Frank Gehry guanya el Premi "Príncipe de las Artes"Frank Gehry gana el Premio "Príncipe de las Artes"

Frank Gehry guanya el Premi "Príncipe de las Artes"Frank Gehry gana el Premio "Príncipe de las Artes"

Publicat el dimecres, 7 de maig del 2014, a La Vanguardia

El arquitecto estadounidense Frank Gehry ha obtenido hoy el Premio Príncipe de las Artes por una obra “virtuosa e innovadoraPublicado el miércoles, 7 de mayo del 2014, en La Vanguardia

El arquitecto estadounidense Frank Gehry ha obtenido hoy el Premio Príncipe de las Artes por una obra “virtuosa e innovadoraque, al margen de su excelencia estética, incluye edificios como el Museo Guggenheim de Bilbao, generadores de una inmensa repercusión económica, social y urbanística en su entorno.

Gehry, habitual candidato al galardón desde hace años, se ha convertido así en el sexto arquitecto en obtener el Premio de las Artes, después de imponerse en las últimas rondas de votaciones del jurado al videoartista estadounidense Bill Viola y al compositor y director de orquesta español Cristóbal Halffter.

El jurado, presidido por el empresario José Lladó, ha reconocido la relevancia y la repercusión de sus creaciones “con las que ha definido e impulsado la arquitectura en el último medio siglo” y caracterizadas por un “juego virtuoso con formas complejas, por el uso de materiales poco comunes, como el titanio, y por su innovación tecnológica, que ha tenido repercusión también en otras artes”.

Frank Owen Ghery (Toronto, Canadá, 1929) reside desde los 15 años en Los Ángeles (EE.UU.), por lo que está nacionalizado estadounidense, y, tras graduarse, comenzó a trabajar en el estudio Victor Gruen antes de trasladarse a París, al estudio de André Remonder, y estudió las obras de Le Corbusier y otros arquitectos europeos que influyeron en sus primeros trabajos.

Considerado uno de los más destacados representantes de la corriente deconstructivista de Estados Unidos, destaca de su particular estilo las formas semidescompuestas y su idea de que un “edificio, una vez terminado, debe ser una obra de arte, como si fuese una escultura”.

Utilizando siempre materiales atípicos e innovadores que le llevaron a crear líneas de mobiliario de cartón, en la década de los años 70 comenzó a experimentar en la arquitectura con la yuxtaposición de materiales bastos en inusuales composiciones geométricas, como la casa estudio de Ron Davis (Malibú, California, 1970-1972), que cuenta con una cubierta trapezoidal.

Otras obras de los años 80, como el Museo Aeroespacial de California (1982-1984), le valió ya en 1989 el Premio Pritzker, el máximo reconocimiento mundial de arquitectura, y añadió a su currículo construcciones como el Centro Americano en París (1994) y el Museo de Historia de los Judíos Polacos en Varsovia.

Sin embargo, el edificio que le reportó mayor prestigio internacional fue el Museo Guggenheim de Bilbao (1991-1997), en el que empleó cristal, acero inoxidable, zinc y titanio, mezclados con otros materiales autóctonos como la piedra.

Gehry, que pide ser considerado un creador “inacabado”, siempre en proceso de “experimentación”, logró así en 1997 cambiar una ciudad con un edificio considerado el icono de la arquitectura moderna y ejemplo de transformación urbana.

También hizo de él una celebridad mediática, y a la arquitectura, el nuevo objeto de deseo de los políticos para evolucionar una ciudad, también económicamente.

A su juicio, sería un “milagro” repetir el “efecto Bilbao”, una ciudad a la que viaja por placer todos los años -la última, en febrero para celebrar su 85 cumpleaños- y que, paradójicamente, le gustaba más antes de la transformación que él impulsó, ya que la “dureza industrial” se sustituyó por jardines “demasiado bonitos”.

Aunque para la mayoría Gehry es un genio de la vanguardia, el arquitecto más “cool”, a otros les parece que está muy metido en el “star sistem”, a pesar del coste de sus proyectos en un momento de crisis y por el impacto de sus edificios en las ciudades donde construye.

Argumentos a los que contesta recalcando que los arquitectos sirven exclusivamente a los clientes: “Yo no puedo decidir qué construir. Alguien decide lo que quiere, y yo trabajo para ellos”.

En 2013 el galardón de las Artes, el primero en fallarse en la XXXIV edición de los Premios Príncipe, fue para el cineasta austríaco Michael Haneke, y antes lo recibieron, entre otros, Riccardo Muti, Norman Foster, Woody Allen, Paco de Lucía, Vittorio Gassmann, Fernando Fernán Gómez, Bob Dylan, Miquel Barceló, Pedro Almodóvar, Óscar Niemeyer, Eduardo Chillida y Luis García Berlanga.que, al margen de su excelencia estética, incluye edificios como el Museo Guggenheim de Bilbao, generadores de una inmensa repercusión económica, social y urbanística en su entorno.

Gehry, habitual candidato al galardón desde hace años, se ha convertido así en el sexto arquitecto en obtener el Premio de las Artes, después de imponerse en las últimas rondas de votaciones del jurado al videoartista estadounidense Bill Viola y al compositor y director de orquesta español Cristóbal Halffter.

El jurado, presidido por el empresario José Lladó, ha reconocido la relevancia y la repercusión de sus creaciones “con las que ha definido e impulsado la arquitectura en el último medio siglo” y caracterizadas por un “juego virtuoso con formas complejas, por el uso de materiales poco comunes, como el titanio, y por su innovación tecnológica, que ha tenido repercusión también en otras artes”.

Frank Owen Ghery (Toronto, Canadá, 1929) reside desde los 15 años en Los Ángeles (EE.UU.), por lo que está nacionalizado estadounidense, y, tras graduarse, comenzó a trabajar en el estudio Victor Gruen antes de trasladarse a París, al estudio de André Remonder, y estudió las obras de Le Corbusier y otros arquitectos europeos que influyeron en sus primeros trabajos.

Considerado uno de los más destacados representantes de la corriente deconstructivista de Estados Unidos, destaca de su particular estilo las formas semidescompuestas y su idea de que un “edificio, una vez terminado, debe ser una obra de arte, como si fuese una escultura”.

Utilizando siempre materiales atípicos e innovadores que le llevaron a crear líneas de mobiliario de cartón, en la década de los años 70 comenzó a experimentar en la arquitectura con la yuxtaposición de materiales bastos en inusuales composiciones geométricas, como la casa estudio de Ron Davis (Malibú, California, 1970-1972), que cuenta con una cubierta trapezoidal.

Otras obras de los años 80, como el Museo Aeroespacial de California (1982-1984), le valió ya en 1989 el Premio Pritzker, el máximo reconocimiento mundial de arquitectura, y añadió a su currículo construcciones como el Centro Americano en París (1994) y el Museo de Historia de los Judíos Polacos en Varsovia.

Sin embargo, el edificio que le reportó mayor prestigio internacional fue el Museo Guggenheim de Bilbao (1991-1997), en el que empleó cristal, acero inoxidable, zinc y titanio, mezclados con otros materiales autóctonos como la piedra.

Gehry, que pide ser considerado un creador “inacabado”, siempre en proceso de “experimentación”, logró así en 1997 cambiar una ciudad con un edificio considerado el icono de la arquitectura moderna y ejemplo de transformación urbana.

También hizo de él una celebridad mediática, y a la arquitectura, el nuevo objeto de deseo de los políticos para evolucionar una ciudad, también económicamente.

A su juicio, sería un “milagro” repetir el “efecto Bilbao”, una ciudad a la que viaja por placer todos los años -la última, en febrero para celebrar su 85 cumpleaños- y que, paradójicamente, le gustaba más antes de la transformación que él impulsó, ya que la “dureza industrial” se sustituyó por jardines “demasiado bonitos”.

Aunque para la mayoría Gehry es un genio de la vanguardia, el arquitecto más “cool”, a otros les parece que está muy metido en el “star sistem”, a pesar del coste de sus proyectos en un momento de crisis y por el impacto de sus edificios en las ciudades donde construye.

Argumentos a los que contesta recalcando que los arquitectos sirven exclusivamente a los clientes: “Yo no puedo decidir qué construir. Alguien decide lo que quiere, y yo trabajo para ellos”.

En 2013 el galardón de las Artes, el primero en fallarse en la XXXIV edición de los Premios Príncipe, fue para el cineasta austríaco Michael Haneke, y antes lo recibieron, entre otros, Riccardo Muti, Norman Foster, Woody Allen, Paco de Lucía, Vittorio Gassmann, Fernando Fernán Gómez, Bob Dylan, Miquel Barceló, Pedro Almodóvar, Óscar Niemeyer, Eduardo Chillida y Luis García Berlanga.