destaca Hiria Kolectivoa. En Galicia está Ergosfera que estudia el rururbano gallego. Y en Zaragoza, Esto no es un solar, grupo multidisciplinar que se dedica a la recuperación de solares vacío para convertirlos en huertos y centros sociales del vecindario.
Puntos en común
Todos estos grupos tienen diversos puntos en común: colaboran en red; aprovechan las herramientas del sistema global de comunicaciones; utilizan un nuevo vocabulario; se basan en la experiencia como información de partida que mapean y registran; defienden y practican la participación con el objetivo de la construcción social del hábitat, tomando como referencia de los proyectos a las personas; tienen a la ecología y el medio ambiente como referente; y la mayoría desarrollan un trabajo colectivo en el que se diluye la idea de autoría. También es cierto que la calidad y profundidad de estos grupos es dispar y algunos pueden resultar efímeros: los hay más radicales y comprometidos, constantes y auténticos, y los hay más circunstanciales y sólo preocupados por encontrar un nicho profesional de financiación y promoción.
La celebración desde 1999 del Festival Internacional de Arquitectura EME 3 de Barcelona contribuyó a visibilizar estos colectivos. Y la mayor parte de estos grupos españoles están relacionados dentro de la red de Arquitecturas Colectivas. Precisamente este año, del 6 al 13 de julio, se celebrará en Barcelona y su área metropolitana el 7.º encuentro de Arquitecturas Colectivas, de esta red que trabaja por una arquitectura y un urbanismo participativos e igualitarios.
El cambio en las coordenadas del trabajo de los profesionales que aportan estos grupos es muy significativo. Se transforman los dos elementos básicos tradicionales: la autoría se diluye en el proceso y en el colectivo, rechazando el predominio individualista del ego del autor; y la obra, que antes sólo se reconocía en los objetos y espacios construidos, ahora se amplía a procesos, que pueden concretarse en programaciones, asesorías, mediaciones, acciones reivindicativas, organización de itinerarios, rehabilitaciones, curadurías, ediciones, filmaciones, expresión en webs y blogs, y muchas otras actividades. Las acciones de estos colectivos reivindican la necesidad de la arquitectura y el urbanismo participativos y demuestran que se puede desarrollar en la exploración de muy diversos caminos.