Romper el Ensanche | Llàtzer Moix

Romper el Ensanche | Llàtzer Moix

Eso es lo que están haciendo ahora Javier Larraz (AxA) y Nacho Olite, autores del plan urbanístico para transformar dos manzanas del Ensanche de Pamplona

Publicado en La Vanguardia el 12 de febrero de 2023

No me refiero al Ensanche de Barcelona, como quizás algún lector pueda pensar. Me refiero al de Pamplona. Eso es – romper la trama del Ensanche– lo que están haciendo ahora allí Javier Larraz y Nacho Olite, autores del plan urbanístico para transformar dos manzanas del Ensanche pamplonica, que desde hace casi un siglo ocupaba la Congregación Salesiana con su escuela de formación profesional.

Romper el Ensanche no significa en este caso destrozarlo, sino ensayar, en dos de sus manzanas perimetrales, una nueva ordenación urbana que reserva un tercio del solar a espacio público.

La operación de diseño urbano ha consistido, grosso modo, en trazar una diagonal sobre la doble manzana, que por cierto es perpendicular a la diagonal del Ensanche (la avenida Baja Navarra) y abre visuales desde ahí hacia el parque de la Media Luna, y a continuación trocear la edificabilidad en nueve piezas residenciales, una comercial y otra institucional, dispuestas en cuatro barras paralelas entre las que serpentean los espacios públicos.

La construcción de estas piezas avanza a distintos ritmos –las primeras viviendas, de un total de 350, tenían prevista su entrega en enero; otras están en fase preliminar–, pero todas ellas, pese a participar en la operación distintos promotores, tendrán las mismas fachadas, con un ritmo de ventanas, por cierto, muy parecido al del hotel en Palma de Mallorca de Patxi Mangado, que se sumó al proyecto que nos ocupa en el 2016.

Esta obra ha recibido críticas porque multiplica la densidad de las manzanas convencionales, e incorpora las torres más altas –de hasta catorce plantas, combinadas con volúmenes más bajos– de la capital de Navarra. Pero resulta cuanto menos paradójico que esas críticas vayan dirigidas a un proyecto que ofrece una notable cantidad de espacio público en el Ensanche, donde no sobra.

No se trata, claro, de transformar a continuación todo el Ensanche siguiendo la nueva pauta. Pero las ventajas de este ensayo de esponjamiento urbano no son en absoluto despreciables.