La precariedad laboral de los arquitectos | Josep M. Gutiérrez (AxA)

La precariedad laboral de los arquitectos | Josep M. Gutiérrez (AxA)

Hace un cierto tiempo, el Sindicato de Arquitectos publicó los resultados de una encuesta sobre el estado de la profesión en la que, entre otras conclusiones, alertaba de que el 71% de los arquitectos está en una situación de absoluta precariedad laboral, y hace unos días, un artículo de Anatxu Zabalbeascoa en El País confirmaba que sólo el 24% de este colectivo gana más de 1.000 € al mes.Hace un cierto tiempo, el Sindicato de Arquitectos publicó los resultados de una encuesta sobre el estado de la profesión en la que, entre otras conclusiones, alertaba de que el 71% de los arquitectos está en una situación de absoluta precariedad laboral, y hace unos días, un artículo de Anatxu Zabalbeascoa en El País confirmaba que sólo el 24% de este colectivo gana más de 1.000 € al mes.

A los arquitectos no nos hace falta ningún artículo para conocer la situación de precariedad de nuestra profesión, pues lo vemos diariamente en la angustiosa situación que nos rodea. Cada día vemos cómo se reducen al mínimo los estudios, si no se cierran, y los compañeros organizan el estudio en su vivienda o cambian momentáneamente (según ellos) de profesión y se dedican a otros sectores no relacionados con la arquitectura que les puedan ofrecer un mínimo sustento económico.

Y mientras los 60.000 arquitectos colegiados no saben cómo ganarse la vida, los clientes privados han desaparecido y la Administración ha reducido a la mínima expresión los concursos. Por si no hubiese suficiente, las escuelas de arquitectura (¡31 escuelas en España!) aportan cada año más de 2.000 nuevos arquitectos (¡y 10.000 alumnos estudiando arquitectura!).

En Cataluña se consideraba en el año 2007 que había 10.000 arquitectos colegiados, 3.000 no colegiados y otros 3.000 de otros países, especialmente de la UE y Sudamérica.

Y todos ellos -quizás los más jóvenes no- piensan que cuando cambie la situación económica podrán realizar lo que a todos nos gusta y aprendimos en la escuela: proyectar y dirigir edificios.

Y ese pensamiento es un grave error pues la situación económica no será como hace unos años (en el 2007 se visaron 125.000 viviendas en Cataluña y sólo hacían falta 30.000) y no todos podremos proyectar.

Es curioso, pero nadie, ni la Administración, ni los Colegios de Arquitectos ni las Escuelas de Arquitectura parece haberse planteado ni cuántas escuelas de arquitectura son necesarias ni cuantos arquitectos “que proyecten y dirijan edificios” necesita nuestra sociedad.

Holanda, con una superficie parecida a la de Cataluña, pero con 16.000.000 de habitantes sólo tiene dos escuelas de arquitectura; las de Delft y Eindhoven. Cataluña tiene siete escuelas. Ya se sabe que somos un país rico y las podemos mantener (por cierto, alguien tendría que valorar la calidad de las escuelas de arquitectura como se valoran las escuelas de negocios para que los alumnos supiesen la calidad de su enseñanza).

Así pues ¿Cuántos arquitectos “que proyecten y dirijan edificios” necesitamos en Cataluña?

Según datos de la Generalitat del año 2007 se necesitaban unas 30.000 viviendas/año para cubrir las necesidades de la población. Para que un arquitecto pudiese tener un sueldo bruto de 36.000 €/año tendría que realizar 10 viviendas como mínimo, por lo que con 3.000 arquitectos se cubriría esta necesidad. A ese número le tendríamos que añadir los arquitectos que trabajan para la Administración a través de concursos, que calcularemos en unos 1.000 más (en los buenos tiempos trabajaban para la Administración unos 350 equipos, en general formados por más de un arquitecto) y añadamos otros 1.000 para realizar otro tipo de obras que no son viviendas como hoteles, hospitales privados, fábricas, etc..

En resumen y siendo optimistas, con 5.000 arquitectos “que proyecten y dirijan edificios” se habría cubierto una demanda razonable.

Estos datos nos llevan a una primera conclusión: los arquitectos que quieran “proyectar y dirigir edificios” tendrán una competencia feroz y, para subsistir, tendrán que desarrollar modelos de empresa muy eficiente y competente. Una segunda conclusión es que los estudios que han decidido reducirse para aguantar el temporal pensando que después volverá a salir el sol están condenados a desaparecer si no toman medidas radicales.

Dos de cada tres empleos de la construcción han desaparecido y esto, a los arquitectos que trabajan en el mundo de la construcción, también les pasará.

Evidentemente necesitamos más arquitectos, desde arquitectos funcionarios (la importancia nunca suficientemente valorada del arquitecto municipal) a peritos, gestores de inmobiliarias o constructoras, especialistas en determinadas materias ,etc.

Todas las carreras que entendemos como tradicionales (abogados, ingenieros, médicos, farmacéuticos,…) también han pasado, en general unas décadas antes, una crisis de exceso de profesionales, y han sobrevivido. Los arquitectos no somos diferentes, y también saldremos de ésta como han salido ellos; ampliando el espectro de nuestra profesión.

Y podemos hacerlo proyectando, que es lo que sabemos hacer. Podemos proyectar barcos de recreo como hacen nuestros colegas franceses o podemos proyectar jardines (paisajistas). O podríamos realizar proyectos de mantenimiento de jardines, o proyectos de muebles o de diseño industrial (desde unas aceiteras hasta una moto, caben multitud de tipos de proyectos de diseño industrial). ¿Y por qué no podríamos diseñar un proyecto de empresa constructora o promotora? ¿O proyectar diseños de joyas o de viajes? ¿O promover proyectos de restauración de edificios, o colaborar con otros arquitectos realizando proyectos de instalaciones o de fachadas?

Es muy probable que para este tipo de proyectos se necesiten unos conocimientos de “marqueting” y de economía que puede que actualmente carezcamos, pero tenemos que pensar que cualquier industrial que hemos tenido en una obra sabe hacer presupuestos, sabe controlar que el presupuesto se cumpla y pueda ganar dinero y sabe venderse. Y estos conocimientos de “marqueting” y economía también los tendrá que aplicar el arquitecto que se dedique a proyectar edificios, pues sino desaparecerá.

Pero no sólo podemos salir de ésta haciendo proyectos; también podemos realizar magnífica gestión. Los arquitectos siempre hemos sido unos grandes gestores, ¿o es que desde que se encarga un proyecto hasta que se realiza el certificado final de obra no ha habido una gran gestión de todo tipo? Desde gestionar el permiso de obras hasta la actuación de la constructora o de los industriales para conseguir que nuestras ideas no se modifiquen.

Los arquitectos tenemos una base de conocimientos magnífica para enfrentarnos a todo tipo de proyectos, sean éstos de proyectos puros o de gestión de proyectos. Quizás nos falten nociones serias de “marqueting” y de economía de empresa pero somos capaces de proyectar o gestionar cualquier tipo de proyectos.

Hace un año una multinacional de parque de atracciones buscaba un arquitecto para el puesto de Director General de un parque. ¿Por qué la mayor parte de los cargos de una gran constructora son ingenieros? ¿Por qué no pueden ser arquitectos? ¿Que nos falta un curso de MBA como realizan esos ingenieros? Pues se hace, que no es tan difícil. En los cursos que esporádicamente he realizado en la Escola Sert siempre he dicho que cuando en las escuelas de MBA haya el mismo número de arquitectos que de ingenieros nuestra profesión empezará a adaptarse a los retos que reclama actualmente la sociedad.

Josep M. Gutiérrez
Secretario y tesorero de AxA

A los arquitectos no nos hace falta ningún artículo para conocer la situación de precariedad de nuestra profesión, pues lo vemos diariamente en la angustiosa situación que nos rodea. Cada día vemos cómo se reducen al mínimo los estudios, si no se cierran, y los compañeros organizan el estudio en su vivienda o cambian momentáneamente (según ellos) de profesión y se dedican a otros sectores no relacionados con la arquitectura que les puedan ofrecer un mínimo sustento económico.

Y mientras los 60.000 arquitectos colegiados no saben cómo ganarse la vida, los clientes privados han desaparecido y la Administración ha reducido a la mínima expresión los concursos. Por si no hubiese suficiente, las escuelas de arquitectura (¡31 escuelas en España!) aportan cada año más de 2.000 nuevos arquitectos (¡y 10.000 alumnos estudiando arquitectura!).

En Cataluña se consideraba en el año 2007 que había 10.000 arquitectos colegiados, 3.000 no colegiados y otros 3.000 de otros países, especialmente de la UE y Sudamérica.

Y todos ellos -quizás los más jóvenes no- piensan que cuando cambie la situación económica podrán realizar lo que a todos nos gusta y aprendimos en la escuela: proyectar y dirigir edificios.

Y ese pensamiento es un grave error pues la situación económica no será como hace unos años (en el 2007 se visaron 125.000 viviendas en Cataluña y sólo hacían falta 30.000) y no todos podremos proyectar.

Es curioso, pero nadie, ni la Administración, ni los Colegios de Arquitectos ni las Escuelas de Arquitectura parece haberse planteado ni cuántas escuelas de arquitectura son necesarias ni cuantos arquitectos “que proyecten y dirijan edificios” necesita nuestra sociedad.

Holanda, con una superficie parecida a la de Cataluña, pero con 16.000.000 de habitantes sólo tiene dos escuelas de arquitectura; las de Delft y Eindhoven. Cataluña tiene siete escuelas. Ya se sabe que somos un país rico y las podemos mantener (por cierto, alguien tendría que valorar la calidad de las escuelas de arquitectura como se valoran las escuelas de negocios para que los alumnos supiesen la calidad de su enseñanza).

Así pues ¿Cuántos arquitectos “que proyecten y dirijan edificios” necesitamos en Cataluña?

Según datos de la Generalitat del año 2007 se necesitaban unas 30.000 viviendas/año para cubrir las necesidades de la población. Para que un arquitecto pudiese tener un sueldo bruto de 36.000 €/año tendría que realizar 10 viviendas como mínimo, por lo que con 3.000 arquitectos se cubriría esta necesidad. A ese número le tendríamos que añadir los arquitectos que trabajan para la Administración a través de concursos, que calcularemos en unos 1.000 más (en los buenos tiempos trabajaban para la Administración unos 350 equipos, en general formados por más de un arquitecto) y añadamos otros 1.000 para realizar otro tipo de obras que no son viviendas como hoteles, hospitales privados, fábricas, etc..

En resumen y siendo optimistas, con 5.000 arquitectos “que proyecten y dirijan edificios” se habría cubierto una demanda razonable.

Estos datos nos llevan a una primera conclusión: los arquitectos que quieran “proyectar y dirigir edificios” tendrán una competencia feroz y, para subsistir, tendrán que desarrollar modelos de empresa muy eficiente y competente. Una segunda conclusión es que los estudios que han decidido reducirse para aguantar el temporal pensando que después volverá a salir el sol están condenados a desaparecer si no toman medidas radicales.

Dos de cada tres empleos de la construcción han desaparecido y esto, a los arquitectos que trabajan en el mundo de la construcción, también les pasará.

Evidentemente necesitamos más arquitectos, desde arquitectos funcionarios (la importancia nunca suficientemente valorada del arquitecto municipal) a peritos, gestores de inmobiliarias o constructoras, especialistas en determinadas materias ,etc.

Todas las carreras que entendemos como tradicionales (abogados, ingenieros, médicos, farmacéuticos,…) también han pasado, en general unas décadas antes, una crisis de exceso de profesionales, y han sobrevivido. Los arquitectos no somos diferentes, y también saldremos de ésta como han salido ellos; ampliando el espectro de nuestra profesión.

Y podemos hacerlo proyectando, que es lo que sabemos hacer. Podemos proyectar barcos de recreo como hacen nuestros colegas franceses o podemos proyectar jardines (paisajistas). O podríamos realizar proyectos de mantenimiento de jardines, o proyectos de muebles o de diseño industrial (desde unas aceiteras hasta una moto, caben multitud de tipos de proyectos de diseño industrial). ¿Y por qué no podríamos diseñar un proyecto de empresa constructora o promotora? ¿O proyectar diseños de joyas o de viajes? ¿O promover proyectos de restauración de edificios, o colaborar con otros arquitectos realizando proyectos de instalaciones o de fachadas?

Es muy probable que para este tipo de proyectos se necesiten unos conocimientos de “marqueting” y de economía que puede que actualmente carezcamos, pero tenemos que pensar que cualquier industrial que hemos tenido en una obra sabe hacer presupuestos, sabe controlar que el presupuesto se cumpla y pueda ganar dinero y sabe venderse. Y estos conocimientos de “marqueting” y economía también los tendrá que aplicar el arquitecto que se dedique a proyectar edificios, pues sino desaparecerá.

Pero no sólo podemos salir de ésta haciendo proyectos; también podemos realizar magnífica gestión. Los arquitectos siempre hemos sido unos grandes gestores, ¿o es que desde que se encarga un proyecto hasta que se realiza el certificado final de obra no ha habido una gran gestión de todo tipo? Desde gestionar el permiso de obras hasta la actuación de la constructora o de los industriales para conseguir que nuestras ideas no se modifiquen.

Los arquitectos tenemos una base de conocimientos magnífica para enfrentarnos a todo tipo de proyectos, sean éstos de proyectos puros o de gestión de proyectos. Quizás nos falten nociones serias de “marqueting” y de economía de empresa pero somos capaces de proyectar o gestionar cualquier tipo de proyectos.

Hace un año una multinacional de parque de atracciones buscaba un arquitecto para el puesto de Director General de un parque. ¿Por qué la mayor parte de los cargos de una gran constructora son ingenieros? ¿Por qué no pueden ser arquitectos? ¿Que nos falta un curso de MBA como realizan esos ingenieros? Pues se hace, que no es tan difícil. En los cursos que esporádicamente he realizado en la Escola Sert siempre he dicho que cuando en las escuelas de MBA haya el mismo número de arquitectos que de ingenieros nuestra profesión empezará a adaptarse a los retos que reclama actualmente la sociedad.

 

Josep M. Gutiérrez
Secretario y tesorero de AxA