Cuando estás maravillado ante una obra y deseas saber quién la hizo y cómo se titula, empieza la odisea
Publicat a El Periódico el 25 de novembre de 2018
Avergüenza un poco, con la de problemas gravísimos que vivimos, dedicar una columna a esta chorrada. Pero para resolver las cosas importantes ya tenemos a los políticos. Quisiera, pues, referirme –y soy reincidente– al tamaño minúsculo de las cartelas o rótulos de las obras en los museos. Es un tema que ha saltado periódicamente a la palestra, con caso omiso por parte de directores museísticos, comisarios y grafistas, que persisten en su racanería visual.
El hecho es el siguiente, acudes a un museo y cuando estás maravillado ante una obra y deseas saber quién la hizo y cómo se titula, empieza la odisea. Es probable que debas rastrear toda la sala para encontrar una remota ubicación donde las cartelas se amontonen. A veces referidas con esquemas numerados que debes ir identificado en la pared como un jeroglífico. Todo muy complicado. Si tienes suerte y la cartela está al lado de la obra, lo más probable es que esté mal colocada, muy baja, a un metro de suelo y escrita en una letra diminuta y sin iluminar. De hecho, es fácil saber dónde hay una cartela, cuando entras en una sala y ves a varias personas apelotonadas y agachadas, pegadas a un palmo de la pared, para poder leerlas. Es algo humillante. Y es probable que después de tanto esfuerzo se encuentren con esta desalentadora información: “Autor anónimo. Sin título. Sin datar. Técnica Mixta”, pero este es otro asunto.
¿Les parece a los responsables del museo que la cartela estorba? ¿Les parece mal que sea fácil y cómodo saber quién hizo esa obra? ¿Es que todos los diseñadores gráficos son menores de 30 años y gozan de una vista de águila y por eso proponen rótulos con cuerpo 12 y tipografía fina? Pienso que este problema, precisamente por ser tan pequeño e insignificante debería estar ya resuelto. Por sentido común y ganas de promover la cultura. Quizá falte la recomendación de alguna institución solvente proponiendo tamaños mínimos de letras, al menos en equipamientos públicos accesibles a todos, con gafas de aumento o sin.