Los proyectos arquitectónicos del nuevo World Trade Center están llenos de estrellas y millones de dólaresLos proyectos arquitectónicos del nuevo World Trade Center están llenos de estrellas y millones de dólares
Publicado el sábado, 6 de septiembre de 2014 en el ABC
En un solar equivalente a apenas doce manzanas de Nueva York, la elite de los estudios de arquitectura de todo el mundo se ha peleado por poner su firma a alguno de los edificios. En algunos casos, como Gehry, la historia no ha acabado bien. Otros han estado marcados por los retrasos y los problemas de financiación. El martes, el responsable de urbanismo de la ciudad de Nueva York y el arquitecto Daniel Libeskind, que ganó el concurso internacional para diseñar el Plan General del World Trade Center, informarán de los últimos avances en el proyecto.
Apenas ninguno de los edificios del plan ha esquivado la polémica. Libeskind vio cómo la guinda de su proyecto, una espectacular torre rematada en punta que entusiasmó a los neoyorquinos, perdió el favor de las autoridades y de los promotores inmobiliarios. El edificio pasó a manos de David Childs, que ejecutó el rascacielos más alto de EE.UU. -está casi acabado-, pero con un corte más conservador.
El proyecto, en suspenso
Peor suerte ha tenido Norman Foster. Al británico se le adjudicó la torre 2 e ideó un impresionante edificio acabado en una punta con forma de diamante. Los problemas de financiación y para encontrar empresas dispuestas a ocuparlo han dejado el proyecto en suspensión. Sólo se han podido ejecutar los cimientos y Larry Silverstein, el magnate inmobiliario que controla el World Trade Center, se ha limitado a decir que los trabajos se reanudarán cuando mejoren las condiciones económicas.
A Richard Rogers, otro arquitecto británico, le ha sonreído la suerte. Las obras en 3 World Trade Center, el rascacielos ideado justo al sur del de su compatriota Foster, estuvieron estancadas durante años. Los turistas que acudían a comprar al centro comercial Century 21 no veían avances en la media docena de pisos levantados, correspondientes al podio y el hall del rascacielos para oficinas. Un acuerdo de financiación con la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey -dueña de los terrenos- y el compromiso del gigante de la publicidad GroupM para instalar allí sus oficinas ha hecho despegar el proyecto. Se espera que se termine en 2016.
El primero de los grandes edificios en inaugurarse, en noviembre del año pasado, fue el 4 World Trade Center del japonés Fumihiko Maki. El Pritzker diseñó un edificio que destaca por su aspecto de espejo metálico y por su eficiencia energética. Ha sido recibido con premios de arquitectura y, de momento, ha escapado a la polémica. Algo que no ha pasado con el intercambiador de Santiago Calatrava, cuyo sobreprecio -se ha disparado hasta cerca de 3.700 millones- y los retrasos en la construcción han irritado a los neoyorquinos; ni con uno de los elementos más sensibles del World Trade Center: el Museo del 11-S. Los familiares de las víctimas se han quejado de la banalización y de la comercialización de la tragedia de las Torres Gemelas.
Foto portada extraida de abc.es | IGNACIO GIL | A Norman Foster se le adjudicó la torre 2. Los problemas han dejado su proyecto en suspensión
Publicado el sábado, 6 de septiembre de 2014 en el ABC
En un solar equivalente a apenas doce manzanas de Nueva York, la elite de los estudios de arquitectura de todo el mundo se ha peleado por poner su firma a alguno de los edificios. En algunos casos, como Gehry, la historia no ha acabado bien. Otros han estado marcados por los retrasos y los problemas de financiación. El martes, el responsable de urbanismo de la ciudad de Nueva York y el arquitecto Daniel Libeskind, que ganó el concurso internacional para diseñar el Plan General del World Trade Center, informarán de los últimos avances en el proyecto.
Apenas ninguno de los edificios del plan ha esquivado la polémica. Libeskind vio cómo la guinda de su proyecto, una espectacular torre rematada en punta que entusiasmó a los neoyorquinos, perdió el favor de las autoridades y de los promotores inmobiliarios. El edificio pasó a manos de David Childs, que ejecutó el rascacielos más alto de EE.UU. -está casi acabado-, pero con un corte más conservador.
El proyecto, en suspenso
Peor suerte ha tenido Norman Foster. Al británico se le adjudicó la torre 2 e ideó un impresionante edificio acabado en una punta con forma de diamante. Los problemas de financiación y para encontrar empresas dispuestas a ocuparlo han dejado el proyecto en suspensión. Sólo se han podido ejecutar los cimientos y Larry Silverstein, el magnate inmobiliario que controla el World Trade Center, se ha limitado a decir que los trabajos se reanudarán cuando mejoren las condiciones económicas.
A Richard Rogers, otro arquitecto británico, le ha sonreído la suerte. Las obras en 3 World Trade Center, el rascacielos ideado justo al sur del de su compatriota Foster, estuvieron estancadas durante años. Los turistas que acudían a comprar al centro comercial Century 21 no veían avances en la media docena de pisos levantados, correspondientes al podio y el hall del rascacielos para oficinas. Un acuerdo de financiación con la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey -dueña de los terrenos- y el compromiso del gigante de la publicidad GroupM para instalar allí sus oficinas ha hecho despegar el proyecto. Se espera que se termine en 2016.
El primero de los grandes edificios en inaugurarse, en noviembre del año pasado, fue el 4 World Trade Center del japonés Fumihiko Maki. El Pritzker diseñó un edificio que destaca por su aspecto de espejo metálico y por su eficiencia energética. Ha sido recibido con premios de arquitectura y, de momento, ha escapado a la polémica. Algo que no ha pasado con el intercambiador de Santiago Calatrava, cuyo sobreprecio -se ha disparado hasta cerca de 3.700 millones- y los retrasos en la construcción han irritado a los neoyorquinos; ni con uno de los elementos más sensibles del World Trade Center: el Museo del 11-S. Los familiares de las víctimas se han quejado de la banalización y de la comercialización de la tragedia de las Torres Gemelas.