Blanco y cobrizo | Llàtzer Moix

Blanco y cobrizo | Llàtzer Moix

Con esta torre, Ferrater (AxA) añade otra pincelada relevante al lienzo arquitectónico barcelonés actual. Muy pocos coetáneos suyos han aportado tantas como él

Publicado en La Vanguardia el 23 de abril de 2021

Carlos Ferrater exhibe en su sede de Office of Architecture in Barcelona (OAB) un plano de varios metros de longitud punteado con sus muy numerosas obras en la ciudad. Son decenas y decenas de trabajos, a menudo de notable dimensión, plantados en las principales arterias. Por ejemplo, en la Diagonal, donde en el área de Glòries se levanta su torre para Mediapro (2005­ 2008), espléndido ejercicio estructural de inspiración miesiana; o, en el otro extremo de esta avenida, el Palacio de Congresos de Catalunya (1996­ 2000), con sus volúmenes de hormigón blanco.

A medio camino entre ambos, en la confluencia de Diagonal con paseo de Gràcia, OAB trabaja ahora en otra obra mayor, a partir de la preexistente torre del Deutsche Bank. Su objetivo es transformarla para darle nuevos usos y, de paso, poner al día su arquitectura.

Desde marzo de 1961 ha presidido este enclave un bloque de 75 metros de altura y veinte plantas, que en su día fue el más alto de Barcelona, adosado a un cuerpo de altura inferior que remata la esquina. La obra, que el Banco Comercial Transatlántico (BCT) encargó a Santiago Balcells, tenía cierto aire monumental, muy apreciado bajo el franquismo (aunque vista desde el aire podía parecer una silla fuera de escala). El BCT sería adquirido por el Deutsche Bank, que sometió la torre a una reforma epidérmica, y la revendería en 2014 a KKH. Este grupo inversor inmobiliario encargó a OAB, tras rechazar el Ayuntamiento su plan para hacer allí un hotel, la conversión del edificio en apartamentos de lujo y en un equipamiento para Seat.

Esta idea de división de funciones ha sido determinante en el proyecto de OAB, y se refleja y enfatiza mediante dos decisiones. La primera fue separar en dos bloques la anterior construcción, abriendo entre ambos un nuevo pasaje urbano, de unos cuatro metros de anchura (seis en sus extremos). La segunda, darles distintos lenguajes: la esbelta torre, con planta rectangular y 34 viviendas, luce en fachada su rectilínea trama estructural de acero color blanco nacarado; la otra pieza, con planta pentagonal, una altura equivalente a cinco plantas y dobles niveles en su interior, se distingue por su cuerpo metálico, de tonos cobrizos, profusamente acristalado, como corresponde a este escaparate en el corazón de Barcelona de la firma automovilística.

Si bien Casa Seat fue inaugurada antes del verano de 2020, las obras en la torre no se completarán hasta 2022. Sin embargo, el impacto urbano del conjunto es ya patente. La normativa no ha permitido agrandar la volumetría del Deutsche Bank. Pero la transformación arquitectónica que aporta el proyecto es clara.

Dada su hechura paralelepipédica, la torre no evoca los sugerentes quiebros de Mediapro, pero tanto su esbeltez como el ritmo de su retícula de fachada –también de ecos miesianos– le confieren elegancia y distinción: el blanco es infrecuente en una Barcelona de piedra gris. En los huecos de la retícula de la torre van apareciendo ahora ventanas­ cajón, recurrentes en la obra reciente de OAB, rodeadas por un paspartú de chapa perforada que asegura la ventilación interior.

Por lo que respecta al cuerpo bajo, diremos que sus tonos más duros y apagados parecen rendir pleitesía a la torre. Y que ha sustituido la antigua fachada curva y cóncava por otra que busca su continuidad mediante los excepcionales vidrios curvados y convexos de sus esquinas (diligentemente vandalizados al poco de su montaje).

Con esta torre, Ferrater añade otra pincelada relevante al lienzo arquitectónico barcelonés actual. Muy pocos coetáneos suyos han aportado tantas como él.