Publicat el dissabte 26 d’abril del 2014 a El Mundo
El arquitecto se niega a dar explicaciones sobre los desperfectos del PalauPublicado el sábado 26 de abril del 2014 en El Mundo
El arquitecto se niega a dar explicaciones sobre los desperfectos del Palau
En el piso de dos salas que la galería Marlborough tiene en la calle 57 del centro de Manhattan, Santiago Calatrava firma catálogos y posa frente a espirales de madera que podrían estar sacadas de cualquiera de sus estaciones de tren. Es su primera exposición en una galería. Exhibe más de una cuarentena de acuarelas, platos, jarrones, esculturas y hasta una guitarra de una cuerda. Hay mármol, cerámica y madera.
Le acompaña su hijo pequeño, Micael, y el director de la galería, Pierre Levai. Algunos asistentes no saben quién es el artista valenciano de 62 años hasta que se menciona la estación de tren del World Trade Center, una de las piezas estrellas del nuevo sur de la isla y también polémica porque lleva un retraso de seis años y costará unos 2.900 millones de euros, el doble de lo previsto.
El arquitecto hace varias veces caso omiso de la reportera que intenta preguntar. Cuando el cónsul cultural de Nueva York y amigo, Íñigo Ramírez de Haro, le aconseja que hable con la prensa, Calatrava promete hacerlo, pero sigue evitándolo un buen rato hasta que se queda solo y ya no tiene otra opción. Aguanta las preguntas de EL MUNDO durante tres minutos y 12 segundos. Se escapa al oír mencionar el Palau de les Arts de Valencia, cuya fachada cerámica se empezó a desprender en diciembre.
La Generalitat valenciana hizo un amago de denunciarle por la ópera en el complejo que costó casi tres veces más de lo previsto, pero ahora negocia con el arquitecto soluciones para arreglar la fachada y tratar de volver a pegar el trencadís, el mosaico típico del modernismo catalán.
Calatrava ya ha afrontado querellas por deficiencias y sobrecostes de sus obras en un puente de Venecia, una bodega de Álava y un centro de exposiciones de Oviedo, donde un juez le condenó a pagar casi tres millones por un derrumbe en el edificio. Haarlemmermeer, cerca de Ámsterdam, también considera denunciarle por tres puentes que no sólo costaron el doble, sino que son más caros de mantener de lo estimado por el arquitecto. Además, en febrero, un juez denegó el cierre cautelar de la web www.calatravatelaclava.com de crítica a sus proyectos.
En Nueva York, su estación ha sido sujeto de una auditoría y varios constructores aseguran al ‘New York Times’ que los retrasos se deben a la complicación de los diseños. La autoridad portuaria de la ciudad, propietaria del terreno donde estaban las torres gemelas, dice que los primeros diseños no eran realistas. Pese a las críticas, Calatrava tiene hasta un nuevo encargo de la ciudad. El año que viene, expondrá siete esculturas en Park Avenue. La muestra en la galería es un anticipo.
P – ¿Le han servido estas piezas expuestas aquí de ensayo para elementos de sus edificios?
R – No, en realidad, son cosas independientes.
P – ¿Cultiva habitualmente la pintura y la escultura?
R – Algunos de los trabajos de aquí tienen más de 20 años. Nunca había expuesto en una galería hasta hoy. Por eso es interesante. Para ver la reacción de la gente y todo eso. Muchos de los trabajos tienen más de 20 años.
P – ¿Le ha divertido cambiar de trabajo?
R – no he hecho nada. La exposición la han pensado los de la galería y la selección de obras la han hecho con mi mujer. Yo estoy aquí encantado de ver las obras de nuevo.
P – ¿Tiene alguna pieza favorita?
R – No. En realidad, ya le digo, hay obras muy recientes y otras de hace 20 ó 25 años.
P – ¿Hay algún elemento o línea que podamos reconocer en la estación del World Trade Center?
R – No. Son cosas muy diferentes. Una cosa es una obra de arquitectura y otra una obra escultórica.
P – ¿Cómo va la estación? ¿La terminará en 2015?
R – Perfecta. He estado esta mañana y está estupenda. Ya se puede entrar. Es todavía una obra, pero se perciben los espacios. Creo que va a ser una cosa impactante. Estoy muy satisfecho de la visita de hoy a la estación.
P – El New York Times dice que ha cambiado mucho de su visión inicial a la realidad.
R – Han (sic) habido cambios, pero todos muy positivos. En el sentido de que cualquier cuestión que se haya puesto a lo largo del proceso de construcción ha sido siempre reconducida, si es posible, a dar más calidad al edificio.
P – ¿Por qué tuvo que doblar el presupuesto?
R – La verdad es que sería mejor que eso se lo preguntase usted a la autoridad portuaria de Nueva York y no a mí.
P – ¿Ha llegado a un acuerdo con la Generalitat sobre cómo recubrir la fachada del Palau?
R – Yo le agradezco mucho la entrevista. Ha sido usted muy amable, pero aquí hay personas que me están esperando ahora y quiero hablar con ellas.
¿Me puede contestar sólo a esa pregunta, por favor?
R –
Calatrava se abalanza sobre algunos invitados, da la espalda a la reportera y se marcha sin despedirse.
En el piso de dos salas que la galería Marlborough tiene en la calle 57 del centro de Manhattan, Santiago Calatrava firma catálogos y posa frente a espirales de madera que podrían estar sacadas de cualquiera de sus estaciones de tren. Es su primera exposición en una galería. Exhibe más de una cuarentena de acuarelas, platos, jarrones, esculturas y hasta una guitarra de una cuerda. Hay mármol, cerámica y madera.
Le acompaña su hijo pequeño, Micael, y el director de la galería, Pierre Levai. Algunos asistentes no saben quién es el artista valenciano de 62 años hasta que se menciona la estación de tren del World Trade Center, una de las piezas estrellas del nuevo sur de la isla y también polémica porque lleva un retraso de seis años y costará unos 2.900 millones de euros, el doble de lo previsto.
El arquitecto hace varias veces caso omiso de la reportera que intenta preguntar. Cuando el cónsul cultural de Nueva York y amigo, Íñigo Ramírez de Haro, le aconseja que hable con la prensa, Calatrava promete hacerlo, pero sigue evitándolo un buen rato hasta que se queda solo y ya no tiene otra opción. Aguanta las preguntas de EL MUNDO durante tres minutos y 12 segundos. Se escapa al oír mencionar el Palau de les Arts de Valencia, cuya fachada cerámica se empezó a desprender en diciembre.
La Generalitat valenciana hizo un amago de denunciarle por la ópera en el complejo que costó casi tres veces más de lo previsto, pero ahora negocia con el arquitecto soluciones para arreglar la fachada y tratar de volver a pegar el trencadís, el mosaico típico del modernismo catalán.
Calatrava ya ha afrontado querellas por deficiencias y sobrecostes de sus obras en un puente de Venecia, una bodega de Álava y un centro de exposiciones de Oviedo, donde un juez le condenó a pagar casi tres millones por un derrumbe en el edificio. Haarlemmermeer, cerca de Ámsterdam, también considera denunciarle por tres puentes que no sólo costaron el doble, sino que son más caros de mantener de lo estimado por el arquitecto. Además, en febrero, un juez denegó el cierre cautelar de la web www.calatravatelaclava.com de crítica a sus proyectos.
En Nueva York, su estación ha sido sujeto de una auditoría y varios constructores aseguran al ‘New York Times’ que los retrasos se deben a la complicación de los diseños. La autoridad portuaria de la ciudad, propietaria del terreno donde estaban las torres gemelas, dice que los primeros diseños no eran realistas. Pese a las críticas, Calatrava tiene hasta un nuevo encargo de la ciudad. El año que viene, expondrá siete esculturas en Park Avenue. La muestra en la galería es un anticipo.
P – ¿Le han servido estas piezas expuestas aquí de ensayo para elementos de sus edificios?
R – No, en realidad, son cosas independientes.
P – ¿Cultiva habitualmente la pintura y la escultura?
R – Algunos de los trabajos de aquí tienen más de 20 años. Nunca había expuesto en una galería hasta hoy. Por eso es interesante. Para ver la reacción de la gente y todo eso. Muchos de los trabajos tienen más de 20 años.
P – ¿Le ha divertido cambiar de trabajo?
R – no he hecho nada. La exposición la han pensado los de la galería y la selección de obras la han hecho con mi mujer. Yo estoy aquí encantado de ver las obras de nuevo.
P – ¿Tiene alguna pieza favorita?
R – No. En realidad, ya le digo, hay obras muy recientes y otras de hace 20 ó 25 años.
P – ¿Hay algún elemento o línea que podamos reconocer en la estación del World Trade Center?
R – No. Son cosas muy diferentes. Una cosa es una obra de arquitectura y otra una obra escultórica.
P – ¿Cómo va la estación? ¿La terminará en 2015?
R – Perfecta. He estado esta mañana y está estupenda. Ya se puede entrar. Es todavía una obra, pero se perciben los espacios. Creo que va a ser una cosa impactante. Estoy muy satisfecho de la visita de hoy a la estación.
P – El New York Times dice que ha cambiado mucho de su visión inicial a la realidad.
R – Han (sic) habido cambios, pero todos muy positivos. En el sentido de que cualquier cuestión que se haya puesto a lo largo del proceso de construcción ha sido siempre reconducida, si es posible, a dar más calidad al edificio.
P – ¿Por qué tuvo que doblar el presupuesto?
R – La verdad es que sería mejor que eso se lo preguntase usted a la autoridad portuaria de Nueva York y no a mí.
P – ¿Ha llegado a un acuerdo con la Generalitat sobre cómo recubrir la fachada del Palau?
R – Yo le agradezco mucho la entrevista. Ha sido usted muy amable, pero aquí hay personas que me están esperando ahora y quiero hablar con ellas.
¿Me puede contestar sólo a esa pregunta, por favor?
R –
Calatrava se abalanza sobre algunos invitados, da la espalda a la reportera y se marcha sin despedirse.