ARQUITECTURES ESCRITES

ARQUITECTURES ESCRITES

La libertad es una librería | Rafa de Cáceres

A la entrada del Born, una pequeña hornacina con publicaciones del historiador Albert García Espuche, comisario del proyecto museográfico. La exposición permanente, generalmente sin visitantes, dedicada a ilustrar aquellas publicaciones. Menaje doméstico, vajillas de cerámica; pipas, copas. Un breve video explicativo de la destrucción borbónica y las consecuencias del Decreto de Nueva Planta; pocas referencias al desarrollo posterior al 1714; olvido de la arquitectura de hierro del Mercado, de los cambios demográficos , del proceso de gentrificación y del posible papel urbano del Born.

En el Centro Cultural , ni un libro. Su librería fue cerrada hace algunos años.

Una experiencia visual.

La calidad de la visión interior del Born fue consecuencia de la unión entre la arquitectura del hierro del XIX, de su correcta restauración, y de una impecable labor arqueológica. Doy fe, a lo largo de la intervención técnica vivida, de la aceptable coordinación entre arquitectura y arqueología.

Descubierto el yacimiento, nadie planteó la afectación de ningún elemento, antes al contrario, las ruinas fueron consideradas como un valor añadido, y el respecto a las mismas llevó a modificar el proyecto inicial , situando la biblioteca en el nivel superior del antiguo mercado.

Un museo para la ciudadLa resistencia a la utilidad social.

Después de la mediática campaña de los historiadores – reivindicando el Born como un hito en la red de museos de la ciudad, el resultado hoy es una pequeña exposición dedicada al costumbrismo de la época y un simple video en un rincón del recinto.

La aparente coincidencia entre aquel colectivo y el poder político se rompió con motivo del tricentenario de 1714, desplazando la actividad historiográfica para acentuar el hecho de la represión borbónica que evidenciaba el yacimiento descubierto.

La polémica sobre la compatibilidad del yacimiento y la biblioteca fue un falso debate,  ya que resultaba obvio que conservar el yacimiento impedía construir la biblioteca tal como fue prevista inicialmente, pero no si esta adoptaba formatos más reducidos, conservando la función del conocimiento y derivando el de mero almacén documental. Esta opción fue rechazada , ya que impedía el discurso historiográfico y  la voluntad de construir un mausoleo de la memoria,  refractario  a integrar valores de utilidad pública.

Cuando la política se otorga la potestad de influir en la ideología y los sentimientos de los ciudadanos, el resultado es, como mínimo, poco saludable, y el Born es hoy fruto de esta actitud. Para comprobarlo baste considerar la errática política de destituciones de directores del Centre Cultural, y el maquillaje de asistencia pública incluyendo en las estadísticas a curiosos turistas.

Después de la última destitución, no creemos que la solución sea el derivar su gestión al Museu d’Història de la Ciutat, a pesar de su reconocida labor cultural. La situación actual, después de diez años de funcionamiento, indica que nos encontramos delante de una cuestión estructural de mayor calado.  

Para abordarla seria coherente concentrar el mensaje político e historiográfico en el yacimiento rencontrado.  Este se explica por sí mismo, siendo irrepetible en la ciudad. El mercado, la cubierta, es simplemente su contenedor, y no está obligado a asumir ni parcial ni totalmente aquella misión. El maridaje formal entre yacimiento y arquitectura está bien resuelto, y no es necesario que las cuatro naves interiores, repitan el mensaje del yacimiento. Ambos elementos, yacimiento y envolvente tienen suficiente entidad para asumir papeles diferentes desde una respetuosa convivencia.

La referencia en 2013 a la “zona cero de Catalunya”, obvia que, en Nova York , el recuerdo de la tragedia se proyectó atendiendo a diversos registros que fusionaban la memoria y la nueva vida generada.

Escribíamos en 2011: “…cuando los norteamericanos vieron que las vainas de las bombas ya explosionadas se utilizaban como jarrones para flores en las casas vietnamitas , entendieron que habían perdido la guerra. Los pueblos que han padecido agresiones reaccionan con voluntad de revitalizar los espacios destruidos, y la mejor forma de contradecir la opresión es añadir vida y utilidad colectiva a la destrucción. Si únicamente rememoramos la destrucción de 1714, perpetuamos sus efectos , no honramos a los víctimas que la padecieron, simplemente recordamos a los que la ocasionaron.  Es tanto como si volviera a ganar Felipe V.”

Las cenizas de la memoria. La utilidad social.

La memoria oficial crea y omite otras memorias. Sin embargo, de las cenizas que surgieron de la hoguera de la memoria del Born, se pueden encontrar propuestas de utilidad social. En su día, El Mercat del Born,  revitalizó La Ribera destruida.  En 1974, el movimiento ciudadano, evitando su destrucción, reivindicó , con el “Born Ateneu Popular“, la utilidad social y cultural; el mismo movimiento acogió con entusiasmo la iniciativa de la Pompeu Fabra de introducir actividades relativas al conocimiento y la formación; El FNAC, una librería; una mediateca; salas de estudio que suplan les limitaciones de sus casas, etc.  El poder político y los exegetas del pasado no oyeron aquellas voces, ni hoy aceptaran que, memoria y futuro son partes indisolubles de la profunda identidad de un pueblo. Hay pueblos que con un árbol tienen bastante. Otros necesitan monumentos.

Algún día, el Born también abrirá durante la noche y será contrapunto del ruido nocturno. Se descolgaran los cortinajes interiores que una museografía refractaria a la luz natural ha impuesto. Será baluarte de un republicanismo de corazón que fomente la independencia personal que facilita el conocimiento. Como diría Joan Margarit: la libertad es una librería.