El Centre d’Art i Natura de Farrera, residencia de trabajo para artistas e investigadores en pleno Pirineo leridano, lleva años conjurado contra el envejecimiento de los pueblos de montaña. Este mes de julio insistirán en esta línea de trabajo con un curso de verano especializado, que se impartirá del viernes 20 al domingo 22 y conducirá el arquitecto Josep Bunyesc, socio de AxA.
Publicat el diumenge 8 de juliol de 2018 a La Vanguardia. Rosa Matas
“Para nosotros que hemos sufrido en propia piel las dificultades de la gente joven para instalarse en un territorio tan poco popular como éste, es interesante que poco a poco todas las reconstrucciones y rehabilitaciones del alto Pirineo ya se vayan haciendo con dirección de futuro”, señala Lluis Llobet, director del centro. “La arquitectura bioclimática, que busca ser eficiente en el gasto energético, es muy interesante en un territorio en el que las temperaturas pueden ser muy extremas”, reflexiona.
Este mes de julio insistirán en esta línea de trabajo con un curso de verano especializado, que se impartirá del viernes 20 al domingo 22 y conducirá el arquitecto Josep Bunyesc. “Somos un proyecto de desarrollo local cuya actividad principal es la cultura, que es generadora de atractivo en un pequeño pueblo de alta montaña”, apunta. “Y si el territorio conseguimos que se apunten a la arquitectura bioclimática personas con la sensibilidad de Josep Bunyesc, creo que poco a poco se irá imponiendo unas maneras de ser más racionales y que tiene más futuro que las tradicionales”, augura.
El arquitecto lleva 10 años trabajado en este campo y empezó en plena crisis. Considera que la arquitectura bioclimática está en auge a nivel particular, pero aún no de manera generalizada en el sector de la construcción. “La sensibilización de la gente va en aumento, sobre todo cuando se enseña que se puede estar bien casi todo el año con apenas nada de calefacción”, destaca. “Primero parece increíble pero cuando lo viven se va difundiendo poco a poco”, explica.
Habla de casas de madera y de alta eficiencia energética, de las ya llamadas casas positivas porque generan más energía de la que consumen, de paredes que captan el sol y de la necesidad de compaginar alta tecnología con tradición. Se puede aprender mucho, apostilla, de la orientación tradicional de las viviendas en los pueblos de clima adverso.
Josep Bunyesc tiene en marcha ahora 10 proyectos bioclimáticos y acabados unos 40. En Lleida ha trabajado en Talarn, Claverol y Lleret. Su estudio hizo también el refugio Colomina y el de Ventosa, en la Vall d Boí, que ha ampliado este otoño.
“Los resultados que hemos obtenido en el refugio de Ventosa son espectaculares: mientras en el antiguo estaban a cinco o siete grados, en el nuevo estan a 20 o 25 grados con mucha nieve en el exterior”, compara. “Con el diseño bioclimático, la fachada sur, que es por donde llega el sol en invierno, es traslúcida y capta el sol; y como el edificio esté muy bien aislado, el sol calienta la casa y el calor se queda”, resume.
En este curso de arquitectura bioclimática de montaña, el Centre d’Art i Natura de Farrera ha ampliado el programa con el ambientólogo Jordi Oliveres, de Pironegawatt de la Pobla de Segur, instructor del GRAF, que aportará su experiencia en la ecología del paisaje y recursos locales del Pallars para aportar energía renovable de kilómetro cero.
Fotografia: Refugio de Ventosa (Josep Bunyesc dr.arquitecte)