Biblioteca provincial: Dos siglos de espera | Ramón Suñé + Silvia Angulo

Biblioteca provincial: Dos siglos de espera | Ramón Suñé + Silvia Angulo

Publicat el 02 de Desembre a La Vanguardia – VIVIR

Oficialmente, nadie da por muerto el proyecto; en la práctica, nadie lo ve viable a medio plazo | El Ayuntamiento de Barcelona no se plantea otra posible ubicación que la estación de FrançaPublicado el 02 de Diciembre a La Vanguardia – VIVIR

Oficialmente, nadie da por muerto el proyecto; en la práctica, nadie lo ve viable a medio plazo | El Ayuntamiento de Barcelona no se plantea otra posible ubicación que la estación de França

Con el centro cultural del Born a pleno rendimiento y los planes para la reordenación del zoo y el parque de la Ciutadella ya definidos, ¿qué fue de la biblioteca provincial de Barcelona que debía construirse junto a la estación de França? El proyecto para dotar a la capital catalana de un gran equipamiento con participación de las tres administraciones (el Ayuntamiento cede el terreno, el Ministerio de Cultura financia la construcción y la Generalitat se hace cargo de la gestión) y la ubicación elegida en su día siguen en pie, aseguran todas las instituciones implicadas en él. Pero la realidad, este caso más tozuda que nunca, dice que este proyecto, esbozado en el 2006, cuando ya hacía cuatro años que se había descartado la reconversión en biblioteca del viejo mercado de abastos de Barcelona, continúa bloqueado, esperando sin ninguna convicción, y sin que se atisbe una mínima voluntad política de desencallarlo, que alguien lo rescate del limbo administrativo.

Resultaría difícil señalar un solo proyecto de obra pública sobre el que pese una maldición como la que arrastra la biblioteca provincial de Barcelona. En una gran retrospectiva, la historia de esta desventura arrancaría tras la promulgación de las Cortes de Cádiz de1 1812. La inspiración liberal de la época llevó a la aprobación del Plan General de Bibliotecas, del que este año se cumple el segundo centenario. Dicho plan establecía ya la creación de una biblioteca pública en cada una de las divisiones territoriales de España que, un par de décadas después, se concretarían en la delimitación de las actuales provincias.

En el caso de Barcelona hubo que esperar hasta 1989 para que el conseller de Cultura, Joan Guitart, y el ministro Jorge Semprún firmaran el primer acuerdo. A este compromiso le seguiría en 1996 un convenio -suscrito por el alcalde Joan Clos, el conseller Joan Maria Pujals y la ministra Esperanza Aguirre- para construir la biblioteca en el Born, y una posterior revisión del pacto (con nuevos conseller y ministra, Jordi Vilajoana y Pilar del Castillo, respectivamente). Fue en el 2002, el mismo año en que la aparición de los restos del 1714 paralizó totalmente la obra. A partir de ahí, cambio de planes: en el 2006 se acuerda construir el equipamiento cultural en terrenos de la estación de França (el antiguo edificio de la UPF y el parking de la estación). No es hasta finales del 2010 cuando se presenta el proyecto arquitectónico de una instalación de cerca de 20.000 m<MD+>2 construidos y un coste aproximado de 40 millones de euros. Desde entonces, nada noticiable.

A menudo se ha dicho que Barcelona es la única provincia que, 200 años después de aquellos planes liberales, no ha visto saldada la deuda. No es del todo cierto. Tampoco Bizkaia, Gipuzkoa ni Navarra disponen de bibliotecas de estas características. En eso vascos, navarros y catalanes se parecen. En el sistema de financiación, es evidente que no.

¿Se hará algún día la biblioteca? Nadie se atreve a responder ni con un sí ni con un no a esta pregunta. El concejal de Cultura, Jaume Ciurana, no ve impedimentos más allá -que no es poco- de las disponibilidades financieras y la voluntad política del Gobierno central. El pasado viernes, a preguntas del concejal de ERC Jordi Portabella, aseguró en el pleno municipal que el Ayuntamiento mantiene la exigencia de que el Estado cumpla el compromiso adquirido en el 2006. Hay proyecto ejecutivo, hay licencia de derribo de edificios afectados -una licencia que, a este paso, pronto caducará-, pero en los últimos años se ha suprimido toda partida presupuestaria. Inversión cero en el 2013 y ni rastro en el proyecto de presupuestos generales del Estado para el 2014.

Jaume Ciurana apunta a La Vanguardia que la comisión de seguimiento no se ha reunido ni una sola vez. Sin embargo, tanto el alcalde Xavier Trias como él mismo han incluido siempre la biblioteca provincial o central urbana -denominación preferida por los partidos nacionalistas catalanes- en la relación de asuntos pendientes que negociar con el ministro, José Ignacio Wert, y el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle.

El concejal precisa que, hoy por hoy, el Ayuntamiento no prevé otra posible ubicación que la de los terrenos contiguos a la estación, a pesar de que el alcalde Trias era partidario de emplazamientos más “céntricos” y llegó a pedir la cesión por parte del Estado del edificio del Banco de España de la plaza Catalunya. Según Ciurana, el Gobierno utiliza el propósito del Ayuntamiento de construir un parking subterráneo en los terrenos reservados a la biblioteca como excusa para la inacción. El sobrecoste que representaría no debería ser obstáculo, apunta el concejal, ya que el Consistorio se haría cargo de él.

Los responsables del proyecto, una unión temporal de empresas (UTE) formada por dos estudios de arquitectura (Nitidus Arquitectes y Serveis d’Arquitectura Betarq), ganadores de un concurso que se falló en el 2010, explican que el año pasado entregaron al ministerio el proyecto ejecutivo y se solicitó al Ayuntamiento la licencia de derribo de la denominada ala de Correos, actuación necesaria para poder iniciar los trabajos. Josep Maria Miró, responsable del equipo, señala que los permisos para demoler esta pieza están concedidos, pero el Ministerio de Cultura no ha pagado las tasas de un millón de euros para que puedan ejecutarse estos trabajos. Señala, asimismo, que a pesar de que saben que en los próximos presupuestos no hay dinero para el equipamiento, el ministerio les ha reiterado siempre la voluntad de construirlo.

La biblioteca se situaría en paralelo a la estación de França, delante del corredor verde que va desde el Arc de Triomf hasta la playa de la Barceloneta. Se trata de un edificio con una estructura clara y nítida, con unos volúmenes limpios que puedan trascender la geometría irregular del solar. Un inmueble austero en las formas, diáfano en su interior y bañado por la luz del sol.

La cuestión del parking fue una de las que esgrimió el secretario de Estado de Cultura para justificar los nuevos retrasos en la construcción. Fue en abril de este año, durante una comisión de la Cámara Alta en la que, a instancias del senador socialista y exconcejal de Cultura, Carles Martí, se habló por última vez de este asunto. De hecho, el ministerio ha remitido a La Vanguardia lo dicho por José María Lassalle en aquella sesión para responder al interés de este diario por el presente y el futuro del equipamiento. El secretario de Estado señaló que la introducción de la variable parking obligaba a “un replanteamiento total del proyecto”, un plan, añadió, “que cuenta con el compromiso del ministerio”, avalado por 600.000 euros aportados en los presupuestos del 2012.

Pero más allá del parking, el problema es de financiación. Si la biblioteca no se construyó en épocas de alegrías presupuestarias nada hace pensar que, en tiempos de recortes salvajes -basta ver las partidas destinadas a las instituciones culturales catalanas en los últimos años y a la previsión para el 2014- vaya a priorizarse esta obra. Al menos hay que reconocer que el secretario de Estado ha sido prudente al no prometer lo que no puede cumplir y al evitar el ridículo de fijar un nuevo calendario. “El ministerio -dijo en abril- no ha abordado nunca un proyecto bibliotecario tan ambicioso y, a priori, parecería todavía menos factible en un contexto de restricción presupuestaria como el actual”.

Doscientos años de espera… y algunos más.

Con el centro cultural del Born a pleno rendimiento y los planes para la reordenación del zoo y el parque de la Ciutadella ya definidos, ¿qué fue de la biblioteca provincial de Barcelona que debía construirse junto a la estación de França? El proyecto para dotar a la capital catalana de un gran equipamiento con participación de las tres administraciones (el Ayuntamiento cede el terreno, el Ministerio de Cultura financia la construcción y la Generalitat se hace cargo de la gestión) y la ubicación elegida en su día siguen en pie, aseguran todas las instituciones implicadas en él. Pero la realidad, este caso más tozuda que nunca, dice que este proyecto, esbozado en el 2006, cuando ya hacía cuatro años que se había descartado la reconversión en biblioteca del viejo mercado de abastos de Barcelona, continúa bloqueado, esperando sin ninguna convicción, y sin que se atisbe una mínima voluntad política de desencallarlo, que alguien lo rescate del limbo administrativo.

Resultaría difícil señalar un solo proyecto de obra pública sobre el que pese una maldición como la que arrastra la biblioteca provincial de Barcelona. En una gran retrospectiva, la historia de esta desventura arrancaría tras la promulgación de las Cortes de Cádiz de1 1812. La inspiración liberal de la época llevó a la aprobación del Plan General de Bibliotecas, del que este año se cumple el segundo centenario. Dicho plan establecía ya la creación de una biblioteca pública en cada una de las divisiones territoriales de España que, un par de décadas después, se concretarían en la delimitación de las actuales provincias.

En el caso de Barcelona hubo que esperar hasta 1989 para que el conseller de Cultura, Joan Guitart, y el ministro Jorge Semprún firmaran el primer acuerdo. A este compromiso le seguiría en 1996 un convenio -suscrito por el alcalde Joan Clos, el conseller Joan Maria Pujals y la ministra Esperanza Aguirre- para construir la biblioteca en el Born, y una posterior revisión del pacto (con nuevos conseller y ministra, Jordi Vilajoana y Pilar del Castillo, respectivamente). Fue en el 2002, el mismo año en que la aparición de los restos del 1714 paralizó totalmente la obra. A partir de ahí, cambio de planes: en el 2006 se acuerda construir el equipamiento cultural en terrenos de la estación de França (el antiguo edificio de la UPF y el parking de la estación). No es hasta finales del 2010 cuando se presenta el proyecto arquitectónico de una instalación de cerca de 20.000 m2 construidos y un coste aproximado de 40 millones de euros. Desde entonces, nada noticiable.

A menudo se ha dicho que Barcelona es la única provincia que, 200 años después de aquellos planes liberales, no ha visto saldada la deuda. No es del todo cierto. Tampoco Bizkaia, Gipuzkoa ni Navarra disponen de bibliotecas de estas características. En eso vascos, navarros y catalanes se parecen. En el sistema de financiación, es evidente que no.

¿Se hará algún día la biblioteca? Nadie se atreve a responder ni con un sí ni con un no a esta pregunta. El concejal de Cultura, Jaume Ciurana, no ve impedimentos más allá -que no es poco- de las disponibilidades financieras y la voluntad política del Gobierno central. El pasado viernes, a preguntas del concejal de ERC Jordi Portabella, aseguró en el pleno municipal que el Ayuntamiento mantiene la exigencia de que el Estado cumpla el compromiso adquirido en el 2006. Hay proyecto ejecutivo, hay licencia de derribo de edificios afectados -una licencia que, a este paso, pronto caducará-, pero en los últimos años se ha suprimido toda partida presupuestaria. Inversión cero en el 2013 y ni rastro en el proyecto de presupuestos generales del Estado para el 2014.

Jaume Ciurana apunta a La Vanguardia que la comisión de seguimiento no se ha reunido ni una sola vez. Sin embargo, tanto el alcalde Xavier Trias como él mismo han incluido siempre la biblioteca provincial o central urbana -denominación preferida por los partidos nacionalistas catalanes- en la relación de asuntos pendientes que negociar con el ministro, José Ignacio Wert, y el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle.

El concejal precisa que, hoy por hoy, el Ayuntamiento no prevé otra posible ubicación que la de los terrenos contiguos a la estación, a pesar de que el alcalde Trias era partidario de emplazamientos más “céntricos” y llegó a pedir la cesión por parte del Estado del edificio del Banco de España de la plaza Catalunya. Según Ciurana, el Gobierno utiliza el propósito del Ayuntamiento de construir un parking subterráneo en los terrenos reservados a la biblioteca como excusa para la inacción. El sobrecoste que representaría no debería ser obstáculo, apunta el concejal, ya que el Consistorio se haría cargo de él.

Los responsables del proyecto, una unión temporal de empresas (UTE) formada por dos estudios de arquitectura (Nitidus Arquitectes y Serveis d’Arquitectura Betarq), ganadores de un concurso que se falló en el 2010, explican que el año pasado entregaron al ministerio el proyecto ejecutivo y se solicitó al Ayuntamiento la licencia de derribo de la denominada ala de Correos, actuación necesaria para poder iniciar los trabajos. Josep Maria Miró, responsable del equipo, señala que los permisos para demoler esta pieza están concedidos, pero el Ministerio de Cultura no ha pagado las tasas de un millón de euros para que puedan ejecutarse estos trabajos. Señala, asimismo, que a pesar de que saben que en los próximos presupuestos no hay dinero para el equipamiento, el ministerio les ha reiterado siempre la voluntad de construirlo.

La biblioteca se situaría en paralelo a la estación de França, delante del corredor verde que va desde el Arc de Triomf hasta la playa de la Barceloneta. Se trata de un edificio con una estructura clara y nítida, con unos volúmenes limpios que puedan trascender la geometría irregular del solar. Un inmueble austero en las formas, diáfano en su interior y bañado por la luz del sol.

La cuestión del parking fue una de las que esgrimió el secretario de Estado de Cultura para justificar los nuevos retrasos en la construcción. Fue en abril de este año, durante una comisión de la Cámara Alta en la que, a instancias del senador socialista y exconcejal de Cultura, Carles Martí, se habló por última vez de este asunto. De hecho, el ministerio ha remitido a La Vanguardia lo dicho por José María Lassalle en aquella sesión para responder al interés de este diario por el presente y el futuro del equipamiento. El secretario de Estado señaló que la introducción de la variable parking obligaba a “un replanteamiento total del proyecto”, un plan, añadió, “que cuenta con el compromiso del ministerio”, avalado por 600.000 euros aportados en los presupuestos del 2012.

Pero más allá del parking, el problema es de financiación. Si la biblioteca no se construyó en épocas de alegrías presupuestarias nada hace pensar que, en tiempos de recortes salvajes -basta ver las partidas destinadas a las instituciones culturales catalanas en los últimos años y a la previsión para el 2014- vaya a priorizarse esta obra. Al menos hay que reconocer que el secretario de Estado ha sido prudente al no prometer lo que no puede cumplir y al evitar el ridículo de fijar un nuevo calendario. “El ministerio -dijo en abril- no ha abordado nunca un proyecto bibliotecario tan ambicioso y, a priori, parecería todavía menos factible en un contexto de restricción presupuestaria como el actual”.

Doscientos años de espera… y algunos más.