Publicat el 14 de febrer de 2014 a El Periódico
En enero de este año abrió sus puertas al público la planta noble de 400 metros cuadrados y el patio de la Casa Lleó i Morera con sus fantásticas vidrieras. Publicado el 14 de febrero de 2014 en El Periódico
En enero de este año abrió sus puertas al público la planta noble de 400 metros cuadrados y el patio de la Casa Lleó i Morera con sus fantásticas vidrieras. Lluís Domènech i Montaner se encargó en 1902 de la reforma integral de este edificio construido en 1864 por el maestro de obras Joaquim Sitjas en el paseo de Gràcia esquina con Consell de Cent. Ese mismo año, el arquitecto modernista aceptó su gran reto urbanístico: la construcción del recinto hospitalario de la Santa Creu i Sant Pau, un encargo logrado gracias a la amistad que mantenía con el doctor Bartomeu Robert y al que dedicó los últimos años de su vida.
El destino ha hecho que estas dos obras de Domènech i Montaner vuelvan a coincidir en la fecha de finalización de años de rehabilitación arquitectónica. El 2014 pasará a la historia como el año en que Barcelona redescubrió la trascendencia y carisma de la obra de este arquitecto que apenas da nombre a una pequeña calle en el barrio de Montbau en Horta y a un instituto.
Domènech i Montaner está más valorado en Canet de Mar (Maresme), donde reformó en 1883 el Teatre Principal y construyó un año después el Ateneu, uno de sus edificios más tempranos. En 1891 levantó allí la Casa Roura, la segunda residencia, la finca de veraneo de sus cuñados, el comerciante barcelonés Jacint Capmany y su esposa Francesca Roura. En 1896 siguió su prolífica obra en Canet con la reforma de la fortaleza del castillo de Santa Florentina. Tres años después firmó los planos de la fábrica Jover i Serra, y en 1918 edificó la Casa Domènech, la última obra proyectada y realizada con la colaboración de su hijo Pere Domènech y que actualmente es la sede de un museo dedicado a él.
El Palau de la Música Catalana, en Ciutat Vella, es, sin duda, hasta ahora el inmueble más admirado y visitado de Domènech i Montaner, autor también del interiorismo del Hotel España, de la Casa Fuster (hoy un lujoso hotel delante de los jardines de Salvador Espriu), de la Casa Thomas en la calle de Mallorca, del fabuloso Castell dels Tres Dragons en el paseo de Picasso y de la antigua Editorial Montaner i Simón, actual sede de la Fundació Antoni Tàpies.
Etapa madura
«El Hospital de Sant Pau, juntamente con el Palau de la Música son las obras públicas que mejor definen la obra madura de Domènech i Montaner», expone Mireia Freixa, del Grup de Recerca en Història de l’Art i Disseny Contemporani (Gracmon) de la Universitat de Barcelona, miembro de la Fundació Domènech i Montaner y asesora de las obras de remodelación del Recinte Modernista.
Para Freixa el conjunto de Sant Pau culmina una tradición de arquitectura hospitalaria en Barcelona que tiene sus raíces en el viejo Hospital de la Santa Creu. «Prosiguió en la Casa de la Convalescència, la Acadèmia de Medicina y el Hospital Clínic», puntualiza. Desde el punto de vista arquitectónico vale la pena destacar en la obra de Domènech «la integración que asumen todas las artes decorativas con las artes de la construcción».
La Exposición Universal de 1888 fue el evento que consolidó profesionalmente a Domènech i Montaner como arquitecto. Fruto de aquellos años fueron la construcción del Castell dels Tres Dragons, que albergó un restaurante, y del desaparecido Hotel Internacional, que se construyó en un terreno ganado al mar en el tiempo récord de 53 días. Al finalizar la exposición fue demolido.
En las visitas guiadas que organiza la empresa Cases Singulars por la Casa Lleó i Morera se explica que su padre era el editor Pere Domènech, que primero estudió Ciencias, Física y Matemáticas y después Arquitectura, licenciándose en 1873. Antes de trabajar viajó por Europa para conocer las tendencias arquitectónicas y a su regreso a Barcelona se incorporó como profesor en la Escuela de Arquitectura, de la que fue director en 1900, y donde también formó a Josep Puig i Cadafalch y Josep Maria Jujol.Lluís Domènech i Montaner se encargó en 1902 de la reforma integral de este edificio construido en 1864 por el maestro de obras Joaquim Sitjas en el paseo de Gràcia esquina con Consell de Cent. Ese mismo año, el arquitecto modernista aceptó su gran reto urbanístico: la construcción del recinto hospitalario de la Santa Creu i Sant Pau, un encargo logrado gracias a la amistad que mantenía con el doctor Bartomeu Robert y al que dedicó los últimos años de su vida.
El destino ha hecho que estas dos obras de Domènech i Montaner vuelvan a coincidir en la fecha de finalización de años de rehabilitación arquitectónica. El 2014 pasará a la historia como el año en que Barcelona redescubrió la trascendencia y carisma de la obra de este arquitecto que apenas da nombre a una pequeña calle en el barrio de Montbau en Horta y a un instituto.
Domènech i Montaner está más valorado en Canet de Mar (Maresme), donde reformó en 1883 el Teatre Principal y construyó un año después el Ateneu, uno de sus edificios más tempranos. En 1891 levantó allí la Casa Roura, la segunda residencia, la finca de veraneo de sus cuñados, el comerciante barcelonés Jacint Capmany y su esposa Francesca Roura. En 1896 siguió su prolífica obra en Canet con la reforma de la fortaleza del castillo de Santa Florentina. Tres años después firmó los planos de la fábrica Jover i Serra, y en 1918 edificó la Casa Domènech, la última obra proyectada y realizada con la colaboración de su hijo Pere Domènech y que actualmente es la sede de un museo dedicado a él.
El Palau de la Música Catalana, en Ciutat Vella, es, sin duda, hasta ahora el inmueble más admirado y visitado de Domènech i Montaner, autor también del interiorismo del Hotel España, de la Casa Fuster (hoy un lujoso hotel delante de los jardines de Salvador Espriu), de la Casa Thomas en la calle de Mallorca, del fabuloso Castell dels Tres Dragons en el paseo de Picasso y de la antigua Editorial Montaner i Simón, actual sede de la Fundació Antoni Tàpies.
Etapa madura
«El Hospital de Sant Pau, juntamente con el Palau de la Música son las obras públicas que mejor definen la obra madura de Domènech i Montaner», expone Mireia Freixa, del Grup de Recerca en Història de l’Art i Disseny Contemporani (Gracmon) de la Universitat de Barcelona, miembro de la Fundació Domènech i Montaner y asesora de las obras de remodelación del Recinte Modernista.
Para Freixa el conjunto de Sant Pau culmina una tradición de arquitectura hospitalaria en Barcelona que tiene sus raíces en el viejo Hospital de la Santa Creu. «Prosiguió en la Casa de la Convalescència, la Acadèmia de Medicina y el Hospital Clínic», puntualiza. Desde el punto de vista arquitectónico vale la pena destacar en la obra de Domènech «la integración que asumen todas las artes decorativas con las artes de la construcción».
La Exposición Universal de 1888 fue el evento que consolidó profesionalmente a Domènech i Montaner como arquitecto. Fruto de aquellos años fueron la construcción del Castell dels Tres Dragons, que albergó un restaurante, y del desaparecido Hotel Internacional, que se construyó en un terreno ganado al mar en el tiempo récord de 53 días. Al finalizar la exposición fue demolido.
En las visitas guiadas que organiza la empresa Cases Singulars por la Casa Lleó i Morera se explica que su padre era el editor Pere Domènech, que primero estudió Ciencias, Física y Matemáticas y después Arquitectura, licenciándose en 1873. Antes de trabajar viajó por Europa para conocer las tendencias arquitectónicas y a su regreso a Barcelona se incorporó como profesor en la Escuela de Arquitectura, de la que fue director en 1900, y donde también formó a Josep Puig i Cadafalch y Josep Maria Jujol.