En los quince años pasados desde que montó su estudio en Lleida, tras estudiar en Barcelona y en Lausana, Bunyesc (AxA) ha proyectado ya un centenar de obras
Publicado en La Vanguardia el 6 de enero de 2023
Tras comprarse una finca con una granja de cerdos en desuso, un cliente le pidió a Josep Bunyesc que le construyera allí una vivienda. Bunyesc echó un vistazo a la nave –de 80 metros de largo por 8 de ancho–, con techo a dos aguas, y anunció: vamos a hacer la casa dentro de la granja. Eso significa que ocupó el extremo sur de la nave, construyendo allí una vivienda de madera, ante una terraza de 40 metros cuadrados con vistas a los olivos y carrascas del Somontano. Y que luego segmentó el resto de la nave, con espacios para garaje (en el extremo norte), jardín, zona para picnic con horno y barbacoa, huerto y un taller-invernadero. A continuación abrió tramos de muros, techo y pavimento de la vieja granja para gestionar la insolación y la ventilación y para renaturalizar el espacio.
Este modo de atacar un proyecto no es el corriente. Pero tampoco Bunyesc es un arquitecto corriente. “Lo que más me interesa de una obra no es su composición arquitectónica sino su confort obtenido con autosuficiencia energética; soy un arquitecto radical y un poco silvestre”, dice Bunyesc. Lo dice y lo hace. Este edificio cercano a Barbastro, donde las temperaturas invernales pueden bajar hasta –10º y las veraniegas subir hasta los 40º, no está conectado a la red eléctrica ni a la de suministro de agua. Aun así, la temperatura media dentro de la casa de madera ronda en verano los 26ºC y en invierno los 19.5ºC.
¿Cómo se consigue esto? Pues estudiando al detalle el comportamiento pasivo de la casa (orientación solar, vientos dominantes, etcétera) e invirtiendo en aislamiento lo que no se invierte en climatización artificial (salvo una estufa de leña y una bomba de aire para casos extremos, que el cliente dice usar raramente), y recogiendo el agua de lluvia caída sobre el extenso tejado en un depósito ad hoc.
Bunyesc empleó en esta obra paredes de entramado ligero. Pero su vocación investigadora le ha llevado a experimentar con diversos materiales en busca de aislamientos de alto rendimiento: desde lana de cordero (abundante en zonas pirenaicas, donde ha construido refugios a más de 2.000 metros de altura) hasta tierras de kilómetro cero, pasando por balas de paja, madera, etcétera. Todo menos hormigón, cuya preparación consume mucha energía.
En los quince años pasados desde que montó su estudio en Lleida, tras estudiar en Barcelona y en la Escuela Politécnica de Lausana, Bunyesc ha proyectado ya un centenar de obras. Cuenta con una buena cartera de clientes. Porque si bien vivir en una vivienda desconectada tiene sus exigencias, cada día son más las personas que apuestan por un nuevo tipo de relación, más respetuosa y menos extractiva, con la naturaleza.
Vivienda autosuficiente en una granja
Arquitecto: Josep Bunyesc
Ubicación: Afueras de Barbastro (Huesca)