Se trata de dotar a los barrios de capacidad para adaptarse a los cambios y crisis globales
Publicado en La Vanguardia el 30 de septiembre de 2025 | Xavi Casinos | Foto: Complejos de oficinas en el 22@ de Poblenou en Barcelona Àlex Garcia / Propias
El urbanista de la Sorbona Carlos Moreno estuvo hace unos días en Barcelona para participar en unas jornadas sobre movilidad metropolitana. Siempre es estimulante escuchar al padre del concepto urbano de la ciudad de los 15 minutos, pero en esta conferencia organizada por la Diputación de Barcelona estuvo especialmente brillante. Desplegó su conocida teoría de que las ciudades deben ser policéntricas, que cada ciudadano pueda disfrutar dentro de un radio de un cuarto de hora caminando o en bicicleta de todo aquello necesario en su vida cotidiana: domicilio, trabajo, escuela, centro médico, mercado, parque… El objetivo, reducir el uso del coche y la contaminación que genera para combatir la emergencia climática.
Esta vez, en su discurso, Moreno incluyó un concepto que, aunque no es nuevo en su trabajo, sí generó interés entre los asistentes. Es lo que el urbanista llama proxiliencia . Se trata de la combinación entre proximidad y resiliencia, que busca fortalecer los vínculos locales para dotar a los barrios de capacidad para adaptarse a los cambios y crisis globales a las que se enfrentan las ciudades.
La proxiliencia cobró cuerpo tras comprobar durante la covid el valor que tenían, en el largo confinamiento, los servicios de proximidad y la movilidad peatonal para poder acceder a los suministros alimentarios y a las cadenas vecinales de solidaridad. Este marco, según Moreno y otros urbanistas, fortalece la economía local y la producción de kilómetro cero. Por tanto, reduce la dependencia de cadenas lejanas y protege entornos más sostenibles al reducir también las huellas de carbono de las distintas actividades.
Todo lo anterior va estrechamente ligado y refuerza la ciudad de los 15 minutos y significa un cambio profundo de paradigma. Las ciudades deben, dicen los defensores de este modelo, diseñarse desde la cercanía, pero con vocación multinivel, sin renunciar a una gobernanza municipal central y metropolitana, pero siempre con el policentrismo urbano como modelo proxiliente .
La proxiliencia no solo debe ser un instrumento para combatir las crisis sanitarias o climática. También puede aplicarse a otras crisis globales como la de la vivienda. En un momento en que se impone la promoción residencial social y asequible para hacer frente a los precios desorbitados del alquiler y a las dificultades para acceder a la propiedad, sería un error hacerlo de nuevo como en los 60 y 70 del pasado siglo, consolidando polígonos segregados sin servicios y alejados de las zonas de centralidad. Por el contrario, hay que buscar suelo y erigir vivienda asequible en los policentros ya consolidados.
La diversidad de usos y residentes es la fortaleza de las centralidades urbanas. Barcelona, desde la democracia, ha orientado su urbanismo en la consolidación de multicentros y áreas de nueva centralidad. Es el camino, que vale también para construir la región metropolitana.








