Eficiencia y desprestigio. Por treinta monedas | Ignacio Paricio (AxA)

Eficiencia y desprestigio. Por treinta monedas | Ignacio Paricio (AxA)

El certificado de eficiencia energética se está convirtiendo en un trámite absurdo que desprestigia a todos profesionales del sector. El certificado de eficiencia energética se está convirtiendo en un trámite absurdo que desprestigia a todos profesionales del sector. Obligados a obtenerlo para cualquier gestión de venta o alquiler, los agentes de fincas gestionan  una certificación que en algunos casos se obtiene, ilegalmente, por teléfono. En una lucha por bajar los precios, los “profesionales” competidores ya están por debajo de los 100€. Me hablan de casos en las que la cifra ha bajado a treinta euros. Una cifra altísima, puesto que la utilidad del certificado es nula. Al parecer se suele adjudicar la calificación mas baja para no tener problemas. Los propietarios pagan esa cantidad como una tasa más, un trámite a satisfacer para alquilar o vender su vivienda.

La certificación energética nació con dos objetivos: orientar al propietario sobre las posibilidades de ahorro energético que su vivienda ofrece y conformar un mapa del patrimonio edificado desde el punto de vista de la energía y orientada hacia la rehabilitación. Ninguno de los dos objetivos se satisface. El análisis es inexistente y el procedimiento de compilación de datos es imposible y sería inútil.

En estos años de tribulación para los profesionales de la arquitectura el desprestigio que supone que nuestra profesión esté implicada en ese expolio inútil es muy grave. Que nadie piense que a él no le afecta, aunque no sepa ni de qué trata el documento. Arquitectos somos todos y si la profesión no se declara explícita y radicalmente en contra de esa perversión del procedimiento la condena será para todos nosotros. He solicitado al colegio alguna actuación en este sentido pero no parece probable su intervención.

Los aspectos energéticos son tan importantes como cualquier otra de las variables que el arquitecto debe tener en cuenta para hacer buena arquitectura. Sin duda hoy constituyen uno de los componentes críticos de nuestra aportación a la sociedad. Nada nos debe ser ajeno en este ámbito.

Por todo ello pido a AxA que denuncie la perversión del certificado, exija a la administración y al colegio su control de calidad y solicite a sus miembros, amigos y arquitectos próximos que difundan esta postura de rechazo entre todos nosotros. Aunque la administración es la responsable única de esta situación los perjudicados seremos todos. No se trata de renunciar a un ámbito de trabajo, hoy que tenemos tan pocos, se trata de hacer ese trabajo dignamente. Eso está en nuestras manos y en las del colegio que los visa. Una sociedad que ama la arquitectura, como evidencian las 50.000 visitas al último Open House, puede terminar despreciando a todos los arquitectos porque permiten que algunos vendan su dignidad profesional por treinta monedas.Obligados a obtenerlo para cualquier gestión de venta o alquiler, los agentes de fincas gestionan  una certificación que en algunos casos se obtiene, ilegalmente, por teléfono. En una lucha por bajar los precios, los “profesionales” competidores ya están por debajo de los 100€. Me hablan de casos en las que la cifra ha bajado a treinta euros. Una cifra altísima, puesto que la utilidad del certificado es nula. Al parecer se suele adjudicar la calificación mas baja para no tener problemas. Los propietarios pagan esa cantidad como una tasa más, un trámite a satisfacer para alquilar o vender su vivienda.

La certificación energética nació con dos objetivos: orientar al propietario sobre las posibilidades de ahorro energético que su vivienda ofrece y conformar un mapa del patrimonio edificado desde el punto de vista de la energía y orientada hacia la rehabilitación. Ninguno de los dos objetivos se satisface. El análisis es inexistente y el procedimiento de compilación de datos es imposible y sería inútil.

En estos años de tribulación para los profesionales de la arquitectura el desprestigio que supone que nuestra profesión esté implicada en ese expolio inútil es muy grave. Que nadie piense que a él no le afecta, aunque no sepa ni de qué trata el documento. Arquitectos somos todos y si la profesión no se declara explícita y radicalmente en contra de esa perversión del procedimiento la condena será para todos nosotros. He solicitado al colegio alguna actuación en este sentido pero no parece probable su intervención.

Los aspectos energéticos son tan importantes como cualquier otra de las variables que el arquitecto debe tener en cuenta para hacer buena arquitectura. Sin duda hoy constituyen uno de los componentes críticos de nuestra aportación a la sociedad. Nada nos debe ser ajeno en este ámbito.

Por todo ello pido a AxA que denuncie la perversión del certificado, exija a la administración y al colegio su control de calidad y solicite a sus miembros, amigos y arquitectos próximos que difundan esta postura de rechazo entre todos nosotros. Aunque la administración es la responsable única de esta situación los perjudicados seremos todos. No se trata de renunciar a un ámbito de trabajo, hoy que tenemos tan pocos, se trata de hacer ese trabajo dignamente. Eso está en nuestras manos y en las del colegio que los visa. Una sociedad que ama la arquitectura, como evidencian las 50.000 visitas al último Open House, puede terminar despreciando a todos los arquitectos porque permiten que algunos vendan su dignidad profesional por treinta monedas.