Publicat el 30 de gener de 2014 a La Vanguardia
La casa Vicens, en Gràcia, se abrirá al público tras ser adquirida por MoraBancPublicado el 30 de enero de 2014 en La Vanguardia
La casa Vicens, en Gràcia, se abrirá al público tras ser adquirida por MoraBanc
Barcelona gana un nuevo Gaudí. La casa Vicens, en la calle de Carolines (Gràcia), se convertirá en una casa museo abierta al público, que se sumará a otros edificios emblemáticos como La Pedrera, la casa Batlló o el Palau Güell, auténticos centros de peregrinación a los que cada año acuden millones de turistas. El edificio, hasta ahora no visitable, puesto que se trata de una vivienda particular que ha ido pasando de padres a hijos desde que en 1899 fuera adquirida por Antonio Jover, abuelo de los actuales propietarios, ha sido comprada por MoraBanc con la voluntad de darle un nuevo uso público. Según han confirmado a este diario fuentes del gran banco andorrano, la operación está prácticamente cerrada y se trabaja ya en la selección de un operador con experiencia en el sector para la gestión de la futura casa-museo. “Nos interesa la marca Barcelona y recuperar un edificio emblemático de la ciudad. Nos hace mucha ilusión poder ofrecer a Barcelona la oportunidad de visitar este edificio que será una oferta cultural y turística de primer orden”, resume a La Vanguardia Iván Comerma, de Amura Capital, la sociedad de inversión de MoraBanc, a través de la cual se está realizando la operación, cuyo montante no ha trascendido hasta el momento.
La casa Vicens es propiedad de la familia Herreros Jover y estaba en venta al menos desde el 2007, cuando una inmobiliaria británica puso anuncios en diarios como The Wall Street Journal, Daily Telegraph o The Independent en los que se ofertaba el inmueble a grupos de inversores por 35 millones de euros. Ayer todavía se podía encontrar en internet la página web que la inmobiliaria Atadicion, con sede en Castell d’Aro, dedica de forma monográfica a la venta de casa Vicens, “una obra maestra de renombre mundial, una oportunidad única de poseer una propiedad diseñada por el gran Antoni Gaudí”. se puede leer en inglés, ruso, árabe, japonés y chino. Ni una palabra en castellano o en catalán.
La casa Vicens, una joya modernista declarada Monumento Histórico-Artístico de Interés Nacional y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, no tiene aún fecha de apertura. MoraBanc es también el primer grupo inversor que mostró interés en formar parte del proyecto de una franquicia del museo Hermitage en Barcelona, lo que hace pensar que la casa Vicens podría ser el espacio emblemático elegido por el museo ruso para realizar la anunciada presentación de sus fondos previa a la inauguración de su sede en el puerto de Barcelona. Desde el banco andorrano argumentan que si bien es cierto que de momento no se contempla la posibilidad de programar exposiciones, tampoco descartan que pueda hacerse en el futuro. Esa respuesta, de momento, tendrá que esperar.
La casa Vicens fue el primer encargo importante de un joven Antoni Gaudí i Cornet (1852-1926). Le llegó en 1883, sólo cinco años después de que concluyera sus estudios en la Escuela Provincial de Arquitectura de Barcelona (donde por cierto no destacó especialmente en sus notas). Se trataba de proyectar una villa de veraneo en las afueras de la ciudad, en la calle Carolines de Gràcia, para un cliente singular, el fabricante de baldosas Manuel Vicens i Montaner. Ese mismo año, 1883, recibe el encargo de la casa El Capricho en Comillas y empieza a trabajar en el templo expiatorio de la Sagrada Família, un proyecto que se prolongará durante más de cuarenta años. El de la calle Carolines también le llevó su tiempo. Lo culminó en 1888 e incluía una casa y un jardín. En este último, que rodeaba el edificio, había una cascada y un estanque, pero se perdieron con la venta de una gran parte del terreno. La casa está recubierta de ladrillo y cerámica vidriada en la que aparecen influencias medievales y árabes. Abundan las líneas y los ángulos rectos, tan escasos en la obra posterior del arquitecto, pero es una construcción muy imaginativa y con gran preocupación por los elementos ornamentales. En 1899 la viuda de Manuel Vicens vendió la casa a la familia Jover, que la ha conservado hasta ahora con mimo exquisito.
El nombre de Gaudí es un imán para el turismo, que acude en masa a Barcelona fascinado por unas obras en torno a las cuales cada día florecen más y más negocios, más y más lucrativos. Barcelona es hoy conocida en el mundo como la ciudad de Gaudí y el modernismo. Indesmayables, monumentos como la Sagrada Família (3.233.526 visitantes en el año 2012), la Pedrera (861.583), la casa Batlló (780.466), el Palau Güell (254.609) o el Park Güell (más de ocho millones al año), son iconos que entrados en el siglo XXI ejercen su poder de atracción sobre centenares de miles de turistas hasta el punto de que el legado gaudiniano, durante tanto tiempo denostado, se convertido en un poderoso motor económico para la ciudad. El pasado noviembre los once propietarios de edificios del arquitecto firmaron la Declaración de Mataró para proteger y difundir su obra.
Barcelona gana un nuevo Gaudí. La casa Vicens, en la calle de Carolines (Gràcia), se convertirá en una casa museo abierta al público, que se sumará a otros edificios emblemáticos como La Pedrera, la casa Batlló o el Palau Güell, auténticos centros de peregrinación a los que cada año acuden millones de turistas. El edificio, hasta ahora no visitable, puesto que se trata de una vivienda particular que ha ido pasando de padres a hijos desde que en 1899 fuera adquirida por Antonio Jover, abuelo de los actuales propietarios, ha sido comprada por MoraBanc con la voluntad de darle un nuevo uso público. Según han confirmado a este diario fuentes del gran banco andorrano, la operación está prácticamente cerrada y se trabaja ya en la selección de un operador con experiencia en el sector para la gestión de la futura casa-museo. “Nos interesa la marca Barcelona y recuperar un edificio emblemático de la ciudad. Nos hace mucha ilusión poder ofrecer a Barcelona la oportunidad de visitar este edificio que será una oferta cultural y turística de primer orden”, resume a La Vanguardia Iván Comerma, de Amura Capital, la sociedad de inversión de MoraBanc, a través de la cual se está realizando la operación, cuyo montante no ha trascendido hasta el momento.
La casa Vicens es propiedad de la familia Herreros Jover y estaba en venta al menos desde el 2007, cuando una inmobiliaria británica puso anuncios en diarios como The Wall Street Journal, Daily Telegraph o The Independent en los que se ofertaba el inmueble a grupos de inversores por 35 millones de euros. Ayer todavía se podía encontrar en internet la página web que la inmobiliaria Atadicion, con sede en Castell d’Aro, dedica de forma monográfica a la venta de casa Vicens, “una obra maestra de renombre mundial, una oportunidad única de poseer una propiedad diseñada por el gran Antoni Gaudí”. se puede leer en inglés, ruso, árabe, japonés y chino. Ni una palabra en castellano o en catalán.
La casa Vicens, una joya modernista declarada Monumento Histórico-Artístico de Interés Nacional y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, no tiene aún fecha de apertura. MoraBanc es también el primer grupo inversor que mostró interés en formar parte del proyecto de una franquicia del museo Hermitage en Barcelona, lo que hace pensar que la casa Vicens podría ser el espacio emblemático elegido por el museo ruso para realizar la anunciada presentación de sus fondos previa a la inauguración de su sede en el puerto de Barcelona. Desde el banco andorrano argumentan que si bien es cierto que de momento no se contempla la posibilidad de programar exposiciones, tampoco descartan que pueda hacerse en el futuro. Esa respuesta, de momento, tendrá que esperar.
La casa Vicens fue el primer encargo importante de un joven Antoni Gaudí i Cornet (1852-1926). Le llegó en 1883, sólo cinco años después de que concluyera sus estudios en la Escuela Provincial de Arquitectura de Barcelona (donde por cierto no destacó especialmente en sus notas). Se trataba de proyectar una villa de veraneo en las afueras de la ciudad, en la calle Carolines de Gràcia, para un cliente singular, el fabricante de baldosas Manuel Vicens i Montaner. Ese mismo año, 1883, recibe el encargo de la casa El Capricho en Comillas y empieza a trabajar en el templo expiatorio de la Sagrada Família, un proyecto que se prolongará durante más de cuarenta años. El de la calle Carolines también le llevó su tiempo. Lo culminó en 1888 e incluía una casa y un jardín. En este último, que rodeaba el edificio, había una cascada y un estanque, pero se perdieron con la venta de una gran parte del terreno. La casa está recubierta de ladrillo y cerámica vidriada en la que aparecen influencias medievales y árabes. Abundan las líneas y los ángulos rectos, tan escasos en la obra posterior del arquitecto, pero es una construcción muy imaginativa y con gran preocupación por los elementos ornamentales. En 1899 la viuda de Manuel Vicens vendió la casa a la familia Jover, que la ha conservado hasta ahora con mimo exquisito.
El nombre de Gaudí es un imán para el turismo, que acude en masa a Barcelona fascinado por unas obras en torno a las cuales cada día florecen más y más negocios, más y más lucrativos. Barcelona es hoy conocida en el mundo como la ciudad de Gaudí y el modernismo. Indesmayables, monumentos como la Sagrada Família (3.233.526 visitantes en el año 2012), la Pedrera (861.583), la casa Batlló (780.466), el Palau Güell (254.609) o el Park Güell (más de ocho millones al año), son iconos que entrados en el siglo XXI ejercen su poder de atracción sobre centenares de miles de turistas hasta el punto de que el legado gaudiniano, durante tanto tiempo denostado, se convertido en un poderoso motor económico para la ciudad. El pasado noviembre los once propietarios de edificios del arquitecto firmaron la Declaración de Mataró para proteger y difundir su obra.