Carme Pigem: “La arquitetura nace de un sueño” | Llàtzer Moix

Carme Pigem: “La arquitetura nace de un sueño” | Llàtzer Moix

Integrante junto a Ramon Vilalta y Rafael Aranda de RCR (AxA) y ganadora del premio Pritzker de arquitectura en 2017, es entrevistada a finales de febrero

Publicado en La Vanguardia el 25 de marzo de 2020

La arquitecta Carmen Pigem, integrante junto a Ramon Vilalta y Rafael Aranda de RCR, la firma de Olot ganadora del Pritzker en 2017, tiene su estudio en una antigua fundición, donde se percibe aún la memoria del fuego. Y ahora también en La Vila, una finca de 140 hectáreas en la Vall de Bianya, cubierta de prados, musgo y hayas, cruzada por torrentes, donde directamente inspirados por la naturaleza esperan recrear su arquitectura.

Carme Pigem habla por teléfono en la zona exterior de La Vila, una finca en plena naturaleza en la Vall de Bianya (Pedro Madueño)

Habla usted de los próximos diez años como de una década prodigiosa. ¿De que se compondrá esa década?

De diez años, como todas. Pero este 2020 Ramon cumple 60 años. Creemos que en este periodo de diez años podremos construir nuestro sueño. Con esta ilusión hemos arrancado la década.

Un prodigio es un suceso extraordinario no explicable por causas naturales. ¿Qué tiene que ver la arquitectura de RCR con eso?

Mucho. La arquitectura nace de un sueño. Nuestro trabajo consiste en hacerlo realidad. Nosotros ya tenemos ese sueño.

¿Puede describirlo?

Se concreta en La Vila. Es un espacio idóneo para desarrollar nuestra creatividad compartida, para instalar nuestro centro de investigación. Consideramos la creatividad como un valor primordial en un mundo en transformación, que podemos desarrollar en un lugar donde la naturaleza y la arquitectura serán, son ya, las fuentes inspiradoras. Será un centro abierto en el que se podrá transformar la conciencia y la percepción de las personas, y que llevará hacia la generación de nuevos comportamientos.

Nuevo espacio

“La Vila es ideal para desarrollar nuestra creatividad compartida”

¿Qué les está aportando La Vila?

De entrada, es un lugar muy adecuado para establecer vínculos con empresas o universidades, para organizar talleres cuyo objetivo es aprender a percibir, aprender a sentir todo el potencial de un lugar. De momento hemos colocado allí, en un claro del bosque, la instalación compuesta por seis mil lupas Fresnel que presentamos en la Bienal de Arquitectura de Venecia. Hemos invitado también a un creador residente, el ceramista Claudi Casanovas. Ha instalado una colección de obras llamada Jardín de la luna llena. Nosotros hemos proyectado un pabellón del papel, en realidad una construcción de madera, inspirada en las japonesas. Hemos acordado un intercambio con la localidad japonesa de Yoshino, que nos cederá la madera para edificarlo. Estamos revelando, poco a poco, las potencialidades de La Vila. Queremos compartir un espacio maravilloso. Ya han venido grupos de universitarios, se han instalado allí una semana, han hecho un trabajo determinado. Por ejemplo, preparar un proyecto para un rincón de La Vila. Deben sugerir un enclave y les pedimos que se inventen un programa, imbuidos por la magia del lugar…

Pigem reflexiona sobre el proceso creativo en un entorno minimalista y rodeado de naturaleza (Pedro Madueño)

¿Y ustedes qué partido le sacan?

Vamos descubriendo o redescubriendo cosas. Lo más importante quizás sea la noción del tiempo. Allí transcurre de otra manera, más lentamente. Y esto te da paz. Por otra parte, te proporciona herramientas a la hora de proyectar, de crear. Siempre nos ha gustado practicar una arquitectura muy esencial, que hablara a las personas. Detener el tiempo es también algo que siempre nos ha interesado.

Pigem en la zona de La VIla dedicada al estudio de arquitectura RCR (LV)

Si el Espai Barberí, la antigua fundición de Olot en la que instalaron su estudio, les ha dado la memoria del fuego, ¿qué les ha dado La Vila?

La naturaleza como motor espacial y material. En buena medida, la arquitectura es espacio, y el espacio está muy ligado a la materia que lo conforma. Todo va de la mano. Esto es un único conjunto, y en la naturaleza se hace muy patente.

Raíces y alas

“Sólo cuando has alcanzado la comprensión puedes volar donde quieras”

¿Ha cambiado su arquitectura, desde que frecuentan La Vila?

No se ha dado un salto. Estamos en continua evolución. Nunca nos gustó repetirnos, ni hacer series ad infinitum. Nos gusta plantear cualquier proyecto desde la base. El entorno siempre te acaba enriqueciendo.

Suelen decir ustedes que RCR tienen, a la vez, raíces y alas.

No es contradictorio. Creemos que es muy importante estar fuertemente enraizados en un lugar. Pero, al tiempo, también lo es comprender, eso es quizás más importante que el conocimiento. Esta es una conclusión a la que se llega profundizando, dejando atrás la superficie. Sólo cuando has alcanzado la comprensión puedes volar donde quieras, con una correcta comprensión del mundo. Eso es tener raíces y alas.

La VIla se ha pensado como un laboratorio creativo, abierto a artistas de otras disciplinas (Pedro Madueño)

En su discurso de ingreso en la Académie d’Architecture, el pasado febrero, hablaban de conceptos básicos en su obra como el material, las emociones, la disrupción. Respecto al material, ustedes construyen casi todas sus obras con acero corten. ¿Por qué?

La elección de material es importante, pero no debe entenderse como algo autónomo. Nuestro proceso no se desarrolla pensando primero un espacio y luego una forma y luego un material. No. Creemos que todo eso está integrado. Que la operación de concebir un espacio va ligada a una forma y a un material, como lo sería en una escultura. En este caso no hablamos de una escultura para ser mirada, sino para ser vivida. Fíjese en el espacio en que estamos –una caja de vidrio en su estudio en Olot, rodeada de vegetación-. Si los muros estuvieran enyesados y el suelo fuera de madera, este espacio, pese a estar en el mismo lugar y disponer del mismo volumen y la misma entrada de luz cenital, pese a ser geométricamente idéntico, nos ofrecería una vivencia muy distinta.

¿Qué me dice de las emociones?

Nosotros establecemos unas mínimas condiciones para que en nuestras obras haya transmisión de emociones. Pero la emoción es algo personal. Unas obras emocionan más que otras. Unas personas se emocionan más que otras. Nosotros ponemos las condiciones. Si se verifica luego ese trasvase emocional depende de si hay empatía. Nosotros caminamos en esa dirección, pero no podemos garantizar que llegaremos a compartir emociones.

Creatividad compartida

“La unión de los tres miembros de RCR es cuestión de química”

La disrupción.

Ah, sí. Eso está muy bien. Nos gusta no dar nada por sabido ni por hecho. Porque así podemos volver al origen de las cosas, a la esencialidad, a las raíces. Así podemos olvidarnos de formas previas, de tipologías, y nos permitimos el lujo de intentar ir muy atrás, de intentar comprender el problema antes de que se hubiera planteado o resuelto por primera vez. Es a partir de ahí que puedes identificar caminos inexplorados, que tampoco tú conocías. No sabes muy bien adonde vas. Y eso es precisamente lo que hace interesante el proyecto en el que andas involucrado. Te dejas llevar por la exploración. El faro que diseñamos siendo muy jóvenes no era una torre, pese a que el diccionario dice que el faro es una torre. Era un brazo horizontal en cuyo extremo se encendía la linterna. Este es un procedimiento ya recurrente en nosotros, forma parte de nuestra intuición y de nuestra obra. De lo que nos mueve.

Pigem es una de las pocas mujeres galardonadas con el Pritzker, que este año fue concedido a las irlandesas Yvonne Farrel y Shelley McNamara (Pedro Madueño)

Antes hablaba de la creatividad compartida. Cuentele a los lectores cómo tres cabezas crean una obra al mismo tiempo.

Es cosa de química. Siempre se intenta ver nuestra unión como algo mecánico. Tú eres el pie, tu la cadera, tú la cabeza. Pero no es así. Es a partir de hablar y compartir, de intercambiar conceptos y pensamientos que, finalmente, podemos decir que en una obra no hay partes de uno y de otros, sino que todas pertenecen a los tres. Se ha llegado a esta química mediante la relación y la empatía.

Pero la química tiene que ver con la mezcla, con la fusión.

Sí, pero la aleación no es siempre la misma. Las proporciones pueden variar en cada obra. Admito que es algo infrecuente, e incluso difícil, que se da o no se da. Tiene algo de una pareja: funciona o no, hay química o no, algunas parejas suman, otras restan. Cuando consigues sumar es maravilloso.

La maternidad

“Cuando una arquitecta es madre se produce un corte en su trayectoria”

¿Cuándo se dieron cuenta de que los tres sumaban?

Desde el principio. Ramon y Rafael ya estudiaron juntos. Y yo me uní muy pronto al equipo.

¿No hay ninguna aportación específica suya, como mujer?

No.

¿Y cómo arquitecto?

No.

Sin embargo, es un hecho que Ramon y Rafael centraron sus estudios en temas urbanísticos y de naturaleza, y usted más en temas de composición arquitectónica.

Eso fueron trabajos universitarios. Luego, en el ejercicio profesional, se mezcló todo. Nos hemos ido contaminando unos a otros. No es que uno haga una cosa y otros, otra. Lo hacemos entre los tres.

Históricamente, algunas grandes arquitectas han quedado opacadas por sus maridos. Lily Reich por Mies Van der Rohe, por ejemplo. O Denise Scott Brown por Robert Venturi. ¿Cuál ha sido su experiencia en este terreno?

Mi experiencia particular ha sido privilegiada. Nunca me he sentido ni más ni menos que mis compañeros. He sido una persona más en el equipo, independientemente de mi sexo. No todas las mujeres han disfrutado de mis condiciones. No se habla mucho de que soy la primera receptora del Pritzker que es también madre. Kazuyo Sejima (Sanaa) y Zaha Hadid, mis dos predecesoras, no tuvieron hijos. Esto ha sido posible gracias a la creatividad compartida de RCR. Cuando una arquitecta es madre se produce un corte en su trayectoria. No es tanto un tema de exigencia o de obligación derivada del hijo, es el fruto de un sentimiento. La maternidad te cambia la vida. Para una mujer, claramente, hay un antes y un después.

Pigem asegura que en La Vila ‘el tiempo transcurre de otra manera y eso te da paz’ (Pedro Madueño)

Hoy en día hay más chicas que chicos en las escuelas de arquitectura.

Sí. Pero llegados al tramo profesional, los hombres siguen siendo más visibles. Hay una criba, debida a la condición de cada uno. Esto es así. Aunque depende de cada momento vital, claro. No es lo mismo ser una arquitecto madre de un hijo de diez años que de otro de veinte. El primer momento de la maternidad abre un intervalo, un valle. Pero en nuestro caso, la creatividad compartida ha mantenido la tensión entre los tres. Soy muy favorable al papel de las mujeres, mejor compartiendo. Nosotros no intentamos ser uno más que los otros, sino ir juntos.

El mensaje está claro.

Yo he vivido esta experiencia y estoy satisfecha. Otra cosa me parecería extraña.

Desde Olot al mundo

“Nada más acabar los estudios volvimos a casa para trabajar con pasión”

¿Qué significó recibir el Pritzker? ¿Qué les indicó?

No diré que nos indicara que estábamos en el buen camino. Pero sí que no andábamos muy equivocados. Fue una gran satisfacción. Quizás no lo estamos haciendo tan mal, nos dijimos. Aquel premio supuso un gran refuerzo, nos ayudó a confirmar que hacer las cosas a nuestra manera no había sido mala idea. Nunca fuimos partidarios de participar en muchos círculos sociales. Nada más acabar los estudios volvimos a casa, a Olot, y empezamos a trabajar con pasión. Hacer las cosas a tu manera, con la mayor honestidad y sinceridad es lo que siempre hemos pretendido. Y es fantástico que se te reconozca una trayectoria similar. Te da mucha confianza.

Su idea, al terminar los estudios, de volver a su Olot natal, evitando emplearse antes en algún estudio de Barcelona, fue percibida como una rareza.

Vinimos aquí, donde teníamos las raíces, pero enseguida empezamos a tirar cables fuera. Participamos en el concurso del faro, que ganamos, y eso nos permitió ir a Madrid, establecer relaciones, por ejemplo con la revista El Croquis, que dio a conocer nuestro proyecto y nos embarcó en una exposición de arquitectura joven, que luego nos llevó a Japón. También eso nos dio proyección exterior antes, quizás, de lograrla en Barcelona, donde no tenían idea de si éramos raros o no: sencillamente no sabían quienes éramos. Pero luego aparecimos con el proyecto del faro, que era muy genuino, pero resultó muy oportuno dados los tiempos que se acercaban. Luego llegó Internet y la posibilidad de estar conectado con el mundo desde cualquier lugar. Internet es la plaza del pueblo global. Además, nuestros inicios, con proyectos en nuestra comarca, nos relacionaron con la naturaleza, y eso con la ecología, otro motivo en boga en la arquitectura.

Instalación compuesta por seis mil lupas Fresnel que presentó el estudio en Bienal de Arquitectura de Venecia (Pedro Madueño)

Pero ustedes han hecho un uso muy restringido de Internet. Su web, más que una puerta, es un frontón que devuelve los intentos de interacción.

Casi, casi es así. Ahora la abriremos más. Especialmente, para compartir La Vila.

No sólo es Internet. Tampoco cogen el teléfono por las mañanas.

Por las mañanas, sí. Es por la tarde que no contestamos. Necesitamos tiempo para concentrarnos, sin interrupciones.

El Pritzker

“El premio nos dio proyección pero no nos ha cambiado”

¿Les dio el Pritzker más visibilidad global, más encargos?

Proyección sí, sin duda. Encargos, también algunos. Pero no nos ha cambiado.

¿En ninguna medida?

Nuestro criterio sigue siendo el mismo. Si nos proponen un encargo y nos parece que tiene interés, lo aceptamos. Así decidimos participar en el concurso para el Museo Soulages, por ejemplo. Pero no cogemos todo lo que nos ofrecen. Nunca hemos tenido vocación de ser los que construyen más metros cuadrado. Hemos tenido encargos procedentes del extranjero. Pero no salimos por salir. El proyecto tiene que interesarnos para responsabilizarnos de él.

¿Qué proyectos les tienen ahora más ocupados?

Tenemos en marcha un proyecto en el sur de Portugal, en un club de golf, con viviendas. En Taiwán estamos construyendo un centro universitario. En Dubai, unas granjas en el desierto, en las que se combina la producción con el ocio. En Toulouse, una casa. En París estamos trabajando en una fundación de arte, con comercios y oficinas y un puente en la Île Seguin…

¿Y en España?

Estamos terminando las cavas Peralada.

El ceramista Claudi Casanovas ha instalado en La Vila una colección de obras llamada ‘Jardín de la luna llena’ (Pedro Madueño)

Llevan ya 30 años trabajando juntos. ¿Qué ve cuando echa la vista atrás?

Son ya 33 años. Lo que veo me produce satisfacción. También un sentimiento contradictorio: 33 años son muchos, pero me da la sensación de que han pasado en tres días.

En estos años habrá habido momentos muy especiales. Dígame uno.

El viaje a Japón. Éramos muy jóvenes. Teníamos menos de treinta años. No sabíamos ni adonde íbamos. Quizás por eso nos impactó tanto. Nos impresionó porque descubrimos una cultura diferente, importante, con un gran amor por el paisaje. Nosotros ya lo teníamos, pero ese viaje lo potenció. Del mismo modo que el deseo de llevar las cosas a la perfección, propia de la cultura japonesa, también agudizó nuestro gusto por el detalle y la minuciosidad. Allí suelen llevar las cosas a la excelencia. Para nosotros era importante proyectar al milímetro. En la primera obra llegamos a acotaciones de medio milímetro. Por eso nos interesó construir con acero.

Momento de crisis

“Participamos en el concurso de la nueva terminal de El Prat y no hemos ganado”

¿Algún momento de crisis?

Quizás ahora. Nos dejamos persuadir para participar en el concurso de la nueva terminal satélite del Aeropuerto de El Prat. Y no lo hemos ganado. Lo ha ganado el equipo que presentó la oferta de honorarios más barata. Me parece un insulto a la profesión. Cito este episodio por dos motivos. Uno, porque es reciente. Dos, porque nos habla de lo que está ocurriendo en nuestro mundo, de cómo la arquitectura va perdiendo terreno. Este caso es un exponente de lo que digo. Ahora parece que lo importante, en un caso como el del aeropuerto, no es ya elegir el mejor proyecto para la mejor puerta posible de Barcelona. Lo importante es quien cobra menos. Eso da el tono del momento actual.

¿Ha sido mucha la evolución en esos 33 años?

Todo ha evolucionado mucho. Empezamos dibujando los proyectos en papel. Con una docena de planos y 25 folios más tenías un proyecto. Ahora haría falta una furgoneta para trasladar toda la documentación de un proyecto. Afortunadamente, la enviamos por Internet. La cuestión, en todo caso, no es esa, sino cual es el papel que se reserva al arquitecto en todo este proceso.

¿Cuál es?

Nosotros entendemos las obras como un todo. Ahora las cosas ya no van así. Recientemente nos invitaron a un concurso para un edificio del Parlamento Europeo. Pero rechazamos la oferta. Este era un concurso muy significativo, porque en el pliego de condiciones se especificaba que quien ganara el concurso no sería el mismo despacho que desarrollaría e implementaría el proyecto, para eso se contrataría a otro despacho de diseño y construcción. Lo que supone un cambio importante. Y no nos gusta.

La obra del ceramista Claudi Casanovas se funde en la naturaleza en el jardín de La Vila (Pedro Madueño)

Antes de terminar, quisiera volver al principio. Cuénteme con algo más de detalle en qué consiste su sueño arquitectónico.

La arquitectura es una carrera técnica, pero su cometido consiste en crear un espacio, y ese espacio nace de un sueño. Estos sueños son los que hacen la arquitectura tan apasionante. Porque si bien tiene su parte numérica, nace de un sueño.

¿Trabajan sólo por encargo o a veces proyectan llevados por uno de esos sueños?

La Vila es nuestro proyecto-sueño.

Ha hablado de escultores. Algunas de sus obras tienen conexiones con la de ciertos escultores. La arquitectura es una de las bellas artes. ¿Trabajan con la idea de que sus edificios sean obras de arte?

No diría tanto. Pero desde luego sí aspiramos a que nuestras obras permanezcan, perduren en el tiempo. Y a que comuniquen con la gente.

Nuevas generaciones

“Hay que ser económico, pero la arquitectura tiene que seguir siendo arquitectura”

¿Considera que sus obras deben estar estrechamente vinculadas con el tiempo en que se construyen?

Evidentemente. Siempre trabajas en un espacio y un tiempo, aquí y ahora. Pero no se trata de dar una respuesta que sea la previsible aquí y ahora. Tu propuesta puede hablar, simultáneamente, del antes, del ahora y del después. Tu respuesta puede trascender la previsible en cada momento.

Los jóvenes arquitectos, que empezaron a trabajar en plena crisis, tienen como una de sus prioridades el control del gasto económico, energético, etcétera. ¿Se sienten próximos a esta línea?

Me parece bien que se proyecte con la intención de contener los costes y de optimizar el rendimiento ecológico de la obra. Pero de lo que se trata, en última instancia, es de seguir haciendo arquitectura de calidad. Hay que tratar de ser económico, pero hay que preocuparse de todas las cosas. Hay que integrar muchos datos en la complejidad del proyecto, pero la arquitectura tiene que seguir siendo arquitectura.

Dé tres consejos a los jóvenes arquitectos.

El primero es uno que nos dio un profesor cuando íbamos a terminar los estudios universitarios: decid no al primer promotor importante que os pida algo. Nosotros le hicimos caso. Segundo: trabajar con pasión siendo fiel a la propia manera de ser. Tres: si podéis afrontar esta aventura acompañados, no lo hagáis solos.