“He construido a partir de volumen, más que por planta”, señala Ferrando
Publicado el sábado 24 de enero en el diario LA VANGUARDIA
Rehacer por completo una casa entre medianeras, en un entorno protegido, donde no puede tocarse la fachada ni la cubierta: este es el encargo que recibió Josep Ferrando. A priori, el ancho de 4,5 metros de esta finca con vistas al monasterio de Sant Cugat no le daba para muchas alegrías. Pero Ferrando no quiso que esta circunstancia condicionara en exceso su actitud o su libertad. Y propuso vaciar la vieja casa, construir en su interior muros laterales de bloques de hormigón y colgar de ellos, mediante perfiles metálicos en ele, como si fuera una estantería, una estructura de laminados de madera que es la que distribuye el espacio y da una piel, más cálida, a la vivienda.
La planta está dividida longitudinalmente en dos franjas, una más estrecha, para las escaleras, que suben en distintos sentidos, con ecos piranesianos y escherianos, y una más ancha, dedicada a vivienda. En sección, el espacio se organiza alrededor de un gran hueco central a varias alturas. (“He construido a partir del volumen, más que por plantas”, señala Ferrando). Y está rematado con dos casitas con su correspondiente techo a dos aguas, también de madera, como si se quisiera seguir con esa idea de casa dentro de una casa y, de nuevo, dentro de una casa. Todo ello, bajo el tejado envigado de la vieja finca.
Una casa entre medianeras, con el ancho de la que nos ocupa, ofrece posibilidades limitadas. No caben en ella milagros. Pero, aunque sea con estrecheces, es un ámbito tan bueno como otro cualquiera para que el arquitecto trabaje a su aire, sin fijarse mucho en los usos habituales en este tipo de reformas. Y eso es exactamente lo que Ferrando ha hecho aquí.