La manera de operar de los RCR siempre ha sido instintiva, basada en trascender sus múltiples encargos para concretarlos en forma de actuaciones que han redefinido los límites entre la ciudad y la naturaleza, el paisaje y la arquitectura, la arquitectura y las artes | Jaume Prat, arquitecte
Publicat a Fundación Arquia Blog el 12 de setembre de 2018
Shigeru Ban nos contó una historia.
En Japón hay catástrofes naturales prácticamente cada día. En estas circunstancias lo que realmente permanece no son los edificios. Son las ideas que los construyen. Los templos sintoístas son montados y desmontados periódicamente, incluso cuando están en perfectas condiciones. La madera de la que están hechos, de calidad máxima, se regala a quien la necesita. Otra ocupa su lugar. Cuando se ven destruidos por una catástrofe natural son reconstruidos. El templo, sin embargo, es el mismo siempre, porque nunca ha pasado demasiado tiempo apegado a unas piezas determinadas que envejezcan con él.
La razón por la que esto sucede no es la fragilidad de la madera, como nosotros creíamos. La madera, tratada y colocada en las condiciones en las que se trata y coloca en estos templos, es prácticamente eterna.
La razón por la que esto sucede es la transmisión del conocimiento. La artesanía de los templos es y ha sido siempre muy cara. Inalcanzable para el común de los clientes de estos artesanos. Si éstos no pueden entrenarse trabajando sobre el mismo templo su saber se perdería.
La transmisión del conocimiento es la clave de lo que sucede en cada verano en Olot. RCR arquitectes es un vórtice 1 . En su actividad se condensa la tradición industrial catalana, una potente reflexión sobre el Movimiento Moderno, la fusión de la arquitectura con diversas artes y una sensibilidad sobre el lugar, su lugar, que ultrapasa con mucho la atención que dedican al paisaje para enraizarse en la cultura de una ciudad que tuvo una Escuela de Artes importante incluso antes que Barcelona que dio lugar a uno de los movimientos pictóricoartísticos más alucinantes (también por desconocido) que dio el cambio del XIX al XX en Europa. Movimiento del que ellos son herederos directos.
La manera de operar de los RCR siempre ha sido instintiva, basada en trascender sus múltiples encargos para concretarlos en forma de actuaciones que han redefinido los límites entre la ciudad y la naturaleza, el paisaje y la arquitectura, la arquitectura y las artes. El Workshop representa año a año la manera, su manera, de conceptualizar, verbalizar y transmitir su método a quien esté interesado en ello. Y no sólo su método. Los RCR sólo son arquitectos si consideramos que la manera que tienen de externalizar (de construir, sí) su mundo es a través de la arquitectura. Su filosofía es de vida, y eso es lo que se transmite principalmente en el Workshop. Hay que ir a Olot, donde no pocos comercios han cambiado su horario de vacaciones en función de este evento, donde el transporte público es escaso y lento. El lugar cuenta. Cuenta lo que sucede alrededor, con dos Workshop paralelos de fotografía (la representación) y escenografía (que tanto permite reflexionar sobre qué hacemos, cómo nos movemos, cómo vivimos, cómo la arquitectura influye sobre nosotros), todos trabajando casi sin parar: hacer es la base, un hacer que se va empapando de estímulos: desde cine a tebeos pasando por el vacío en la naturaleza o las experiencias del mismo Sr. Ban que nos legó esta historia, todo abierto, en constante movimiento, con pequeños ajustes y cambios constantes. Y son once años ya. Entender esta manera de operar puede hacernos la idea de lo que es este estudio de una manera bastante más potente que disfrutando de sus obras.