El plan arquitectónico: de la excelencia al (supuesto) bajo coste | Llàtzer Moix

El plan arquitectónico: de la excelencia al (supuesto) bajo coste | Llàtzer Moix


El proyecto de Laporta busca velocidad (tras tanto retraso) y ahorrar, ¿es eso compatible?

Publicado en La Vanguardia el 12 de febrero de 2023

Antes de proyectar el Camp Nou, el arquitecto Francesc Mitjans visitó estadios en Europa y Brasil, buscando la excelencia. En septiembre de 1957, al inaugurarse el Camp Nou, los culés descubrieron una obra elegante, con esbelta marquesina y gradas cercanas al césped. El estadio se licitó por 67 millones de pesetas y costó 288. Por lo demás, no hubo queja.

El proyecto de Mitjans –y Soteras y García Barbón– creció en 1982 con una tercera grada, hasta 115.000 localidades. En 1994, se amplió la primera grada, se sacaron localidades de pie y quedaron 99.000 asientos.

A inicios del siglo XXI, el Camp Nou estaba ya obsoleto. La obra y sus materiales sufrían deterioro. Flojeaba en seguridad, tecnología y comodidad. Y, sin palcos VIP corporativos, perdía ocasiones de negocio.

El cambio

“Si pretendía minimizar la inversión y maximizar su rentabilidad, el Barça se equivocó al cambiar de plan”

Bajo la primera presidencia de Joan Laporta se falló en el 2007 un concurso de remodelación del estadio. Lo ganó Norman Foster con una propuesta icónica, pero no llegó a firmar contrato ni a hacer el proyecto básico: otro síntoma de los límites de Laporta para completar sus planes. Algo similar pasó en operaciones como la de la compra de terrenos en Viladecans para un fallido Barça Parc.

En el 2015, el presidente Josep Maria Bartomeu relanzó la remodelación. Si en el concurso del 2007 se primaron los arquitectos estrella, en el resuelto en el 2016 se invitó a ingenierías gigantescas, asociadas a arquitectos locales. Ganaron la japonesa Nikken Sikkei (2.500 empleados) y el despacho de Joan Pascual y Ramon Ausió (una decena de empleados). Goliat y David. El diseño de Pascual/Ausió venció y encantó al gremio, por ser disruptivo (frente a estadios-objeto tipo Allianz), transparente, mediterráneo. En lo económico, eliminar la fachada en un edificio de un kilómetro de perímetro abarata costes.

Pero la convivencia del pez grande y el chico es azarosa. Al año y medio de ganar, Pascual/Ausió se retiraron. Los recursos y el afán de Nikken-Sikkei de entrar en el mercado europeo, aun perdiendo dinero, eran altos. Pese a los cambios, el espíritu del plan de Pascual/Ausió sigue presidiendo la remodelación. Pero en su año y medio solo edificaron una nueva tribuna presidencial.

Dos propuestas

El nuevo edificio perimetral es arquitectónicamente prometedor; el doble anillo VIP aún suscita discusión

A Pascual/Ausió les relevó b720, el despacho de Fermín Vázquez, con más músculo operativo. Nikken Sikkei, b720 y la ingeniería IDOM desarrollaron el proyecto sobre varios ejes: mantener en lo posible el esqueleto y visuales del estadio de Mitjans; verticalizar la primera grada y poner un anillo de palcos VIP en su cota alta; completar la tercera grada, derribando la marquesina; y proteger el aforo con una cubierta.

Hasta el 2020 se desarrolló este proyecto, cuyo básico avanzado se presentó a licitación a FCC, Ferrovial, Sacyr y Acciona. Pero en octubre de ese año se fue Bartomeu y en marzo del 2021 volvió Laporta, que “replanteó desde cero” –según su vicepresidenta Elena Fort– el proyecto en el que se llevaba años trabajando, y que obligaba a mover a unos 10.000 socios de la primera grada. Para Laporta, eso no era admisible (aunque sí lo era mover, en su posterior proyecto, a bastantes más de la tercera). El replanteo se encargó a Nikken, b720 e IDOM. Sus ejes serían, esta vez, la construcción de un doble anillo de palcos VIP, entre la segunda y la tercera grada; el derribo de esa tercera y su construcción sobre una estructura exenta de la de Mitjans, con atrios y pórticos más espaciados y aleros cerámicos; y la cubierta. “Si lo que pretendía era minimizar la inversión y maximizar su rentabilidad, el Barça se equivocó y perdió tiempo y dinero con el cambio de plan”, opina un ejecutivo de la etapa Bartomeu.

Espai Barça (Espai Barça)

Dichas tres firmas aceleraron en 2021 y 2022 para preparar otro básico avanzado, listo para licencia y licitación. Aspiraban, por su experiencia, al encargo de la redacción del proyecto ejecutivo y la dirección de obra. A petición del Barça, su labor se presentó en el COAC en junio del 2022. Pero en agosto, el club pidió varias ofertas para esas labores, siendo elegidas Torrella Ingeniería, de Terrassa, que construye naves industriales, y la ingeniería JG, especializada en instalaciones. Ello alarmó al Colegio de Arquitectos. En enero del 2023, se anunció la adjudicación de la obra a la constructora turca Limak, sin gran experiencia europea, en detrimento de las españolas.

Escepticismo

La oferta de Limak genera escépticos entre quienes opinan que es difícil aunar velocidad y precio a la baja

La evolución del proyecto del Camp Nou desde el 2017 ha sido errática. Pero el nuevo edificio perimetral es arquitectónicamente prometedor. Y del anillo doble de palcos VIP se espera más dinero (aunque las adjudicatarias aun discuten si dos anillos son demasiado). Eso sí, queda más lejos del césped que el inicial. “Es prioritario ingresar más a ver mejor”, se opina en la junta. En cambio, inquieta la evolución del perfil de los industriales. “Hemos pasado de Barcelona-Tokio a Terrassa-Estambul”, resume un arquitecto cercano al caso. Los responsables en el club no han ido a mejor. El project manager Bill Manarelli, en el Barça entre 2014 y 2021, era un experto. Ciertos sucesores suyos son amigos de Laporta, pero no dominan la evolución del proyecto ni el sector de la construcción. El club se escuda en la palabra de Limak de facturar no más de 990 millones y acabar la obra en el 2026. Es la cuadratura del círculo: bajo coste (relativo) y rapidez, que las constructoras de aquí no vieron posible. Los retrasos existen: en el 2016 se dijo que las obras acabarían en el 2021. En el 2023 están como están.

La oferta de Limak genera escépticos. “Las cuentas crecen. Materiales y costes financieros se han disparado. El Barça es temerario al adjudicar la obra a un precio sin proyecto de ejecución” [que difícilmente estará antes del verano], sentencia un directivo inmobiliario. El tiempo vuela: “El Barça se la puede pegar con el calendario –advierte un arquitecto conocedor del caso–; la obra puede ser más cara y el resultado, peor al esperable con empresas idóneas”.

El estadio de Mitjans buscó, con el presidente Miró-Sans, la excelencia. El de Laporta busca velocidad (tras tanto retraso) y un (supuesto) bajo coste. ¿Es eso compatible?